El futbol según Eric Hobsbawm

Si la historia del balompié fuese escrita por Eric Hobsbawm, el fútbol practicado por Holanda en los setentas o por el Barcelona en la actualidad sería su objeto de estudio. Ambos equipos estarían expuestos en su obra como factores de cambio y definidores de sus épocas. Los nombres propios serían borrados bajo su concepción poco convencional de la historia: a ésta no la definen los grandes eventos orquestados por grandes hombres.
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.

erichobsbawmyt

Si la historia del balompié fuese escrita por Eric Hobsbawm, el fútbol practicado por Holanda en los setentas o por el Barcelona en la actualidad sería su objeto de estudio. Ambos equipos estarían expuestos en su obra como factores de cambio y definidores de sus épocas. Los nombres propios serían borrados bajo su concepción poco convencional de la historia: a ésta no la definen los grandes eventos orquestados por grandes hombres.

El siglo XIX, que tanto estudió Hobsbawm, fue el tiempo en que se instituyeron las tradiciones o días nacionales. Desde 1880, los franceses celebran el día de la bastilla. En 1820 se llevó a cabo la primera celebración de un cuatro de julio en los Estados Unidos. En 1892, y con motivo de los cuatrocientos años del primer viaje de Cristóbal Colón, los españoles decidieron realizar una serie de eventos para festejar oficialmente el descubrimiento de América.

En 1871 el recién fundado Imperio Alemán decidió festejar cada dos de septiembre el Sedantag. Esa fecha se institucionalizó como el día nacional para conmemorar la victoria del Rey de Prusia, Guillermo I, en la Batalla de Sedan durante la guerra Franco-Prusiana. Sedan marcaría el inicio del estado moderno alemán bajo los órdenes de Otto Von Bismark. En ese decisivo enfrentamiento, el Mariscal de campo alemán respondía al nombre de Helmut von Moltke.

A partir del siglo XX, un brazalete identificaría al nuevo mariscal en cada nueva expedición alemana para conquistar el mundo. El gafete ha sido intercambiado entre Fritz Walter y Uwe Seeler. En la época dorada de la selección, Franz Beckenbauer lo portó cuando levantó la segunda copa para Alemania. En el colofón de la Guerra Fría, Karl-Heinz Rummeniegge lo defendió con valentía hasta que lo cedió a la leyenda Lothar Mattäus.

Michael Ballack fue designado como capitán de los germanos para conducir a su compatriotas a la conquista del mundial en su país durante el verano del 2006. Con los ojos puestos en el poderío de Alemania a nivel mundial, y con el mismo estilo de Otto Von Bismark, Ballack decidió que el mundial disputado en casa no se ganaría con un fútbol ofensivo y colectivo, sino con el hierro y la sangre que forjó al Imperio Alemán.

La tropa alemana cayó ante los italianos, pero Ballack regresó al frente para comandar la expedición en Austria y Suiza durante la Euro 2008. La armada invencible los dejó a un paso del campeonato. Fue el último partido, en un torneo internacional, en el que Ballack portó la máxima distinción para un futbolista alemán.

Explicar el proceso futbolístico de Alemania en las últimas copas del mundo, bajo la perspectiva de Hobsbawm, implica excluir a Michael Ballack. Lo anterior no implica que uno esté a favor de la decisión de Joachim Löw sobre la exclusión del jugador del equipo nacional. No es una cuestión de metodología; es simplemente una cuestión de puntos de vista, de diferentes interpretaciones de un mismo hecho.

En el momento en que Philip Lahm decidió hacer pública su decisión de no regresar el brazalete de capitán, Michael Ballack quedó sin defensa ante el juez de la historia. El equipo alemán brindó una de las más brillantes actuaciones en la Copa del Mundo celebrada en Sudáfrica 2010. Se habló de una revolución; se dejó a un lado el carácter físico y agresivo con el que era asociado el fútbol alemán. Un grupo de jóvenes desbancó de la memoria colectiva la semifinal del 2006 y la final del 2002: ambas obras confeccionadas por Michael Ballack.

Para Eric Hobsbawm las tradiciones son inventos. Portar el brazalete de capitán es un invento alemán diseñado para explicar cierta continuidad con un pasado distante y hegemónico. Según el historiador, lo que crea a una nación es el pasado; en el ideario alemán, los capitanes y cancilleres son los que la producen. Michael Ballack recordará su historia en la selección de la misma manera engreída y evanescente con la que dirigía a su equipo. La historia oficial lo recordará como un capitán sin honores.

También en HuffPost Voces:


Carlos Hernández es articulista de La Ciudad Deportiva.

Popular in the Community

Close

What's Hot