Carta a Hugo Chávez (en el infierno)

En serio, ¿por qué no te dedicaste a eso al menos, a rescatar a los niños de la calle? Claro, disculpa mi pregunta tonta: porque ellos no votaban. Hoy tampoco lo hacen. Hoy matan y roban a diario y han convertido nuestras urbanizaciones, barrios, calles y avenidas en descarados escenarios de horror.
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El Presidente de la Republica Bolivariana de Venezuela, Hugo Chavez Frias, en la rueda de prensa ofrecida a los medios de comunicacion internacionales en el Salon Ayacucho del Palacio de Miraflores.
El Presidente de la Republica Bolivariana de Venezuela, Hugo Chavez Frias, en la rueda de prensa ofrecida a los medios de comunicacion internacionales en el Salon Ayacucho del Palacio de Miraflores.

Comandante supremo y glorioso líder de este proceso indetenible, bla, bla, bla...

Hace dos años que estás muerto. Bueno, le fecha exacta de tu agónica despedida de este planeta solamente la conoces tú y ese nuevo -muy rojito y cornudo- Capitán que, imagino yo, a punta de azotes con látigos de fuego y baños de azufre, te tiene relegado a una profunda mazmorra oscura y llena del mismo aceite caliente en el que alguna vez juraste hervir a tus opositores políticos... porque hasta el propio Diablo le tiene miedo a tu maldad y, pendiente de tus malas y famosas mañas, sabe que si te da un centímetro de confianza vas a terminar llamando a Hitler y otros compañeros de celda igual de talentosos, para conspirar y tirarle un golpe de estado.

Porque supongo que ni el peor de los destinos eternos ha podido saciar esa brutal adicción al poder con la que pretendías calmar el hambre de un gigantesco ego que te llevó, en vida, a dar la espalda a tu propio país, a tu gente, a tus hermanos venezolanos, solo por conseguir el hipócrita aplauso, la interesada ovación de todos y cada uno de los extranjeros (naciones, particulares o empresas) a los que regalaste (sí, RE-GA-LASTE) valiosísimas porciones de lo que, en conjunto, forman parte del gran tesoro nacional y que hoy tanto necesitamos... la verdad es ésa, Hugo: entregaste el país. Lo regalaste.

Te gustaba tanto que en Cuba te trataran como el prócer que nunca fuiste que sucumbiste ante los Castro y les dejaste en bandeja de plata la nación que juraste defender. Y figúrate qué bien te salió la movida: Los Castro su chuparon como vampiros a nuestra Venezuela y el día en que olfatearon que ya poco o nada queda sobre la mesa, hicieron lo que era de esperarse: estrecharon la mano de EE.UU, para que cada imperialista pueda fumarse su Cohiba tranquilito en la patria de Elvis. Y tú... bueno, ya sabemos cómo terminaste.

Siempre pensaste que Venezuela era tuya, te pertenecía. Para ti, era un objeto frío y yerto, con el que jugaste a ser "grande". Y aprovechaste que la mayoría de los que aquí viven no poseían educación ni cultura para llevar al pueblo a una división que, al ser fertilizada por tu profundo rencor y resentimiento, rompió al país en dos mitades; acabando con familias enteras, con amistades entrañables... tu odio envenenó el espíritu de los que te seguían... tan solo los enseñaste a amarte a ti... "El Chavismo"... creaste tu culto. No una ideología política.

Tu discurso era: "YO". Porque esa estupidez del "El socialismo del siglo XXI" es algo tan imposible de explicar como cuando un borracho llega en la madrugada y su esposa lo está esperando: ¡solo le queda inventar a ver si sale de ese paquete! Ojalá hubieras dejado a un lado tus traumas y en vez de dividir, tu legado fuera de unión: entonces seguramente no estarías nadando y llorando en azufre, sino sonriendo en el paraíso.

Me encantaría saber por qué tus acciones, tu hablar, tu vida, evidenciaba tanto resentimiento. ¿Hacia quién? ¿Odiabas a los blancos "musiús" porque tú no lo eras?, ¿a los ricos, porque tampoco tenías una mansión? Aunque vamos a estar claros en algo: tus padres eran maestros, así que nunca debiste pasar el hambre que sí pasaron todos esos niños de la calle que TÚ prometiste salvar y llevar por buen camino y que hoy, ya crecidos, son los azotes de barrios y Pranes en prisiones: Hugo, eres el padre de la violencia que destruye a la República Bolivariana de Venezuela.

