Cómo dejar de ahogarnos en un vaso de agua...

La vida me sorprende con lecciones en las situaciones menos esperadas. Hace unos días me estaban haciendo un tatuaje y me dolió demasiado -en comparación a lo que dolió cuando me he hecho otros...
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enfrentarproblemas

La vida me sorprende con lecciones en las situaciones menos esperadas. Hace unos días me estaban haciendo un tatuaje y me dolió demasiado -en comparación a lo que dolió cuando me he hecho otros-, pero me percaté de que el no dolor era tanto porque el tatuador tuviera una mano grosera -que sí la tiene- o por el impacto de la aguja en la piel, sino porque yo me estaba generando una buena cantidad de estrés gratis al no tener el control de la situación: me estaba ahogando en un vaso con agua o, como también dicen, haciendo una montaña de un granito de arena.

Fue agotador y me hizo drenar mucha energía, pero de inmediato llegué a la conclusión de que a veces me complico la vida mucho más de lo que en la realidad resulta ser. Asumo que a todos nos pasa, a unos más a otros menos pero casi todos hemos pasado por esa situación.

Recordé que esto sucede por varios motivos: uno es por falta de autoestima, lo que nos lleva a crear caos a donde no lo hay o a magnificar las situaciones con tal de llamar la atención y obtener la atención de los demás. Una situación muy frecuente, ya que el ser humano por lo general, es fanático del drama y le encanta pensar que la vida es un consecutivo de muchos dramas, para, de este modo, atraer la atención de los demás, pues en su papel de víctima, todos le tienden una mano y le ofrecen apoyo. De hecho, cualquier telenovela o película dramática fácilmente es superada por muchas historias de la vida real.

Otra razón, íntimamente ligada a la anterior, es que, por lo general vemos solo lo negativo de lo que nos sucede, nos enfocamos en las adversidades, en las situaciones imprevistas que debemos de enfrentar, en las quejas. En fin, solo vemos el punto negro en la sábana blanca. Olvidando agradecer todo lo que tenemos, empezando por la vida, dejando de pensar en descubrir qué es lo que se quiere aprendamos de lo que estamos pasando y pocas veces nos cuestionamos para qué esto está sucediendo, en qué me fortalece esta o tal situación como experiencia de vida y demás. De hecho, nos olvidamos que detrás de todo lo que no sea tan agradable siempre existe una oportunidad. Tomando en cuenta que si tenemos la habilidad de verlo de esta manera, encontraremos el poder que nos impulsará hacia donde deseamos o a incluso a lugares que jamás imaginamos.

Pero claro la desesperación que nos generamos a través de los pensamientos negativos crea en nosotros sentimientos de desesperación, que nos ciegan y se interponen como abismos y muros en nuestra contra, los cuales muchas veces nos desgastamos por derribar, cuando sencillamente hay que saltar o pasarles de lado. O quizás esos muros tengan puertas que hay que abrir y traspasar y ni las vemos.

Debemos evitar permitir que los problemas nos agobien. Con fe, paciencia y perseverancia, todo se puede, viviendo un día a la vez, sin el afán de lo que va a suceder y evitando quedar atrapados en lo que fue.

Recuerda que somos lo que pensamos, entonces, si quieres dejar de ver los problemas como tales y empezar a asimilar que son experiencias de aprendizaje, debes verlos con nuevos ojos, simplemente como una alternativa que son, y reconocer que si tienen solución, bien, y si no la tienen, también. Para qué atribularnos de gratis. Invierte el tiempo en buscar esas salidas, esas alternativas para avanzar y no te desgastes ahogándote en un vaso de agua y pensando en porqué te sucede tal cosa. Si te encajas en el papel de "pobre de mí", caminarás en círculo, no avanzarás y hasta la depresión vas a llegar de darle cabida a tantos pensamientos negativos y a tantos lamentos.

