Bienvenidos a la república bolivariana de Chinazuela

Supongo que la buena noticia es que, al menos por como marchan las cosas en Venezuela, no habrá escasez de comida china durante unos 500 años.
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Uno de mis " guilty pleasures" es la comida china, casi toda. Podría comerla a diario y, a pesar de que el mundo continúe cayéndose a pedazos gracias a las atrocidades humanas, me sentiría feliz: la idea de atragantarme con arroz frito, lumpias, cerdo, y lo que sea que me sirva algún chinito en un restaurante que -si es de categoría- tendrá una pecera con enormes e intimidantes animales de ojos saltones y aletas brillantes, es sencillamente casi poética y tan brutal, exagerada y satisfactoria, como los orgasmos que se obtienen en estado de ebriedad.

Entonces supongo que la buena noticia es que, al menos por como marchan las cosas en Venezuela, no habrá escasez de comida china durante unos 500 años. Y no me sorprendería despertar un mal día y que mi mujer me sirva el nuevo desayuno nacional: sopa de wonton y chop suey...

En ese mortificante instante, me levantaré, arrojaré los platos contra la pared y gritaré (olvidando el éxtasis que en alguna época muy muy lejana me causaba la comida china): "¡Quiero una arepa!"... y mi mujer -una agente infiltrada del nuevo servicio secreto chino-venezolano, sacará cadenas y esposas, aparecerá una patrulla con sendos uniformados asiáticos tan despreciables como una mala suegra, y me llevarán directo a una horrenda prisión (luego de darme cuatro patadas de kung-fu) donde me toparé con decenas de degenerados y enfermos sexuales que, igual que yo, hace años no se comen una arepa ni un pabellón criollo. Y todo eso porque Venezuela debía tanto dinero, que terminó hincada y entregada a los extraños intereses chinos.

Deuda es deuda
Venezuela vive en una gran mentira. O mejor escrito: el Gobierno venezolano trata de subsistir dentro de una gran burbuja de mentiras. Todos los días aparece Nicolás Maduro y su nightmare team repitiendo palabras como socialismo, inclusión, misiones, pueblo, poder, igualdad, felicidad, prosperidad... ¿felicidad, prosperidad? Bull...! Nunca nadie ha dicho tantas mentiras, tantas boberías durante tanto tiempo y a la espera de salirse con la suya. ¿Gobierno socialista? ¿Gobierno para el pueblo?... solamente un grupo integrado por cucarachas muy pero muy maléficas -como el que lidera Maduro y los Castro- puede tener tan pocos escrúpulos como para mostrar una bandera de rechazo contra el capitalismo, alegando que el socialismo es la solución a todo; teniendo en consideración que gracias a estas políticas Venezuela está arrinconada contra el muro de la ruina total... ¡¿Cuánto LSD puede consumir un ser humano para creerse el cuento del socialismo?!, ¿cómo creerlo?, cuando -como Gobierno- tienes una deuda con los chinos -¡solo con los chinos!- que supera los 54 mil millones de dólares. ¡54 mil millones de dólares!, mientras que el pueblo no consigue comida ni medicinas. El discurso, las palabras baratas de Maduro y su Gabinete, insisten en que todo marcha bien, que la economía y el resto de la nación va en rumbo positivo, impulsada por el halo todopoderoso de las enseñanzas chavistas...

"Venezuela lleva un rumbo armónico, coherente", es lo que dice Maduro en un programa de TV justo en el momento en que redacto estas líneas, y añade que esto es a pesar de que la oligarquía y los gringos están aplicando una guerra económica. Otra vez el cuento de guerras... culpas a terceras naciones... a entes malignos que solo Maduro puede ver... pero, al fin y al cabo, son excusas ante la forma en que Nicolás Maduro maneja la economía venezolana... similar a un ciego manejando un Ferrari sobre un campo minado.

Satélites estrellados
La gran respuesta del Gobierno es que todo lo relacionado con China está apuntalado por convenios en los que la relación es ganar-ganar. Y que hay muchos proyectos que desarrollarán los chinos en Venezuela, que terminarán favoreciendo a los venezolanos. Sin embargo, uno de los enormes problemas es que la mayoría de esos proyectos son desconocidos por la opinión pública. Aparentemente hay decenas de ellos pero... ¿de qué tratan, para qué sirven, quién se beneficia? Ni idea.

Curioso es el caso de una fábrica de satélites chinos que se está construyendo en una extraña locación: Borburata, municipio Puerto Cabello, estado Carabobo. No podría imaginar un lugar más extraño para colocar una fábrica de satélites. Y es que Borburata es un poblado rural costero, humilde, carente de buenas redes viales; no hay grandes comercios, ni centros educativos... es decir, en ese lugar antes de colocar una fábrica de satélites sería mejor instalar un hospital o escuelas o mercados populares...

satelites

¿Y qué opinan los vecinos de esta zona?, están felices porque suponen que esa enorme construcción (que lleva tiempo totalmente paralizada) les ayudará a mejorar su servicio de Direct TV, "porque se va la señal cuando llueve".

En el 2013, 34 jóvenes ingenieros venezolanos fueron llevados a China, específicamente a Instituto Shenzhou de la Academia China de Tecnología Espacial (ACAST), y ahí -según- los instruyeron para construir satélites pequeños (¿?). Al regresar, no se supo más de ellos. A los asistentes no se les permite ofrecer entrevistas a medios de comunicación y lo que sea que hayan aprendido todavía no se ha puesto en práctica, dado que la sede de la fábrica en Borburata está cerrada. Ya no hay obreros que coloquen bloques para construir sus paredes ni planes cercanos de ver algún satélite con sello MADE IN VENEZUELA. Solo Maduro y Xi Jinping conocen realmente los detalles de esta enorme hipoteca con la que el gigante asiático está devorando salvajemente la independencia venezolana.

Pero la buena noticia, dirán algunos, es que al fin los chavistas hicieron realidad su eterna pesadilla: terminaron entregados a un "Imperio"... el gran imperio de Oriente.

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