Carta para un argentino que vive en Buenos Aires, de una argentina que vive en Miami

Comienzo esta carta hablando de ciudades y no de países porque no puedo ni quiero escribir sobre lo que no conozco. Los países son muy grandes.
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Comienzo esta carta hablando de ciudades y no de países porque no puedo ni quiero escribir sobre lo que no conozco. Los países son muy grandes.

Yo conozco Buenos Aires. La Capital donde viví casi 10 años, la zona sur donde me crié, zona oeste de donde es mi esposo, y zona norte donde tengo amigos y me tocó trabajar.

Conozco Miami hace casi cuatro años, sin contar alguna escapada de vacaciones que hice más jovencita. No las cuento porque venir de vacaciones a Miami no es ni cerca vivir en esta ciudad.

Conozco parte de mi hermosa Argentina, y algunas bellas ciudades de Estados Unidos. Pero no los países enteros. Una ciudad no es un país. Eso es algo que las tantas cosas que aprendí acá.

Todos los días me llegan mensajes de Facebook, emails, whatsapp de amigos y conocidos que me dicen que quieren venir a la Ciudad del Sol. Me preguntan ¿cómo hacen? Que ¿dónde tienen que alojarse? Que ¿cómo pueden hacer para quedarse? Y yo pienso... "Claro, ellos ven lo que uno muestra en las redes sociales. Las fotitos donde uno la pasa bien"...

Y sí, en general siempre mostramos lo bueno: la playa, los edificios ostentosos, los barcos, los malls [anque los argentinos les dicen shopping, pero que yo ya les digo como se dice aquí], la Ocean Drive, Bal Harbour, la floreciente Sunny Isles, Wynwood y el Faena que esta quedando ¡de puta madre!... Se festeja Halloween a todo trapo, el 4 de Julio con fuegos artificiales, este año se hizo el Miss Universe a unas pocas calles de mi casa, de Miami salen los cruceros a Bahamas... Uno puede cruzarse con Ricky Martin, cenar en el mismo restaurante que JLo, vivir en la misma cuadra que los recontramillonarios.

Es loco. ¡Es una ciudad rara! Y sí... ¡Está buena! Pero está buena por sobre todo para aprender. Uno aprende mucho. Supongo que le debe pasar a todos los que se desarraigan. ¡Aprendemos!

Por ejemplo, aprendí que es lo mismo un colombiano que un argentino, un peruano o un uruguayo. Un venezolano o un colombiano. Los seres humanos somos tan iguales. Queremos y sentimos lo mismo. Y acá en Miami somos todos iguales. Y somos casi todos latinos. Somos iguales a un norteamericano o a un africano. Aprendí eso... Aunque todavía exista gente que hace diferencias.

Los porteños [ya dije que no voy a hablar de otras zonas del país porque no podría decir cómo es la idiosincracia de un salteño o un mendocino] llegamos creyéndonos los latinos más europeos, los que más cultura tenemos, los "piolas", los que la tenemos clara, los que somos mejores en todo... [y acá... Y en realidad... en "la realidad"... Somos todos iguales]. Los de Buenos Aires somos soberbios, es terrible como nos cuesta quitarnos ese mote. Es como si lo tuviéramos genéticamente incorporado.

En Buenos Aires la "paragua" te va a limpiar a tu casa o el verdulero es un "peruano" carero, y acá muchos argentas se ganan la vida limpiando casas y muchos bolivianos ¡tienen un Mercedes!... En esta ciudad aprendí sobre la igualdad. A no ser despectiva. Porque si son sinceros con ustedes mismos en este momento, mientras están leyendo esto, digan la verdad... ¿no se sienten iguales a un "bolita"? Se creen más...

Pero gracias a Dios hoy yo sí me siento igual. Yo me siento una latina más. Me siento habitante del mundo. Me siento humana. Hace días, Donald Trump habló mal de los mexicanos, y yo sentí que hablaba de todos los sudamericanos. Pero también de los africanos, de los chinos... qué sé yo. De cualquiera que no sea de elite para su medición de clases y razas. ¡Qué viejo indignante!. No entiende nada. Como si la maldad o el delito tuvieran nacionalidad.

Yo le agradezco a Miami que me haya "desaporteñado". Esta latin city por excelencia me quitó ese ego alzado que siempre nos replican a los argentinos. Me siento mejor persona.

Muchas veces, la verdad, es que pienso en volver. Peco de nostálgica, porque extraño. ¡Y mucho! A mi familia, a mi perra que se la deje a mi mamá, los libros usados de la calle Corrientes, las charlas con el portero, los kioscos, el súper de los chinos, el delivery de lo que sea, el helado de verdad [ acá hay un Freddo pero a mí me queda muy lejos] uff... ¡Tantas cosas extraño! Son innumerables. ¡Y están tan lejos! 9 horas de vuelo y 900 dólares ¡si conseguís una promo!

