Cervantes, ¿escribió El Quijote?

"En una carta de puño y letra, encontrada en una librería en la Ciudad de México, entre las hojas de una edición antigua de sus obras, Don Miguel de Cervantes Saavedra reconoce que no escribió la obra El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha".
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"En una carta de puño y letra, encontrada en una librería en la Ciudad de México, entre las hojas de una edición antigua de sus obras, Don Miguel de Cervantes Saavedra reconoce que no escribió la obra El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha".

Hace un par de meses leí la noticia por internet en un periódico londinense, pero como resultaba muy explosiva, y aprovechando que vivo en el sur de California, tome un vuelo desde Palm Springs a la Ciudad de México, especialmente para chequear la información, así mismo me comunique vía internet con algunos puristas de la obra cervantina en Madrid, comprobando que en ambos lugares la noticia existía, pero estaba semi-oculta por los intelectuales y especialistas en literatura española.

Justamente este secretismo despertó mis sospechas, ya que a nadie ofendía la duda que envolvía la carta, nadie me dijo que era mentira, ni tampoco negaban enfáticamente la información que ella contenía, tres posibilidades lógicas si la noticia no hubiera sido verdadera. Incluso el eximio filólogo español, Javier Hernández Suarez, luego de escuchar con atención la versión de los hechos, hizo un largo silencio y como para sus adentros dijo:

-"¿Entonces el de Avellaneda es el verdadero y el de Cervantes es el apócrifo?"

Las dudas sobre Cervantes

Aunque damos por ciertos la fecha y el lugar de nacimiento de Don Miguel de Cervantes Saavedra, la verdad es que son un enigma, como la verdadera geografía de sus obras, el colegio donde estudió, o si era judío converso o cristiano viejo, así como su manera de ser y de hablar. A tal punto se ha hecho difícil la tarea de resolver estas dudas y muchos errores históricos, que el investigador César Brandariz, ha desentrañado la información existente, afirmando que Cervantes no nació en Alcalá de Henares, sino en la "aldea de Cervantes" en las Montañas de León de Sanabria, vecina a la "aldea de Saavedra", lugares en donde el pequeño Miguel pasó su infancia, y por esa razón el adulto Don Miguel, adoptó los nombres de estos pueblos para cubrir su verdadera identidad, que debía ser judía, ya que en 1547, fecha que se supone nació Cervantes, la inquisición española exigía la conversión, expulsión o muerte de quienes profesaban la religión judía. Incluso Brandariz afirma que los rasgos lingüísticos de Cervantes también podrían corroborar esta procedencia, porque la colocación de los sufijos y la construcción de los verbos en el Quijote, son absolutamente peculiares del dialecto leonés influido por el gallego-portugués.

Otro tema que intriga a los historiadores es quien editó o armó el Quijote, porque Cervantes reconoce que lo fue escribiendo en posadas, en caminos, en los papeles que tenía a mano... y no existe un manuscrito de la primera parte del Quijote con la firma autografiada de Cervantes. La obra fue impresa en 1605, pero se sabe que en 1603 ya circulaban varios ejemplares manuscritos sin la firma de Cervantes, incluso uno de ellos llego a manos de Lope de Vega, y provocó la famosa disputa entre los dos grandes autores españoles. Recordemos que Lope de Vega en su obra El peregrino en su patria, responde a las críticas que el Ingenioso Hidalgo hace a sus comedias. Lo extraño es que esta obra fue escrita en 1603 e impresa en 1604, y la primera edición impresa del Quijote fue en 1605 por Juan de la Cuesta. ¿Cómo hizo Lope de Vega para responder críticas de sus obras en un libro publicado dos años después?

Por supuesto que, como ocurre en otros casos, la obra supera largamente al autor, porque El Quijote de la Mancha es y seguirá siendo la obra literaria más importante de la literatura universal, sin importar realmente quien es su autor. Lo que ocurre que una vez dilucidado este enigma, comprenderemos cabalmente los mensajes que transmite el autor de esta magnifica obra.

Los hechos actuales

Primero creí que españoles y mexicanos, cubiertos de problemas políticos, económicos y sociales, no estaban interesados en los hechos ocurridos hace 500 años, aunque supuse como es lógico, que el tema por sí mismo debería despertar cierto revuelo periodístico.

En el país azteca corroboré que algunos medios repiten la información en un recuadro en página ocho, sin darle magnitud al hecho, como si fuera menor, como si la sola duda sobre la autoría del Quijote no fuera un tema que cambiara el curso de la historia literaria de la humanidad, digo la sola duda, porque de confirmarse esta duda caería como un castillo de naipes toda la estructura conceptual de la literatura española.

