Rumbear y morir en una cárcel venezolana

Luidig ha llevado plomo en la vida... literalmente, plomo: balas. A sus 33 años ha recibido 15 balazos... su cuerpo es un lienzo lleno de pinceladas de violencia y maldad. Su historia personal es la de muchos venezolanos, muchos latinos. Es el cuento que no se acaba. Pero más allá de cuento, es la realidad, dura como una pedrada en la frente de alguien que se dio una, dos y tres vuelticas por el infierno y regresó ¿atormentado?, ¿liberado?, ¿aleccionado?... ¡quién sabe!
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.

Siluetas que se contonean. Gritos, bailes cadenciosos, sudor, deprave... deprave... deprave... apetito sexual. Ganas... sexo... Luces multicolores que van y vienen; que se mueven y desvanecen como los deseos en una noche de pasión carnal. Y una pista de baile repleta de gente que goza. Esto es una rumba. Una celebración. Risas y murmullos y lamidas de cuello sin discreción alguna... y la música, ¡la música!... una voz impregna cada milímetro de este recinto. La voz, en tono casi orgásmico, repite: "¡Loca, loca, loca!", y uno piensa: ¡esa es la voz de Shakira!. Es única. Esa sexy mezcla de falsetto-con- gemidos-con-decadencia-post-tropical se puede identificar sin ningún problema en cualquier parte de la galaxia... incluso aquí, ¡aquí!, en este horrible rincón del tercer, cuarto y quinto mundo..., en este lugar a donde vienen a parar todos aquellos seres que se han dedicado a no otra cosa sino hacer el mal... hacer mucho mal y hacerlo todas las veces que sea posible y de todas las formas en que físicamente es posible durante su estadía en este vicioso planeta.

Todos y cada uno de los que están en esta pista de baile han cometido un crimen, al menos uno. Pero... ¿qué lugar es éste? La canción de Shakira finaliza y el DJ rápidamente conecta otro tema que mantiene el mismo fervor... ¡Esto está buenísimo!... claro, considerando que la nefasta locación es "Tokio", la discoteca que está dentro de Tocorón, prisión de máxima seguridad ubicada en el estado Aragua de Venezuela... un verdadero reino de terror y violencia, donde la degradación humana se saborea entre caladas a pipas de crack.

No solo en Tocorón sino en todas las cárceles venezolanas, manda la ley... la ley del Pran (líder de la prisión). Todo es posible. Cualquier tipo de perversión. Aquí no son los sueños sino las pesadillas las que se hacen realidad.

Es fin de semana. Se prende la fiesta en la discoteca Tokio del penal de Tocorón. Recientemente fue remodelada. Hay luces de neón, butacas cómodas; funciona de viernes a domingo. Una de las visitantes (sí, la gente del "exterior" puede entrar con la venia del Pran), Kenlin Alexandra Durán Contreras, una chica de apenas 18 años de edad, está bailando como si la vida misma dependiera de ello. Todo es felicidad. Baile. Drogas. Licor. Con esas tres palabras se resumen su excesiva, incoherente y lamentable visita a esta discoteca del mal.

Al tercer día, Alexandra cayó desplomada. Su cuerpo, sin vida, colapsó. Murió en la pista de baile. Pero la fiesta continuó y continúa. Todas las prisiones venezolanas tienen lugares similares a "Tokio"; en Yare los presos disfrutan de "Cocobongo"; en la cárcel de Nueva Esparta funciona el "Yate Club". Todos controlados por Pranes. Todos forman parte de una horrible y asquerosa estructura mafiosa que llega hasta donde sea que tenga que llegar.

Iris Varela, ministra de asuntos penitenciarios, dice que todo marcha bien en las cárceles, ahora la entiendo... al igual que la entienden muchos de los reos que, justo en este momento, se meten pases de cocaína y bailan pegadito de alguna prostituta cara en "Tokio", con dos 9mm metidas en el pantalón. ¡Bienvenida sea la justicia!