En serio, ¿por qué no te dedicaste a eso al menos, a rescatar a los niños de la calle? Claro, disculpa mi pregunta tonta: porque ellos no votaban. Hoy tampoco lo hacen. Hoy matan y roban a diario y han convertido nuestras urbanizaciones, barrios, calles y avenidas en descarados escenarios de horror.

Tantas marchas, tantos mítines, tantas cadenas de radio y tv, tantos insultos... tanto show innecesario... tanto tiempo perdido... años... ¡AÑOS!, más de una década se te fue y no cumpliste aquello de generar felicidad para todos. Cumpliste, eso sí, en ayudar a generar total riqueza a los inmundos boliburgueses que, ricos de la noche a la mañana, han mantenido y extendido tu importante herencia de corrupción.

Te llenabas la boca anunciado con orgullo la apertura de misión tras misión; de grandes misiones y otras aventuras populistas que se han convertido en un enorme pezón del que chupan los que no quieren hacer algo diferente a ser mantenidos por el Estados. ¿Por qué no obligaste a la gente a trabajar, a sudar, a ganarse el dinero? Porque como venezolano sabías la triste verdad: somos unos flojos.

El venezolano, el que es chavista puro, el que se faja a ver Venezolana de Televisión y logra sacar unos realitos por aquí y por allá (de misión en misión) y el fin de semana compra caraotas duras y dos pollos mientras se tomas unas cervecitas en la enorme cola del Mercal de la esquina, es un flojo, es una sanguijuela a la que ni de vaina intentaste incentivar a trabajar tan fuerte como sí lo hacen los italianos, chinos, españoles, portugueses, árabes y demás inmigrantes que han puesto pie en este país. Son ellos los que terminan contratando a los venezolanos.

Alguien debió darte un martillazo en la cabeza cuando, obviamente, comenzaste a perderla. Medio planeta terminó de verte como la burla que eras cuando realizaste aquel bochornoso acto de ¿necrofilia política? Solo a una pandilla de desajustados a la realidad se le ocurriría abrir la tumba de Simón Bolívar... ¿y para qué? ¿Para sacarle huesos y preparar protecciones con los paleros cubanos? Insisto, Hugo, en ese momento algún cuerdo debió machacarte el cráneo a ver si retornabas a tus cabales.

Tal vez así se hubiera salvado la mitad de los que ¿casualmente? Murieron tras estar presentes en tu oscuro y penoso espectáculo de brujería. Del grupo que estuvo ahí, acompañándote en su locura... ¿cuántos quedan vivos? Tú sabes la respuesta porque seguro el resto está contigo jugando dominó con bolas de fuego cuando Satanás les da un rato libre.

Nos dejaste a ese torpe grandulón (Nicolás) quien, por carecer de personalidad alguna, se conforma con llamarse "hijo de Chávez" y tratar de seguir la comparsa de ideas locas que condujeron -de tu mano- al abismo donde cayó Venezuela. Este personaje es como la rata que tienen en un laboratorio y le colocan dos recipientes con comida. Si selecciona la de la derecha, recibirá una fuerte descarga eléctrica que la dejará atontada un buen rato.

La rata probará una sola vez la comida que le da corriente, mientras que Nicolás Maduro sigue dándose corrientazos a diario; error tras error... mientras somete al país a un éxodo directo a un callejón donde la única salida huele a dolor y luto.

Tal vez tu mejor obra antes de morir pudo haber sido susurrarle a Nicolás Maduro: "Compatriota, me equivoqué... nada de lo que hice estuvo bien. Éste no era el camino. No sigas esta pendejera... toma otro camino. Trata de unir a la nación. No más odio. No más rojo... eso solo atrae sangre y ya se ha derramado suficiente. Levanta puentes, no los sigas derribando.

Sé tú mismo y elimina el círculo de ladrones que coloqué a mi alrededor y mantuve ahí porque me gustaba ser idolatrado por ellos... Y, siempre, en todo momento, piensa en el país y lo que es mejor para TODOS. Y no dudes preguntar a los que te siguen y a los que no también".

Pero imagino, Hugo, que no le mencionaste nada de eso... ¿o de repente sí y por eso te desaparecieron misteriosamente?

Bueno... creo que "por ahora" ya está bueno. Seguramente no tienes mucho tiempo para dedicar a la lectura en el averno.Y desde aquí, sobre los escombros de la Venezuela que arruinaste, te deseo una eternidad digna de lo que le hiciste a tu gente... ni más ni menos. Por cierto, ¿cómo es que te gustaba decir? "Patria, socialismo y muerte"... figúrate. Disfrutaste las tres.

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