El día miércoles 11 de marzo ocurrió por desgracia que un comentarista de modas de una de las cadenas de TV más grandes de los Estados Unidos, hizo comentarios hirientes sobre Michelle Obama. Estos comentarios no deberían tener lugar en los medios de comunicación, y no porque se quiera limitar la libertad de expresión, sino porque fueron despectivos, ofensivos e innecesarios.
El racismo es uno de los males más encostrados en este país, donde la mayoría de las personas que vivimos aquí lo hemos experimentado de una u otra forma -por el color de la piel, la preferencia sexual, la ascendencia, incluso hasta la forma en la que hablamos.
Como profesionista en medios de comunicación veo cómo los infortunados comentarios del Sr. Figueroa nos remontan a los años 50s, donde el color de la piel y la ascendencia ponían a las personas en diferentes categorías. Para muchos, el despido del que fue objeto puede parecer una respuesta excesiva por parte de la televisora, pero la realidad es que con la libre expresión viene también la toma de responsabilidad. A toda acción corresponde una reacción. Y aunque se considere que las acciones que se tomaron por parte de su empleador son injustificadas o precoces, para una gran mayoría de los que vemos televisión y trabajamos en los medios de este país nos parece un paso hacia la dirección correcta.
Como padres nos esforzamos en inculcar a nuestros hijos el respeto a los demás, a aceptar las diferencias -que para esta generación de niños es una cosa ya imperceptible- y también que las palabras hieren y que muchas veces cuando dices algo ofensivo -con o sin razón- no puedes borrarlo, aun con la más sincera disculpa. Las palabras, dependiendo de quien las dice y quien las escucha, se quedan grabadas en el alma y de ahí es muy difícil borrarlas. Hay que pensar antes de hablar, y si no tienes nada bueno o positivo que decir sobre una persona mejor no digas nada.
Como padres y como profesionales en los medios de comunicación, debemos de trabajar para crear un ambiente de respeto, que sea abierto para enriquecerlo con otras culturas e ideas y que genere un pensamiento progresista. Si los niños lo entienden y lo practican, ¿por qué a nosotros nos cuesta tanto trabajo?