Acá las distancias no se miden en longitud. Se miden en tiempo. No se dice son 15 cuadras, se dice 5 minutos con poco tráfico o 20 minutos en el rush hour [hora pico]. Extraño tener una tía, hermana, abuela para dejarle un rato a mis hijas. La mayoria estamos aquí sin familia. Hacemos una nueva con nuestros amigos de Miami: "La familia de Miami".

Tambien aprendí acá que los que más familia de sangre tienen son los cubanos. Al principio no entendía nada. ¿Por qué se tiraban al mar para venir? ¿Por qué venía la madre y dejaba a los hijos por años? ¿Por qué mi doctor que es topísimo y tiene mucho dinero, fue balsero? Ahora entiendo.

Comprendo tanto a los cubanos y su desesperación. Su sacrificio y sus ventajas en este país por sobre el resto de los latinos. Ahora los entiendo.... [otro día voy a escribir sobre ellos. Su historia es tan única].

Me llevó tiempo, y todavía me queda mucho por aprender. Inglés seguro que no. Salvo que me esfuerce. Todos hablan español. O son bilingües. Ser bilingue aca es lo más normal del mundo y no puedo dejar de pensar cuánto se valoraría en nuestro país a la hora de un buen puesto de trabajo. Bah... eso creo... Por suerte mis hijas hablarán perfecto inglés. Y yo las tengo que obligar a que vean películas en su lengua materna [eso me dijeron] porque sino la van a perder. Es más facil hablar inglés parece.

¡Y a veces sé! Uno se contagia... Yo llamo para pedir un appointment [cita], uso wipes [toallitas húmedas], hablo con la teacher [maestra], me como un cheeseburguer [no necesita traducción], descanso en el Labor Day [día del trabajo], y llevo mis hijas al daycare [ jardín].

Como éstas, miles de palabras cobran el sentido en inglés, mientras mi vida, mis creencias y mi cultura también cambian. No sé si para bien o para mal. Pero tienen nuevos sentidos. En fin... Uno está donde elige estar, nadie nos apunta con un revolver y nos dice que nos quedemos acá.

Estamos porque queremos. Y eso que aquí cualquiera podría apuntarme con un arma. Es tan simple tener una... Yo podría tenerla si quisiera. Acá cualquiera puede matar. O defenderse. Pero a mí no me gustan las armas. Les tengo miedo. Y cuando pienso en armas y miedo, pienso en Buenos Aires....

Y hoy escribo esto, justamente porque hablando con Jackie, peruana, de Arequipa, que me ayuda en la casa y hace a veces de mi mamá, que tiene dos casas propias [con crédito eso si], y dos autos. Le contaba situaciones de violencia que hemos vivido allá en la ciudad del "Buen Aire". Jackie se sorprenía. No podía creer nuestras historias. "¿Pero así es Buenos Aires?, preguntaba... "Y sí", le decia yo...

Allá tenés que tener cuidado cuando entrás a tu casa con el auto. No te conviene sacar plata del banco porque podés ser víctima de una salidera. Tenés que mirar bien cuando entrás a un cajero. Cuando salís.Tenes que tener cuidado con que te crucen el auto en una calle oscura. Que no te rompan el vidrio, que no te empujen para sacarte la cartera, que te arranquen la cadenita que te regalo tu abuela, que no le apunten a tu bebé en la cabeza, que no te metan la mano en el bolsillo en el subte, que en el medio de un piquete no le peguen a tu auto por querer llegar a trabajar, que no te maten por el celular pedorro, que no te amenacen si haces la denuncia del que te entro a robar a tu casa, que no te roben el stereo 2, 3, 4 veces... Que conozcas a alguien que mataron o cagaron a tiros... Ahh... ¡Que lista larga!...

Mientras le contaba esto me di cuenta lo acostumbrada que estaba a vivir así. Así era mi forma de vida. No es que acá no pase nada. Pasa y mucho. Pero allá yo vivía con miedo todos los días. En todas las situaciones cotidianas. Pienso también cómo los seres humanos nos adaptamos a lo que le toca. Uno sobrevive. O vive, en el mejor, de los casos como puede.

Extraño todo de mi Buenos Aires querido, pero "eso" no lo extraño. Creo que me daría miedo volver. Acá aprendi a vivir diferente. Obviamente con muchas cosas negativas. Pero que no pesan tanto en la balanza, por ahora. Si me pudieran aconsejar ¿qué me dirían? ¿Cómo está allá? ¿Está mejor o esta peor que hace 4 años? ¿Vale la pena volver? ¿Qué le digo a los que quieren venir a vivir a Miami? ¿Me quedo aunque un día me toque limpiar casas para vivir? ¿Me quedo aunque acá un loquito pueda entrar con el arma al cine? ¿Me quedo y voy a la playa aunque cada tanto un tiburón se coma el brazo de alguien? ¿Aunque a veces me discriminen tipos como Donald Trump? ¿Aunque venga un huracán? ¿Me quedo?

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