Cárcel o infierno
Mención aparte merece la historia de Luidig Ochoa, venezolano nacido en el estado Aragua. Él logró extraer lo peor de este sistema carcelario y lo convirtió en arte y negocio. Luidig ha llevado plomo en la vida... literalmente, plomo: balas. A sus 33 años ha recibido 15 balazos... su cuerpo es un lienzo lleno de pinceladas de violencia y maldad. Su historia personal es la de muchos venezolanos, muchos latinos. Es el cuento que no se acaba. Pero más allá de cuento, es la realidad, dura como una pedrada en la frente de alguien que se dio una, dos y tres vuelticas por el infierno y regresó ¿atormentado?, ¿liberado?, ¿aleccionado?... ¡quién sabe! Lo importante es que Luidig salió de la cárcel (de La Planta y Tocorón) y, más allá de seguir perdido tan a la deriva como un navío sin brújula zarandeado por un océano de problemas, le dio un STOP a su existencia.

Lejos de la pistola 9mm tomó el mouse de la computadora y ¡bum!, como un metrallazo se soltó su creatividad; los recuerdos de esos 5 años en prisión que le tocó pagar porque "le di unos tiros a un señor", recuerda Luidig.

Y con la libertad llegó su nueva -y tal vez única- oportunidad de seguir vivo. Ochoa agarró un bolso, metió franelas y jeans y se fue de Maracay a Caracas. Quería escapar del viejo círculo de miedo y asco de sus compinches aragüeños. En la capital encontró amigos que apoyaron su creatividad y luego de echarle ojo a cuanto tutorial de animación se encuentra online utilizó sus malos recuerdos, los atrapó y moldeó hasta parir "Cárcel o Infierno": Una serie animada transmitida en youtube.com que él escribe, dirige y anima y que pronto será llevada al cine.

Cientos de miles de personas han visto cada capítulo; sufren y gozan con las desventuras de los personajes que, como mejor puede, sobreviven tras las rejas. "Inicialmente no lo hice con deseos de mostrárselo al público. Es más, tampoco lo hice motivado a llevar a nadie a reflexionar o sugerir que nadie se meta en ese tipo de vida", declara Ochoa.

Actualmente Luidig está enfocado en la película "Cárcel o Infierno". Pero ahora con gente de carne y hueso. Ahí será su debut como actor y el de varios de sus amigotes. Luidig pudo saltar el abismo que separa a los privados de libertad del resto de lo que llamamos humanidad; llevó su originalidad, talento y chispa a un producto llamado "Cárcel o Infierno". Esto es un logro. Pero su caso es raro, casi único. Tal vez muchos amigos de Ochoa también lograron salir de alguna cárcel y, para mal, comprobaron que el infierno los sigue... cerquita, y les murmura al oído que deben seguir haciendo de las suyas, seguir haciendo el mal. Y así... otra vez... un ciclo que no debería existir, sigue perpetuándose hoy... mañana... pasado...

Luidig Ochoa
LEO RAMIREZ/AFP/GettyImages
Luidig Ochoa dibuja un personaje de su serie animada "Carcel o Infierno" durante una entrevista en un centro comercial de Caracas el 22 de agosto de 2012.
Luidig Ochoa
LEO RAMIREZ/AFP/GettyImages
Luidig Ochoa dibuja un personaje de su serie animada "Carcel o Infierno" durante una entrevista en un centro comercial de Caracas el 22 de agosto de 2012.
Luidig Ochoa
LEO RAMIREZ/AFP/GettyImages
Luidig Ochoa dibuja un personaje de su serie animada "Carcel o Infierno" durante una entrevista en un centro comercial de Caracas el 22 de agosto de 2012.
Luidig Ochoa
Caricatura de Luidig Ochoa.

EN VIDEO, UNA DE LAS 'RUMBAS':

Popular in the Community

Close

What's Hot