¡Qué chévere es ser chavista! (... y ver el mundo al revés)

En la mente básica de un chavista no se puede entrar ni con vaselina; es tan cerrada como la entrepierna de una pubertosa que considera que si entrega su virginidad caerá en el foso de los pecadores
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Estoy viendo un discurso de Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela: "Encuentro con las Ubch, rumbo al II Congreso del Psuv", es el título de la reunión. En definitiva, es como asomarse a un complejo y muy extraño universo paralelo.

Todos visten de rojo, hablan de las maravillas que está haciendo la Revolución en un país donde todo es felicidad y aplauden a Diosdado, quien habla en un código que solo sus seguidores no solo entienden sino que digieren y aceptan ("hay que ayudar al compatriota Maduro en su gesta de batalla; hay que luchar contra la artillería imperialista" ¿WTF?).

En fin, toda esta verborrea salvaje, donde confluyen odio, resentimiento, nefastas y psicodélicas utopías, me llevó a recordar los encuentros con amigos y conocidos chavistas y el tapón cerebral que tienen y les impide -siquiera- expandir su línea de razonamiento para albergar y considerar otros puntos de vista que no sean los que sus amos les han atornillado en la psique desde hace 15 años, hasta convertirlos en virulentos autómatas del pensamiento atrapados en una cápsula que cada día se va hundiendo en el fango del fracaso nacional.

Y entonces la gran moraleja es: en la mente básica de un chavista no se puede entrar ni con vaselina; es tan cerrada como la entrepierna de una pubertosa que considera que si entrega su virginidad caerá en el foso de los pecadores... y jamás retornará al mundo de la virtud.

No importa el grado de enajenación de los comentarios de la jerarquía oficialista, un buen chavista creerá lo que sea que le digan que debe creer. Pensar, reflexionar, no está permitido.

Entonces al ver programas de tv en el canal del Estado o en la Radio Nacional, los periodistas súbitamente se convierten en simples charlatanes que repiten y repiten lo que diga Maduro y su clan.

Fue cuando comprendí que dentro de todo, resulta chévere ser chavista. Porque la vida real es dura y llena de complicaciones, pero al ser un devoto eunuco mental, el día a día transcurre tras un velo; es como habitar un mundo de fantasía (comunista y populista) de donde muchos no quieren despertar.

Las reglas diarias de los chavistas

Olvidemos eso de leer libros mega complicados como "Crítica de la Razón Pura" de Kant, o "Ulises" de James Joyce; ni siquiera es requerido tener un extenso vocabulario; con saber que existe un fulano llamado Galeano basta y sobra.

Un buen chavista, uno perteneciente al "soberano", puede subsistir y abrirse paso con un puñado de frases y palabras claves: "Independencia y Patria Socialista" (suerte de saludo en clave que usan los seguidores del comandante intergaláctico Hugo Chávez, cuando se la dan la mano y sueñan con la caída del Imperio gringo; "Viviremos y venceremos", con esta última se puede pasar todo el día un chavista caminando del timbo al tambo... es como una especie de mantra que los ayuda a respirar (aun cuando Hugo Chávez no está ni vivo ni triunfante). "Escuálido, oligarca, parasitario, imperialista, contrarevolucionario", con este grupo de palabras se puede dirigir hacia cualquier individuo que ande equivocado por la vida (o sea, que no sea chavista).

Hay que recordarlas todas. Porque, a pesar que el presidente Maduro diga que son minoría... a veces los "escuálidos" parece que son más que los chavistas.

Otro punto que denota importancia es que, como chavista, uno tiene el derecho a portar un salvoconducto con el que es inmune a cualquier falla/error/crimen que pueda cometer. Tan solo basta con repetir el siguiente enunciado: "fue culpa de...".

Para Chávez (y ahora Maduro) jamás ha existido la posibilidad de que Venezuela esté tan quebrada y destruida por alguna mala aplicación de políticas socio-económicas... ¡Ningún chavista es culpable de nada; ningún chavista debe admitir sus errores!, en el caso del país, hay un culpable, uno solo (y eso debe ser recordado y machacado), el único: "El Imperio".

Y esto se aplica a la vida cotidiana. Si un chavista engaña a su mujer, le dirá: "No fue mi culpa, es que la vecina me sedujo con sus tetas falsas e imperialistas y me obligó"; si un chavista roba algo en un tienda, se defenderá con: "es que me lo llevo porque hay que distribuir mejor los bienes". Si un chavista sufre dolor de muela, seguro alegará que Obama le implantó un nano chip en esa muela... porque al fin y al cabo, es un negrito al que le gusta torturar.

Para esta gente no existe la culpa... estamos mal... porque "ellos" (los malos), están bien. ¿Escasez?, no, no, no hay que equivocarse. Eso que llaman escasez no es culpa del Gobierno sino de algo muy peligroso llamado "Guerra Económica" y, bueno, también hay que pensar que ahora el pueblo tiene mucho dinero y cada persona compra diez veces más que antes... ¿El retorno de enfermedades como dengue y paludismo?, ah, eso es culpa de algún mono que se trajo un escuálido que llegó de vacaciones de África. ¿Inflación?, no, ¡ninguna inflación!, es que a los empresarios oligarcas venden a precios desproporcionados porque ellos no quieren s su país.

Y así, entre enormes contradicciones, mentiras y un océano de excusas, sobrevive un chavista del montón... sin darse cuenta, justamente, de que es parte de un montón... un montón que sigue tan humillado, pobre y sin futuro como siempre; un montón que sigue corriendo, jadeando detrás de un hueso seco y a punto de convertirse en arena... un montón que no tiene comida, agua, servicio eléctrico... un montón que no tiene ni siquiera con qué limpiarse el... un montón que jamás tendrá todo lo que tienen sus amos pero que le ofrecen no solo la rodilla hincada sino su orgullo y amor propio... ¿Y para qué? Para inflar el sueño de una "Patria" que no existe.

Crisis en Venezuela

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