Recuerdo que el Papa Juan Pablo II expresó en la encíclica Sollicitudo rei sociales "que aun cuando se aduzca como motivación de las acciones inhumanas cualquier ideología o la creación de una sociedad mejor, los actos del terrorismo nunca serán justificables".
La Maratón de Boston sufrió un ataque terrorista, dijo el Presidente Obama, y es verdad, aunque aún no sabemos si los terroristas son ciudadanos americanos o extranjeros, si sus 'ideales asesinos" son por políticas internas o externas, aún desconocemos muchos y dudo que algún día conozcamos la verdad, pero sabemos los nombres de los tres inocentes muertos y de los cientos de heridos, cuyo uno delito fue ir un día de sol a disfrutar una fiesta popular.
El ataque en Boston tan sólo apunta a generar pánico y destrucción, y cuyos responsables están bien lejos de aspirar a crear una sociedad mejor. Esta clase de atentados se dirigen a infundir temor en la opinión pública, creando inseguridad y miedo a los ciudadanos del mundo civilizado. Las naciones del mundo no pueden ni deben sucumbir ante la lógica infernal que proponen las bestias asesinas, que gozan diseminando el terror en el mundo. En su camino de odio los terroristas matan al azar, aun sabiendo que sus víctimas serán personas indefensas, transeúntes, personas mayores, mujeres embarazadas, niños...
El terrorismo triunfa cada vez que logra instalar la sensación de indefensión en la sociedad, condenándola a vivir con miedo y a la espera de un próximo ataque. El mundo vive hoy una guerra promovida por el fanatismo y el fundamentalismo terrorista, tanto social, religioso y político, que sólo parece perseguir la muerte y que en nombre de ella asesina a inocentes cargados de vida, tal como ocurrió en Londres, Madrid o New York. Es ése el "ideal" espectral, monstruoso, sobre el cual se sustenta la lógica del terrorismo, que se ha convertido en el peor enemigo de la humanidad.
No puede haber excusas para no respaldar una lucha frontal contra las organizaciones que promueven y financian al fundamentalismo terrorista en el mundo, tanto social, religioso y político. Las naciones democráticas y comprometidas con la defensa de los derechos humanos deberían unir sus esfuerzos para erradicar estas maquinarias de la muerte, dejando de lado conveniencias políticas o ideológicas coyunturales para enfrentar a quienes atentan contra la vida humana y la paz.
Aun espero la condena de los países seudo democráticos, de las organizaciones de derechos humanos, ¿Dónde están las declaraciones antiguerra de Hollywood?, ¿Dónde están los actores Martin Sheen, Mike Farrell, Sean Penn y Janeane Garofalo?, supongo que las Organizaciones de Derechos Humanos están ocupadas en distorsionar la información, para confundir al lector hasta el punto de transformar un atentado terrorista contra civiles en una 'explosión'; convertir a un terrorista en un 'defensor suicida' o 'mártir por la causa' y a una ciudad con habitantes inocentes en una 'población capitalista'.
Tal vez los ciudadanos trabajadores y decentes, que deseamos un mundo sin terrorismo y sin dictadores, que somos mayoría, deberíamos formar nuestra propia Organización de Derechos Humanos, que nos muestre la realidad y no un dibujo tendencioso de los hechos.
Hasta la próxima.