Activistas del amor, activistas de la conciencia

Ser un activista consciente significa tener un ardiente deseo por cambiar las situaciones incorrectas de este mundo. Y cambiar el mundo significa buscar un Gusto Superior. Este Gusto Superior se encuentra dentro de cada uno de nosotros, existe en nuestro corazón y se manifiesta de diferentes maneras.
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Ser un activista consciente significa tener un ardiente deseo por cambiar las situaciones incorrectas de este mundo. Y cambiar el mundo significa buscar un Gusto Superior. Este Gusto Superior se encuentra dentro de cada uno de nosotros, existe en nuestro corazón y se manifiesta de diferentes maneras.

Apreciar el valor de la familia, la comida saludable, el arte y la belleza en la naturaleza, vivir una vida sana y en armonía con el entorno, son claros ejemplos de Gusto Superior o apreciación de todo lo maravilloso que nos rodea.

Para "cambiar el mundo" necesitamos fuerza y entusiasmo, determinación, paciencia, capacidad de perdón y sobre todo, liberarnos de los prejuicios y de la mentalidad de fanatismo. Esto requiere que crezcamos internamente y nos convirtamos en verdaderos seres humanos que cultivan los valores universales.

De igual manera, debemos trabajar constantemente para elevar nuestra conciencia, que es el potencial que Dios concedió a los seres racionales como nosotros. El paso inicial y más básico para ingresar a esta plataforma es dejar de dañar a otros por el beneficio personal. Y para ello, lo esencial es volverse sensible con los animales y dejar de maltratarlos sólo por la gratificación sensorial. En ese momento podremos ingresar al área del respeto universal, de amor entre los seres.

Una característica de quienes quieren cambiar el mundo es que sienten de manera constante que la vida es una dicha, lo cual es otro ejemplo práctico del Gusto Superior. Quienes poseen esta capacidad deben compartirla con otros y educar en dichos valores, pues cuando la conciencia se comparte, en conjunto se comienza a comprender la filosofía del amor: se convierte entoncesen una dicha sin fin.

En el momento en que una persona purifica su visión y se conecta con sus potenciales, comprende que es parte de una familia universal donde todos somos hermanos e hijos de un mismo Creador; eso, sin duda, es una alegría muy grande que llena el corazón de dicha.

Hay muchas cosas del día a día que podemos analizar y llegaremos a la conclusión de que se pueden mejorar. Por ejemplo: Bajamos todos los días por el mismo ascensor o las mismas escaleras, pero no saludamos a nadie, no conocemos el nombre de nuestros vecinos. Hemos olvidado cómo comunicarnos bien con el entorno, porque el lenguaje que usamos se ha adaptado a lo que la televisión y las películas de Hollywood nos ofrecen en sus historias llenas de intriga y groserías.

Podemos decir que prácticamente hablamos sin significado, sin profundidad y sin conciencia de lo que ocurre alrededor. Cambiar al mundo significa primero comenzar un intenso cambio interno, y para ello debemos volvernos conscientes, responsables, comprensivos y comprometidos con la existencia de los demás.

El hecho de que cada acción tiene una reacción es una ley a la que estamos sujetos a ella todo el tiempo: lo que recibes no es más que el resultado de lo que has entregado en algún momento. Por ello, todo lo que hacemos y genera sufrimiento a otros, sólo embrutece y enceguece al ser humano, lo vuelve tan cruel e insensible que se cubre del manto del olvido y deja de lado los valores que pertenecen a su propia naturaleza de ser racional.

Y tú, ¿ya cambiaste tu manera de ver la vida?

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Así, en el aspecto más burdo, las personas comienzan a ponerse a favor del sufrimiento de sus propios hijos y deciden abortarlos, dañan a los animales, contaminan la Tierra y viven en la completa absorción de la tendencia de esta era: el "no importismo" = no me importa nada...

Hay que detenerse sólo unos minutos y reflexionar estos hechos para darnos cuenta de que andamos por el camino equivocado. Debemos abandonarlo y unirnos a quienes quieren cambiar el mundo.

Toda revolución requiere una actitud resuelta. Por eso debemos abandonar de una vez por todas aquellos hábitos que el sistema nos ha impuesto y que sólo perjudican nuestro avance. No hay excusas, debemos comenzar hoy mismo. De inmediato sentiremos una profunda alegría, pues estaremos actuando en conexión y beneficio del mundo. Debemos también educar a nuestros hijos como seres responsables de la integridad del planeta y de proteger la herencia de las generaciones futuras.

Compartamos la alegría y el agradecimiento para que juntos podamos desarrollar una conciencia superior y luchemos por proteger a la Madre Tierra. No hay que dejar pasar ni un minuto, pues no tenemos nada asegurado en el futuro. Lo único seguro es el esfuerzo que podemos hacer ahora para volvernos activistas reales, activistas del corazón y la conciencia.

Activista significa actuar de manera consecuente con los ideales comunes en cada aspecto de la vida. No abandonemos la batalla, no demos un paso hacia atrás ni siquiera para tomar impulso.

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