El último conjuro de Jorge Giordani

Me voy a enfocar en ese parásito que recién saltó lejos, tan lejos como pudo (o hasta donde lo impulsó su cobardía) y abrió la puerta para que otros camaradas siguieran su ejemplo...
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Venezuelan Planning and Finance Minister, Jorge Giordani speaks during a press conference in Caracas on February 8, 2013. Venezuela said Friday it is devaluing its currency by 32 percent against the dollar. AFP PHOTO/ Leo RAMIREZ (Photo credit should read LEO RAMIREZ/AFP/Getty Images)
Venezuelan Planning and Finance Minister, Jorge Giordani speaks during a press conference in Caracas on February 8, 2013. Venezuela said Friday it is devaluing its currency by 32 percent against the dollar. AFP PHOTO/ Leo RAMIREZ (Photo credit should read LEO RAMIREZ/AFP/Getty Images)

Cuando pienso en Jorge Giordani -y tras leer su infame "carta" dirigida a Maduro y a quien tenga capacidad para leer palabras escritas por un delincuente lleno de miedo- me acompañan las imágenes de algún hechicero medieval. Suerte de mutante sacado de un mal capítulo de "Game Of Thrones" o, en su defecto alguna página imperfecta de "The Lord Of The Rings", que ha sobrevivido desde eras muy remotas, primitivas y súper violentas; usando magia y cocinando pociones durante una existencia dedicada a complacer al Señor del Mal, en cuanto capricho nefasto se le ocurre.

Pero que luego de varios milenios consumido en la dedicación extrema por las artes oscuras, entiende que el reino de su amo está próximo a sucumbir... bien sea por el exceso de codicia que fue corrompiendo el alma del máximo tirano -y su séquito- o, tal vez, por simples pero infinitas dosis de mediocridad, depravación, corrupción, decadencia y maldad, con las que trató a los pobladores de sus reinos. Es decir, los buenos tiempos de control absoluto están por llegar a un fin que, al menos, pinta será brutal. Entonces cuando este nigromante capta que ha sido dejado a un lado ante la aparición de nuevos magos que, al fin y al cabo, no saben ni la mitad de cosas horribles que él sabe hacer pero que de alguna manera seducen al amo, quien ya está aburrido del anciano, éste realiza un último acto; un truco que tiene más inteligencia que conjuros: públicamente anuncia las fallas de su -hasta ese instante- amo. Lo acusa de los males que aquejan al pueblo, enfatizando que él -siempre benévolo- quiso ayudarle con sus poderes pero el oscuro Señor no le prestaba atención. Y, tras emitir algunas palabras en un idioma olvidado por el hombre, desaparece... se esfuma... ¡kaput!... y justo ahí... arde el reino... y el gran castillo comienza a caer, ladrillo por ladrillo, con la huida de aquellos que juraron total devoción al Señor de la oscuridad, quien en medio de su debacle personal, solo se conforma con gritar salvajemente: "¡TRAIDORES!", mientras atisba -sin suerte y con desespero- encontrar una salida a este infierno que ya lo está consumiendo.

Y nadie busca al viejo hechicero... total, él ya resolvió su último truco: creó su salvoconducto... y como toda buena rata: saltó del barco antes que se hundiera.

¿Cómo fue que llegamos a "esto"?

Jorge Giordani, hoy convertido en una sucia rata saltarina, es tan culpable de la debacle venezolana como Hugo Chávez... todos son culpables, algunos en niveles mayores que otros, pero la verdad es que Hugo Chávez, ese engendro maléfico que, espero yo, esté girando eternamente en un pincho sobre la paila número 9 del infierno, armó un equipo de gobierno que logró lo imposible: quebrar una nación que posee -en exceso- todas las riquezas que la naturaleza pueda ofrecer... empezando por ese oro negro y maldito llamado petróleo.

Hoy, al analizar cada uno de los demasiados ministerios que conforman el Estado venezolano, no se encuentra un solo economista al frente de las carteras que tienen que ver con, justamente, eso.

