Altruismo para recuperar el amor por Dios

El sufrimiento no es inútil: cumple una función pedagógica, es un mensaje para la vida presente. Sufrir constituye una alarma que indica que algo se debe cambiar; además permite recapacitar y pensar en lo malo que pasa.
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El altruismo es una práctica generalizada que permite a la gente sentirse bien, pues consiste en hacer algo para mejorar el estado de las cosas. Algunas de las formas más conocidas de altruismo son ayudar a los enfermos, a los discapacitados, a los ancianos, a los damnificados en desastres naturales, a los mendigos. El altruismo se manifiesta de muchas formas.

El trabajo social lo realizan quienes se dedican a brindar ayuda profesional a través de programas y organizaciones gubernamentales o privadas, como otra forma de altruismo. Desde luego, es bueno ayudar con las mejores intenciones a quien lo necesite. No obstante, la gran mayoría de los esfuerzos para contribuir a la sociedad no cuentan con la comprensión de la realidad ni de las causas de los malestares del mundo, una lamentable falta de visión que impide el pleno impacto de las obras.

¿Qué hacer para que la gente alcance una dimensión superior de comprensión de la realidad? Muchos de los problemas son causados por las acciones indebidas realizadas en la vida pasada, pero aceptar esto no es fácil. Debido a la educación de hoy en día, la gente no cree en la posibilidad de una vida anterior y por ello ignora las secuelas que dejó para la vida presente. Lo cierto es que tales reacciones explican, por ejemplo, por qué las personas son afligidas incluso desde la misma infancia, o por qué ni siquiera se les da la oportunidad de nacer. Se trata de la ley superior, la ley de acción y reacción, la ley del Talión. Entonces, cuando se ve a alguien sufrir (sin la causa aparente del dolor), se habla del impacto de las acciones de la vida previa.

El sufrimiento no es inútil: cumple una función pedagógica, es un mensaje para la vida presente. Sufrir constituye una alarma que indica que algo se debe cambiar; además permite recapacitar y pensar en lo malo que pasa.

El trabajador social debe entender, como todo el mundo, que toda acción tiene una reacción equivalente, y que cada ser es un alma responsable de sus actos. Cuando no tiene en cuenta que tanto las acciones buenas como las malas traen reacciones, trabaja sin una base sólida de conocimiento al ofrecer ayuda o al creer remediar circunstancias que incluso él mismo pudo haber ocasionado sin tener idea de lo realmente indicado para las personas. Es vital ser consciente de la causa de la problemática, así como del método a seguir para iluminar a alguien. Esto es necesario para penetrar la realidad y comprender las interacciones del Universo; de no ser así, todo permanecerá tras el velo de la incertidumbre y la ignorancia.

En el mundo de la acción y la reacción, el trabajador social tiene la gran responsabilidad de educar y apoyar, así como la tiene el sacerdote, el filósofo, el mejor amigo, el padre, la madre. El propósito de la educación es ayudar a la gente y a quien la imparte. Dios salva a aquellos que quieren salvarse.

El trabajador social debe ser consciente de que la bondad es una meta muy importante: sin ella no es posible el amor, y que sin amor tampoco hay bondad. La bondad es una cualidad que se debe cultivar, porque de lo contrario, por estar sujetos a la pasión y la ignorancia, se perpetúa el sufrimiento. El trabajador social genuino busca, además de eliminar el sufrimiento, ayudar a la gente a entrar en contacto con su identidad verdadera, eterna.

Es importante ayudar a la gente. El trabajo social consciente afianza la idea de que sólo hay verdaderos triunfos cuando se comprende cuál es la misión y el sentido de la vida. Esta labor hace que las personas se rehabiliten, tomen responsabilidades, se vuelvan bondadosas y comprendan filosóficamente que se está en el mundo para aprender, corregirse, agradecer por lo que se tiene, incluso por las dificultades que se puedan presentar. Una persona que se encuentra en una posición socialmente precaria o que padece problemas de salud, crece y obtiene alivio cuando es instruida con el debido conocimiento.

Así, en el caso de los adultos mayores -muchas veces desanimados al creer que para ellos la vida terminó-, pueden fácilmente ser conectados con actividades que levantan el espíritu y hasta posibilitan salvar la vida a jóvenes deprimidos, por ejemplo. Desafortunadamente, en nuestros días muchos de estos adultos resentidos, se pasan los días frente a un televisor, lamentándose por los años perdidos, pero también es tiempo perdido cada minuto que no se aprovecha en el presente.

No hay que lamentarse por el destino individual; la filosofía avanzada debe indicarnos que hay una meta muy hermosa detrás de todo esto: el Amor Universal, el amor por Dios. La fe en este amor ayudará más que cualquier otra cosa, aunque en el inicio algunos no la puedan cultivar por falta de bondad y autocrítica. La función del trabajador social consciente es la de afianzar dicha fe.

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