Tuve sexo con Santa Claus

Cuando llegó el momento de su aparición, los niños estallaron de alegría. Él ponía esa voz grave que la verdad me excitaba... Podía ver su cuerpo detrás de esa barrigota. Me sentía apenada, con todas esas criaturitas inocentes alrededor. Pero debo confesarlo: me excitaba. ¡Y cómo! En un momento sacó un regalo para mí...
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Cuando llegó el momento de su aparición, los niños estallaron de alegría. El ponía esa voz grave que la verdad me excitaba... Podía ver su cuerpo detrás de esa barrigota. Me sentía apenada, con todas esas criaturitas inocentes alrededor. Pero debo confesarlo: me excitaba. ¡Y como!

En un momento sacó un regalo para mí. Me miró a los ojos y me lo dio guiñándome uno detrás de los anteojitos clausescos. Tocó mi mano suavemente. Juro que sentí que se me escapó una gotita de pipi en ese momento. Además de que se me aflojaron las piernas y me reí como una estúpida.

A esta Navidad fui sin expectativas. Encontrar un soltero en Noche Buena es imposible. La gente tiene otro plan. Es más familiar la cosa.

Pero allí estaba él. De cuerpo frondoso. Simpático. Me sirvió hasta la comida. Indagué un poco y resulta que no era familiar de nadie. Lo habían contratado para hacer el personaje típico de esta noche.

Muy simpático. Judío seguramente, aunque no se lo pregunté, ¡después lo averigüé! Digo, por estar trabajando y no festejando. O quizás estaba necesitando dinero... ¡Un pobretón tal vez!, pero no me importó ¡ Gracias a Dios!

Tuvimos mucha química. Y eso que yo no me sentía muy sexy. Como dije había ido en plan familiar.

Cuando terminó la entrega de regalos el desapareció rápidamente. Todos abrían sus regalos y yo... yo estaba shockeada. Ese Santa desconocido, me hacía vibrar. No podía dejar de mirar abajo del traje rojo.

Él me sonreía, me estremecía y comencé a caminar hacia atrás tratando de desaparecer de la zona del pinito navideño.

Se ve que la estrella de Belén me iluminó, porque supuse que él se estaría cambiando en el galponcito que tienen mis amigos en el fondo de su parque.

Fui, no pensé mucho. Solo fui.

Y allí estaba... Se había sacado el gorro y estaba desabrochándose las botas. Me miró y yo lo miré desde la puerta. Me hizo señas con su guante blanco de que me acerque hacia él. No me movía de los nervios.

Quise hablar y él me marcó con su dedo que me calle. Me estremecí de nuevo. Y sonreí de nuevo como una estúpida... pero camine hacia donde estaba. Me senté sobre él. El me puso el sombrero que tenía a su lado con tanta con suavidad que casi se me escapa otra gota de pipi.

Comenzó a besarme el cuello haciéndome cosquillitas con su barba blanca, sentía su lengua entre los pelitos sintéticos. Empece a retorcerme como una bailarina de pole dance, entre sus brazos.

Tomo mis pechos en sus manos, por debajo de mi blusa, con sus guantes blancos y tersos. Y yo comencé a destrabarle el cinturón. ¡Dios...era imposible! ¡Qué traje tan complicado! No podía.

Cuando el sintió mi desesperación, puso mis propias manos en lugar de las suyas y se desvistió él.

No era necesario destrabar el cinto. Solo se bajo los pantalones y su ropa interior. No miré mucho, tenía los ojos entrecerrados pero si sentí. Levanto mi vestido, corrió mis pantys y ahí sí... Uff su cuerpo caliente entró en el mío.

Nos contoneábamos en éxtasis con esa barrigota que nos separaba pero amortiguaba mis movimientos. Apenas nos permitía besarnos. Tocar nuestras lenguas a través de su barba. Le quité los lentes aunque sea para verlo a los ojos. Los tenía achinados por lo que supongo que estaba sonriendo.

No duró mucho la verdad. Con sus manos en mis nalgas, y las mías acariciando mis pezones, comencé mi orgasmo y él el suyo en cuestión de segundos. Ah... cómo grité. Estaba lejos de la fiesta.

Él no, solo jadeaba. Pero su jadeo me excitaba aun más. Wow... fue increíble. ¡Qué locura! Tener sexo con Santa era la última e inexistente fantasía de mi lista ¡Pero qué bueno estuvo!

Terminamos y nos miramos un rato a los ojos. Teníamos una conexión... ¡Lo sé! No sé en qué podría terminar esa historia.

De pronto siento un llanto. Miramos a nuestra derecha y ahí estaba la hija de mi amigo. Con sus siete añitos y la carita deformada.

El me empujó. Yo casi me caigo al piso. Se acomodó la ropa y yo me bajé el vestido. Quedamos azorados. Yo casi tartamudeando le dije: "Nara, Narita... no te asustes... tenemos que hablar".

Ella se calmó. Se quedó, nos escuchó. Gracias a Dios nunca se dio cuenta de la parte sexual de la historia. Pensó que yo me estaba peleando con Santa.

Le expliqué que no. Que nos habíamos hecho amigos y nos estábamos mimando. La verdad no tenía idea que decir.

Le pedí que fuera un secreto entre nosotras. Dudó unos segundos. Pensó, nos miró y le dijo a él: "Yo no digo nada si el año que viene me traes un iPhone 5S"...

Así quedamos. En fin, creo que los niños no son tan inocentes como antes... O sí... La cosa es que la próxima Navidad las dos lo vamos a estar esperando con ansias.

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