No, todo lo contrario. La economía se ha entregado a todos los que pudieran garantizar su absoluta destrucción... y esto, supongo, es clave para comprender el nivel de locura que se apoderó de Chávez y de su hijo querido, esa inútil creación política de nombre Nicolás Maduro, al no asignar como ministros a gente especializada, a expertos... a lobos de la economía, sino a una banda de amigotes incapaces de generar políticas exitosas que se reflejen en mejoras para la sociedad.

Me voy a enfocar en ese parásito que recién saltó lejos, tan lejos como pudo (o hasta donde lo impulsó su cobardía) y abrió la puerta para que otros camaradas siguieran su ejemplo: Jorge Giordani. Su abominable manejo de las finanzas de la nación se extendió durante más años de los que el propio país aguantó. Giordani actuaba como un sabueso que perdió el olfato en plena cacería y no tiene la menor de idea de cómo capturar al zorro. Estaba perdido. Siempre lo estuvo. Pero Chávez no podía admitirlo. Su ego lo impedía.

Giordani aceptaba cualquier cosa que Chávez le ordenaba hacer y así, a paso rápido y con traspiés históricos, se fue derrumbando nuestro sistema económico: malas ideas tras malas ideas... todas horriblemente ejecutadas. Repartición de activos a otros países; acuerdos internacionales tan oscuros como el alma de un chulo. Al final, cuando Maduro lo removió de su cargo, lo que ha quedado es un país hincado, arrodillado y que pide misericordia. Un país sin rumbo, que gira buscando su propia cola como un cachorro inexperimentado. Pero detrás de este drama, regresamos a ese enorme y tétrico detalle: ¡Jorge Giordani no es economista, no es matemático, no es administrador!... ¡ni siquiera es venezolano, porque nación en República Dominicana!... ese viejo canoso con su sonrisa de reptil y su mirada acomplejada, es ingeniero electrónico... ¡Ingeniero electrónico! Y, a pesar de ello, ¡manejaba todos los negocios de Venezuela!...

¿Cómo pudo pensar Chávez que eso funcionaría bien? ¡Claro que no funcionaría bien! Aquello, ante los ojos de cualquier ser vivo, tenía ERROR tatuado en cada centímetro. Y no solo fue un error, Giordani fue una tragedia para Venezuela. Hoy las deudas que tiene el país son tan grandes y en tanto sectores nacionales e internacionales que es imposible saber por dónde empezar y cómo cancelarlas. Entre él y Rafael Ramírez (quien destruyó una industria tan sólida como -en algún momento fue- Petróleos de Venezuela) hay tanta culpa, tanta carga de negatividad... tanto poder para la desintegración, que no hay manera alguna en que la historia y muchos menos el Creador los absuelva de sus infames pecados.

Y, como si lo anterior no le importa a nadie... como si los errores pasados carecieran de importancia alguna... Nicolás Maduro por fin ha llamado a un economista a formar parte de su equipo de Planificación que buscará reestructurar el armatoste gigantesco y vulgar, llamado "Estado venezolano"... pero como los camaradas chavistas, en su afán por seguir en contra de las ideas sanas y exitosas; nadando contra la portentosa corriente del futuro, de los cambios... optan por traer a Orlando Borrego como economista estrella: un anciano cubano que fumaba tabaco y echaba cuentos utópicos con el Ché Guevara... imposible escoger un peor candidato... este nuevo Mesías del Castro-comunismo es el enviado para cumplir la epopeya de enrumbar la economía venezolana por sendas de éxito...

¿Alguien cree que esto, al igual que otras tantas ideas espeluznantes, tendrá un final feliz?, ¿hasta qué profundidad llegará la pierna de Maduro dentro de este pantano de ineptitud y cuándo comenzará a sentir las mordidas de las pirañas salvajes que ya están devorando su Gobierno?

En la -ya famosa- carta publicada por Jorge Giordani, que se titulaba "Testimonio y responsabilidad ante la historia" en el portal chavista aporrea.org, Giordani escribe lo siguiente: "El camino de desarmar y construir es arduo". Y tenía razón... supongo que por eso, decidió que no construiría nada, sino que se convertiría en un campeón desarmando y destruyendo; acabando con el sueño y las esperanzas de los venezolanos. Y, a cambio, les otorgaría una realidad llena de pobreza y drama.

Pues, gracias, Jorge. Giordani... Misión cumplida.

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