En Tampa, Romney consiguió lo que buscaba

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Mitt Romney speaks during the final day of the 2012 Republican National Convention at the Tampa Bay Times Forum August 30, 2012 in Tampa, Florida. Romney accepted the Republican nomination to run as the party's 2012 US Presidential candidate against US President Barack Obama. AFP PHOTO/Brendan SMIALOWSKI (Photo credit should read BRENDAN SMIALOWSKI/AFP/GettyImages)
Mitt Romney speaks during the final day of the 2012 Republican National Convention at the Tampa Bay Times Forum August 30, 2012 in Tampa, Florida. Romney accepted the Republican nomination to run as the party's 2012 US Presidential candidate against US President Barack Obama. AFP PHOTO/Brendan SMIALOWSKI (Photo credit should read BRENDAN SMIALOWSKI/AFP/GettyImages)

mitt romney

La pregunta hoy es si Mitt Romney consiguió en su discurso de la noche del jueves los dos grandes objetivos que tenía frente a sí: mostrar cierta humanidad, cierta cercanía con la audiencia, lo mismo que convencer a los votantes que lo suyo es lo mejor para el país y que por ello deben retirarle el apoyo al Presidente Obama.

Parece simple esto de mostrar humanidad y cercanía con la gente, de establecer empatía o conexión con el televidente, en especial cuando se es político profesional. Se supone que es una de las características de alguien que se mete a ese mundo de interminables apretones de mano, de besar a niños en mítines y de mostrar siempre una sonrisa. El problema es que nada de esto le sale natural al candidato republicano a la presidencia. Y lo más grave para él, su adversario Obama tiene ahí precisamente su punto fuerte: la gente lo quiere y lo respeta.

Romney entonces no pretendía mucho en este frente. Tenía claro el desafío por supuesto, pero sabía bien sus limitaciones y que nunca estaría a la altura de Obama. Como dijo alguno de sus asesores, todo lo que buscaban era que la gente conociera ese otro lado de Romney y que terminaran, si no queriéndolo, al menos respetándolo.

Lo que hizo Romney fue utilizar la familia, tanto a sus padres como a su esposa e hijos, para intentar mostrar ese lado humano que hasta ahora le ha hecho falta. También habló de su religion mormona y del espíritu de comunidad que viene con ella, como parte importante de lo que es la vida de ese Mitt Romney que muchos sólo conocen como el ejecutivo brutal y sin sentimientos, interesado únicamente en las ganancias.

De sus padres dijo que estuvieron casados por 64 años y que el secreto de ese matrimonio feliz había sido que su padre le llevaba una rosa cada día a la esposa. Que el día que la rosa no apareció en la mesa de noche de la mamá, así fue como él se dio cuenta de que el padre había muerto. "Mi mamá y papá fueron verdaderos socios, fue una lección de vida que me influyó diariamente con el ejemplo", explicó Romney.

Romney habló también de como ese padre de origen humilde, quien nació en México por cierto (en esa época muchos mormones se fueron al vecino del Sur debido a que en Estados Unidos estaba prohibida la poligamia), cuando regresó se fue a vivir a Michigan, donde aún sin estudios universitarios hizo dinero y se convirtió en gobernador y en presidente de la automotriz General Motors. El propósito aquí era meter la idea de que la vida de privilegio y dinero de los Romney no fue de siempre. Que fue ganada en base al trabajo familiar tanto de su papá como luego de Romney mismo al frente de su propia compañía.

Después vendrían otras historias sobre su propia familia con su esposa Ann y los cinco hijos. Algo habíamos escuchado de esto el otro día cuando la esposa precisamente tomó el podium. En algunos momentos del discurso, Romney mostró verdadera emoción y hasta pareció que se le cortaba la voz. En general, Romney consiguió lo que buscaba. Insisto, no es que de la noche a la mañana con un discurso la gente lo vaya a querer, pero al menos mostró algo más de lo que había enseñado en la campaña y en las primarias republicanas.

Hay un lado humano en ese Romney, es el mensaje. Ese ejecutivo y multimillonario es también padre de familia con sentimientos y quien honra a sus padres y quien también hace trabajo humanitario con su iglesia. Queda por ver si esto será suficiente para siquiera acercarse a Obama en ese terreno de generar simpatías y conexión con el público.