Como expliqué, para conocer los hechos de primera mano, viaje hasta la ciudad de México, porque allí muy cerca del casco histórico que representa la Plaza de la Constitución, más conocida como El Zócalo, exactamente en la calle Justo Sierra entre Carmen y Argentina, hay varias librerías que esconden una gran cantidad de libros antiguos en inglés, francés, alemán y por supuesto español, libros que formaron parte de grandes bibliotecas privadas de las familias patricias mexicanas, en sus buenos tiempos económicos, y que debieron vender por kilo, (leyeron bien "por kilo") a principios y mediados del siglo pasado, por dinero y por espacio, ya que debieron vender sus grandes mansiones y trasladarse a pequeñas casas o, en muchos casos, a diminutos apartamentos, donde por razones de espacio los libros no formaron parte del mobiliario.

Ingresar a estos locales comerciales, abarrotados de libros antiguos me hace sentir como un niño visitando una fábrica de dulces. Sumergirse en esas montañas de ejemplares impresos en la Europa de varios siglos atrás, es ingresar a la historia de la literatura universal, es como revivir aquella Biblioteca de Alejandría que representaba la cultura de la humanidad.

En uno de estos edificios encontré a Manuel García Pedraza, un librero de profesión librero, es decir, una persona que no es un simple archivero o acomodador de libros, es un librero con más de treinta años de profesión, un experto en la materia. Un señor con más pelos en el bigote que en la cabeza, y más cintura que cadera, que me miró desconfiadamente, cuando le consulté sobre la veracidad de los hechos. Luego de la pregunta inicial, no emitió palabra alguna, se quedó mirándome en silencio, sentí que me estudiaba, sus ojos inquisidores me atravesaron haciendo una radiografía de mis sentimientos, hasta que por fin dijo: "Si es verdad, la carta estaba dentro de Novelas Ejemplares editado en el siglo 1876 por la Biblioteca Universal Ilustrada de Madrid".

Si bien es cierto que había viajado miles de kilómetros para escuchar esas palabras, mi cabeza igualmente comenzó a vibrar repitiendo cada letra de la oración. Recordé que la obra de Cervantes, originariamente publicada en 1613 en una colección editada en Madrid por Juan de la Cuesta, se titulaba "Novelas ejemplares de honestísimo entretenimiento", incluso Cervantes se jactaba en el prólogo de haber sido el primero en escribir, en castellano, novelas originales al estilo italiano.

La carta

Descubrir una carta manuscrita de Miguel de Cervantes Saavedra, en una librería de la Ciudad de México, ya es un hecho insólito, pero que esa carta contenga una confesión que cambia la historia de la literatura universal es inimaginable e histórico. Al volver a la realidad y aún tenía al librero García Pedraza frente a mí, me miraba comprendiendo el shock que habían provocado sus palabras, traté de ordenar mis ideas y le pregunté si podía ver la carta, a lo que me informó que hacía tres meses, unos españoles de la Biblioteca Cervantes le dieron cinco mil euros por el libro y la carta. Yo sé que el libro, a pesar del ser del siglo XVII no supera los 500 euros, así que lo verdaderamente valioso es la carta. Increpe a Pedraza, más por mis dudas que por las de él, sobre el valor millonario de la carta, pero por la respuesta, comprendí que el librero ya había meditado sobre esto, y con mucha tranquilidad afirmo:

-Si es verdadera vale una fortuna en euros, pero si es falsa no vale ni un peso mexicano, yo prefiero tener mis cinco mil euros seguros.

Ante esta realidad le pedí a Pedraza que me describiera la carta, ya que la caligrafía y la forma de escribir de Cervantes son únicas, con letras muy sobrecargadas, casi dibujadas y sin puntos ni comas. Pedraza fue más allá, y luego de escuchar todas mis disquisiciones al respecto, en voz baja ofreció venderme una fotocopia de la carta por mil pesos mexicanos. Indudablemente mi grito de sorpresa lo asustó, y bajando aún más la voz, me explicó que los españoles habían comprado no solo la carta, sino "tooodas' las copias de la misma, y al decir todas alargo la "o" con sorna, mientras abría un cajón de su escritorio, para entregarme una copia, y donde alcance a ver muchas más.

Salí caminando por la calle Justo Sierra rumbo al Zócalo, me sentía James Bond, miraba para un lado y otro, como si todo el mundo, mexicanos y turistas, supieran que llevaba una copia de esta carta. Esa misma tarde tome el vuelo a Palm Springs, en California, ahora debo encontrar quien analice seriamente esta copia y me asegure los resultados... pero esto es otra historia.

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