Siempre hay una manera de salir adelante. No te desgastes en lo que realmente no lo merece --ni en quien tampoco lo merece--. Todo pasa, busca las herramientas y si tienes claro a donde vas, encontrarás el camino. Ten claro que Dios nunca te va a dar algo que no puedas soportar y que muchas veces, cuando borra algo de tu vida es para darte algo mejor. Considera que la mayoría de las veces las situaciones no son tan graves cómo las vemos, bájale tres rayitas y entiende que quejándote solo bloqueas el libre desarrollo de todo lo positivo que la vida tiene para ti.

Muchas personas además, ven un grano de arena como si fuera una montaña, por el estrés que se propicia al comprometerse con varias tareas, tanto en su trabajo, como con su familia, su pareja, amigos y demás. Es preferible hacer lo que puedes y lo que tienes claro que tendrás el tiempo para ejecutar, tanto en un horario laboral como en tu tiempo personal. No te cargues hasta el límite, no tiene caso. Cuando esta actitud se lleva al extremo, se puede generar un autosabotaje, que consiste en posponer aquellas tareas que nos producen ansiedad, pero cuyo retraso provoca consecuencias negativas.

Maite Nicuesa Guelbenzu, doctora en Filosofía y Experta en Coaching y PNL brinda algunos pasos para relativizar las situaciones que afrontamos, esas a los que los demás comúnmente llaman "problemas" y a poner cada cosa en su sitio para evitar ahogarnos en un vaso de agua. Te los comparto a continuación:

  • Desdramatiza: ¿Qué es lo peor que puede pasar? Exagerar la situación que te preocupa al extremo puede ayudarte a darte cuenta, de que en realidad, no es para tanto.
  • Habla con un amigo. Todas las situaciones siempre se ven de otra forma cuando los pones en común con una persona de confianza.
  • Si no tienes alguien con quien hablar, puedes escribir una reflexión sobre aquello que te preocupa. Imagina que eso que estás afrontando lo tiene una persona ajena a ti: ¿Qué le dirías en ese caso? ¿Qué consejos podrían servirle de ayuda? La perspectiva cambia cuando un mismo problema se observa de una forma externa.
  • Ocúpate de aquello que depende de tu voluntad, y deja de lado aquello que no depende de ti. Del mismo modo, aprende a diferenciar lo prioritario de lo secundario y lo urgente de aquello que puede esperar.
  • Ríe más porque la realidad adquiere un tono más amable desde el buen humor. (yo le agregaría que busques canciones o películas, series de televisión que te hagan reír mucho, la risa es una gran terapia y te despeja).
  • Haz uso de tus recursos: como persona autónoma e independiente tienes capacidad para hacer frente a los problemas.
  • Toma los problemas como una oportunidad para superarte a ti mismo y para crecer como persona. Salir de tu área de confort te permite evolucionar. (Pregúntate, ¿para qué la vida quiere que aprenda esta lección? ¿En qué sentido, me hace más fuerte esta experiencia?).
  • Pide ayuda, no estás solo. Pero lo más importante es que recuerdes que te tienes a ti mismo.
  • No tomes decisiones urgentes de forma precipitada. Date tiempo para madurar la situación. (Con la cabeza caliente nada, cuando estés en frío y tengas un panorama de todo lo que sucede claramente, de ventajas y no tan ventajas, toma la decisión).
  • En ciertos momentos, fíate de tu intuición. (Es básico, déjate llevar por lo que te dice tu GPS interno, más que lo que la razón o terceras personas te puedan aconsejar).
  • No dejes que lo urgente se imponga a lo importante.

Disfruta de la vida, simplifícala. Cada vez que una pequeña preocupación se quiera convertir en un monstruo, invítala a salir de tu vida, ocúpate en otra cosa, cambia esos pensamientos a positivo, en vez de estarle echando sal a la herida.

Así es la vida, te ríes por las caídas, te sacudes y vuelves a andar. Pero no permanezcas en el suelo más de lo que debes o pretendas hacer que la caída fue de tremendo abismo cuando fue de un ladrillo. Deja de dramatizar y procura accionar, avanzar.

Cuando desconectas el estrés, ¡restauras el balance en tu vida! Cuando conectas el alma, ¡enciendes tu verdadero poder!

Y recuerda: ¡Sonríe, agradece y abraza tu vida!

Sobre todo: ¡a Vivir, gente! VIVIR.

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