El lado humano de Romney: Su mayor ventaja, su mayor obstáculo

El principal desafío de Mitt Romney en la convención Republicana es mostrar ante millones de televidentes quién es verdaderamente ese ejecutivo y multimillonario de cuya vida personal se sabe muy poco y quien es visto por muchos votantes como alguien lejano y misterioso. Su principal desafío es Romney mismo.
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El principal desafío de Mitt Romney en la convención Republicana es mostrar ante millones de televidentes quién es verdaderamente ese ejecutivo y multimillonario de cuya vida personal se sabe muy poco y quien es visto por muchos votantes como alguien lejano y misterioso. Su principal desafío es Romney mismo.

No obstante que Romney compitió en la primaria republicana hace cuatro años, y que en este ciclo electoral también ha estado en campaña por al menos los últimos dos años, en gran medida la gente no sabe quién es. Mucho de lo que se sabe de él ha sido por la definición de sus rivales, primero sus colegas republicanos en los largos meses de primarias y luego el Presidente Obama y los demócratas una vez que se inició la campaña general por la elección de noviembre.

Esta imagen que se ha dado del candidato republicano, o al menos la imagen que se ha formado el público, es la de alguien que tuvo mucho éxito en los negocios, que ha cambiado con frecuencia sus posiciones en los diferentes temas que son sujeto de las campañas políticas y que se supone tiene buenas ideas para mejorar la economía.

Lo que ha faltado es conocer al Romney ser humano, al que según sus asesores y amigos, es un hombre de familia, alguien muy cercano a su Iglesia mormona y quien no es cierto que sea el capitalista brutal sin sentimientos a quien nunca le tembló la mano para despedir trabajadores.

Normalmente en una elección presidencial a un candidato le haría falta mucho más que simplemente presentarse ante la nación para tener oportunidad de ganar la contienda. Tendría que convencer a los votantes de que sus propuestas son buenas, de que tienen posibilidad de aplicarse y por supuesto de tener éxito, y lo más importante, que su visión sobre el país, y el futuro, es creíble y atractiva.

En el caso de Mitt Romney es diferente debido a la particular situación que se vive en esta elección. Él tiene en cierto sentido la ventaja de que no se le pide mucho de "planes, propuestas y demás" debido a que aun sin decir gran cosa está literalmente en un empate técnico con el presidente. O dicho de otra manera, no es que los republicanos no hayan dicho mucho, es que no se discute a fondo sus planteamientos o todo lo que han incluido en su plataforma electoral.

La razón por la cual aun sin examinar a fondo sus planteamientos Romney está dando la batalla a Obama, es por la situación económica que vive el país. Con el índice de desempleo que existe y con el porcentaje de gente que señala que está insatisfecha con la marcha del país, es casi un milagro que las encuestas señalen este empate técnico.

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En cualquier otro ciclo presidencial, el ocupante de la Casa Blanca estaría ya casi listo para irse a su casa. No ha habido presidente que se haya reelegido con los números que tiene Obama en desempleo, insatisfacción con la marcha del país y en aprobación del público (el mandatario casi nunca llega al 50%). El presidente de Estados Unidos está en la pelea fundamentalmente porque mucha gente lo quiere, lo admira y/o lo respeta. Lo que es el principal fuerte del candidato demócrata es la principal debilidad de quien pronto será el candidato oficial republicano.

Muchos podrían argumentar que es ridículo esto de que no se discuta a fondo las propuestas de los republicanos, o de Romney mismo, y que se diga que lo único que el candidato necesita es mostrar su lado humano o ser mejor conocido por los votantes. Aceptamos el argumento, pero el punto es que esto es lo que es. Las encuestas señalan que aun con muchas de las barbaridades que se han incorporado en la plataforma republicana aun así él está en la pelea con Obama (un ejemplo de estos puntos extremistas es que los republicanos se oponen a toda clase de aborto, aun si es producto de una violación).

Hay que añadir además que el republicano no necesita convencer a mucha gente. Sucede que el país está dividido en las preferencias electorales y que hay varios estados que ya se sabe que votarán demócrata o republicano (California, New York, Texas, etc.). La pelea está centrada básicamente en diez u once estados que pueden votar en uno u otro sentido (Florida, Iowa, Colorado, etc.). Y aun en estos estados, son sólo ciertos condados los que definirán el rumbo de ese estado en particular.

Por cierto, no queda claro cómo le hará Romney para convencer a los votantes latinos que residen en esos estados todavía en disputa y que, por decir algo, les importe el tema de inmigración. Uno pensaría que un latino que viva en la Florida o Colorado, por ejemplo, sólo votará por Romney si lo de inmigración le tiene sin cuidado. La plataforma republicana habla por ejemplo, de que los indocumentados se tienen que auto deportar, que hay terminar el muro en la frontera con México y que hay que decretar el uso obligatorio del sistema E-Verify antes de contratar a cualquier empleado.

Pero volvamos a lo que tiene que hacer al republicano esta semana en Tampa. El candidato republicano la tendrá difícil ya que esto de mostrar su lado humano no le sale con naturalidad. Romney ha vivido la mayor parte de su vida como un ejecutivo en el cual la principal preocupación es conseguir buenos resultados, en particular resultados financieros. Mientras hubiera ganancias, Romney no tuvo nunca necesidad de abrirse ante el mundo, de mostrar que supuestamente es alguien que tiene los pies sobre la tierra y que es capaz de establecer una conexión con el ciudadano de a pie.

Esto de la conexión se dice fácil pero no es tan simple, particularmente porque el intento de la conexión surge del candidato pero es el votante quien la determina. Es el votante el que debe sentir esa conexión visceral, esa cosa en el estómago cuando escucha o ve al candidato presidencial. Es una mezcla de confianza, de empatía, de que le cayó bien, de que es alguien que entiende su mundo. Por hoy lo que sabemos de Romney, en parte por lo que es cierto y en parte por el bombardeo de los anuncios de la oposición, es que el ex gobernador de Massachusetts es un individuo que tiene un montón de propiedades, una fortuna de 250 millones de dólares, que su mujer tiene dos Cadillac, que tiene cuentas en Suiza y compañías en las Islas Caymán. Y que además, no quiere mostrar sus declaraciones de impuestos (él sólo ha mostrado la declaración de 2010).

Según los asesores de Romney no esperan que el candidato consiga ni de cerca los niveles de aceptabilidad que tiene Obama. Que saldrán satisfechos de la convención si consiguen que al menos la gente respete al candidato, que se les pueda convencer que es un hombre de carácter que comparte sus valores. Y lo más importante, o lo que envuelve todo este ir y venir de Tampa y demás, que el candidato republicano se gane la confianza de la gente. Vaya desafío.

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