Informe de IPCC sobre cambio climático tiene profundas implicaciones para América Latina

El nuevo informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) confirma lo que un sinnúmero de personas en América Latina y el Caribe ya saben - algo extraño pasa con el clima y es hora de hacer algo al respecto.
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El nuevo informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) confirma lo que un sinnúmero de personas en América Latina y el Caribe ya saben - algo extraño pasa con el clima y es hora de hacer algo al respecto.

El informe publicado la semana pasada en Suecia confirma con un 95% de certeza científica que las acciones humanas son la causa del calentamiento del planeta, el deshielo de los glaciares y los eventos climáticos extremos. Estos impactos del cambio climático ya se pueden sentir de forma aguda en América Latina y el informe del IPCC significa que la región debe prepararse para aún más. Afortunadamente, si se actúa ahora para reducir drásticamente las emisiones de carbono - provenientes de la quema de combustible para energía y transportes, así como de la deforestación - todavía es posible evitar los escenarios más catastróficos.

El nuevo informe, que constituye un primer tomo de una serie de cuatro documentos, evalúa minuciosamente la evidencia científica que demuestra que nuestro clima está cambiando. A lo largo y ancho de Latinoamérica, estos cambios se pueden percibir de primera mano:

Las temperaturas más cálidas amenazan los recursos marinos. El calentamiento del agua de mar amenaza directamente a los arrecifes de coral, ecosistemas de alta productividad que ayudan a mantener muchas de las pesquerías y zonas turísticas en la región. El incremento de la temperatura del mar es una de las principales causas del blanqueo, o decoloración, de los corales, un proceso potencialmente fatal para estos organismos. El Caribe ya ha perdido un 80 % de sus corales debido a una combinación de agua más caliente, contaminación, sobrepesca y degradación. La pérdida de corales puede tener graves consecuencias. De acuerdo a un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el colapso de la cobertura coralina en el Caribe podría tener un costo anual de entre US$ 7 mil millones y US$ 12 mil millones.

Las temperaturas más altas y los cambios en los patrones de lluvia impactan a la agricultura. El cambio climático ya tiene y seguirá teniendo un profundo efecto en los sectores agrícolas de la región. En los últimos 20 años, las sequías en Costa Rica han causado pérdidas de $168 millones en el sector agropecuario. En otros países de Centroamérica, un aumento de temperatura de 1 grado Celsius podría dificultar el cultivo de alimentos básicos como el maíz y el frijol. La producción en algunos sitios podría potencialmente caer más de un 30 por ciento. Esto cambiaría drásticamente el panorama para las familias campesinas en Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala.

El deshielo de los glaciares amenaza el agua potable, los alimentos y la energía. Los glaciares en Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador se han reducido entre un 30 a 50 por ciento desde finales de la década de los setenta - un ritmo sin precedentes en los últimos 300 años. Los glaciares ubicados en altitudes más bajas - aquellos que están más cercanos a las ciudades y pueblos - son los más afectados. La mayoría de los glaciares en la cordillera de los Andes que están por debajo de 5.000 metros podrían derretirse por completo para mediados de siglo, según una reciente evaluación de la región. La desaparición de estos glaciares pone en riesgo el agua potable de 30 millones de personas, así como el agua utilizada para la generación de electricidad y la agricultura. Las comunidades agrícolas del campo a menudo son las primeras en sentir las repercusiones de la pérdida de los glaciares. A medida que disminuye el deshielo glacial que utilizan para irrigar sus cultivos, los agricultores se ven obligados a trasladarse a ciudades que ya tienen dificultades para satisfacer la creciente demanda de agua potable, saneamiento y electricidad.

Las zonas vulnerables están más expuestas durante condiciones climáticas extremas. América Latina no es ajena a los estragos causados por las tormentas tropicales. Ingrid y Manuel, las tormentas que azotaron ambas costas de México a principios de este mes son tan sólo el último ejemplo trágico. A medida que el cambio climático incremente el número y la intensidad de las tormentas tropicales, las comunidades costeras de la región seguirán siendo afectadas. Además de la pérdida de vidas humanas, el BID estima que en el periodo 2021 a 2025 las tormentas tropicales costarán entre $110 mil millones y $149 mil millones de dólares a las economías de México, Centroamérica y el Caribe.

Para América Latina, el cambio climático no es una amenaza lejana - es la realidad de hoy en día. Por lo tanto, no debería sorprender que una encuesta en la región encontrara que la mayoría de la gente considera que el cambio climático es la principal amenaza para su país. Afortunadamente, si se toman acciones debidas ahora, se pueden evitar los peores impactos. Según el co-presidente del panel científico que produjo el nuevo informe del IPCC "una intervención contundente y la aplicación de sólidas medidas de mitigación nos ofrecen la oportunidad de mantener el calentamiento global medio por debajo de 1.5 C." Es decir, tenemos la capacidad de evitar los escenarios más catastróficos si disminuimos rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero.

A la luz de este nuevo informe del IPCC, los líderes de América Latina tienen dos responsabilidades principales. Deben acelerar sus acciones para reducir la vulnerabilidad de sus comunidades, los recursos hídricos, la agricultura, las costas y la biodiversidad. También deben demostrar la voluntad política necesaria para dirigir a sus países hacia un desarrollo bajo en emisiones de carbono, mediante el aprovechamiento de los abundantes recursos de energía limpia de los cuales está dotada la región, la transición a soluciones de transporte menos contaminantes y la aceleración de los esfuerzos para detener la deforestación. Este tipo de liderazgo frente al cambio climático, además de ayudar a evitar los peores impactos en Latinoamérica, demostrará a otras regiones que ya no queda un momento que perder.

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