En el otro aspecto de los objetivos del discurso de Romney, en lo de convencer a los votantes de que tiene un proyecto de país que vale la pena y que por tanto hay que dejar a Obama, el asunto es más complicado. Es posible que haya conseguido el objetivo -lo veremos en los comentarios y todo lo que se diga los próximos días en redes sociales y demás- pero lo cierto es que en el discurso mismo Romney ni mostró esa visión y mucho de lo que dijo fue incompleto o no toda la verdad.

Cuando Romney habla de los Estados Unidos que él y sus colegas republicanos quieren, se refiere a un país que era fuerte, que regía el mundo y en donde no había el desempleo que hoy existe. El problema con esto es que el mundo ha cambiado. Estados Unidos no puede ser el mismo de los años 50s, 60s o 70s, donde había esa clase media que prosperaba de generación en generación y en donde aun con la Unión Soviética en el escenario, nadie dudaba del poderío del país. No es que hoy se dude del poderío de USA, es simplemente que no se tiene como pagar por ese poderío.

Esto del desempleo se repite una y otra vez en el discurso republicano, y por supuesto fue una de las piezas centrales de la acusación de Romney contra Obama. El desempleo por supuesto, es imposible negarlo. Pero el problema es que no es tan simple terminar con él. Tiene que ver no sólo con las condiciones de la economía de Estados Unidos -entre otras razones por el derrumbe de la industria de la vivienda y similares, que por cierto Romney lo ignoró- sino también por lo que sucede en la economía internacional.

Es de ingenuos denunciar el desempleo y en la siguiente frase decir que se crearan 12 millones de trabajos con entre otras cosas recortes de impuestos y la derogatoria de la ley de salud. Esa misma realidad capitalista de la cual Romney es un campeón y supuestamente un experto, es mucho más compleja. Baste decir, por mencionar uno de los tantas áreas de este rompecabezas que es hoy la economía nacional e internacional, que esos recortes de impuestos que se dieron en la última administración republicana son en parte responsable del inmenso déficit estatal.

Siempre en esta idea de culpar a Obama del desempleo y demás males que aquejan al país, Romney hizo una omisión imperdonable. El candidato pareciera olvidar que mucho de lo que ha sucedido en los tres años y medio de la Administración Obama tiene que ver también con lo hecho o no hecho por los legisladores republicanos. Cuesta creer lo que dijo Romney de que cuando Obama llegó al poder los republicanos lo veían bien y le dieron el beneficio de la duda. Como sugiriendo que nunca hubo animadversión hacia el Presidente y que lo que consiguió, o no consiguió, es únicamente su responsabilidad.

De nuevo, no es serio decir esto. Romney parece olvidar que los congresistas y senadores republicanos -con contadas excepciones- obstaculizaron siempre todo lo que el gobierno de Obama quiso hacer. O aún más, se habla del desempleo y de un país en crisis, con dudas e inseguro de sí mismo, como que si la Administración Obama es la responsable por todo lo que ha sucedido en las últimas décadas de la historia.

¿Que acaso no hubo por ocho años antes de Obama una Administración Bush la cual inició las dos guerras que no sólo han causado un tremendo agujero en el presupuesto estatal sino además fueron centrales en esa pérdida de prestigio de Estados Unidos en el mundo? Es cierto, Obama tiene que tomar responsabilidad por lo hecho en su gestión, pero también no se vale pretender que la gente ignore lo que ha hecho el partido republicano en estos últimos tres años y medio.

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Pero bien, pareciera que esto de apegarse a la verdad no es el plato fuerte de esta campaña presidencial. Ya lo decía un asesor de Romney el otro día cuando señalaba que no dejarán que su estrategia de campaña esté limitada, presionada o lo que sea, por esos que quieren siempre "verificar los hechos". Bienvenida entonces esa otra realidad construida por ellos mismos.

Y no se crea que esto no funcione. Otra de las cosas en las que Romney y los varios oradores republicanos martillaron durante la convención fue esa idea de que Obama ha defraudado y que por tanto no debe ser reelecto. Sin analizar el contexto de la frase -por qué ha defraudado, quiénes son también los culpables, etc.- el punto es que de tanto repetirse algo va quedando. Veremos si en los sesenta y tantos días que quedan de campaña Romney logra convencer a los indecisos de que esto es cierto, de que Obama y nadie más es el culpable de los males del país. Y de que por supuesto, independiente de lo que digan "los hechos", acepten y confíen en la visión de país que propone el candidato republicano.

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