Campesina emergente: La mujer y la lucha contra el hambre

El fin del hambre sólo se alcanzará cuando a las mujeres se les dé su lugar. Ante la realidad del gran papel que ellas desempeñan en la agricultura, la nutrición, y la seguridad alimentaria, cualquier otro plan pierde de vista el objetivo.
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Aun haciendo un esfuerzo para expandir nuestro conocimiento de las condiciones en las que viven las mujeres en el mundo, nos enfrentamos con una gran falta de información; esta laguna supone concretamente el 80 por ciento de los datos acerca del empoderamiento de la mujer. Ésta es información acerca de diversas facetas de su vida, como el acceso que tiene a crédito, y el promedio de horas laborales no remuneradas que trabaja.

La gravedad de esta falta de una imagen completa de la mujer aumenta tras la introducción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) por varios líderes mundiales el pasado septiembre. Una estrategia que tome en cuenta a todos, y que no deje a nadie atrás, fija a la mujer y a la niña en el núcleo del plan colectivo de desarrollo, lo que señala a la vez un momento transformacional en la lucha global contra el hambre. Además, señala un nuevo reto, que exige no sólo acción sino también una nueva forma de pensar.

Este reto se intensifica al considerar el papel que desempeñan las mujeres por todo el mundo. En las zonas rurales de Asia, África, y América Latina, la mayoría de las mujeres son agricultoras de subsistencia, alimentando de esa forma a sí mismas y a sus familias. Ha quedado bastante claro que si realmente esperamos poder acabar con el hambre y la desnutrición para el año 2030, es imprescindible que les proporcionemos a las mujeres las herramientas necesarias para llevar a cabo su labor.

La clave para realizar nuestra meta de un mundo sin hambre igualmente se encuentra en otro de los retos que nos presentan los ODS. Además de actualizar nuestro conocimiento del papel de la mujer, también debemos actualizar el significado del "hambre" en sí.

Anteriormente, considerábamos que el hambre era simplemente la falta de alimento. Hemos formulado nuestros planes de desarrollo de acuerdo con esta definición, con un modelo cuyo objetivo era el aumento de la ingesta calórica para los receptores de nuestra asistencia alimentaria. Ahora entendemos que es igualmente importante proveer alimentos nutritivos, que sostengan vidas saludables. Los ODS han consagrado este lenguaje de desnutrición en el segundo objetivo, que nos llama a acabar con el hambre, garantizar la alimentación y la nutrición, y promover la agricultura sostenible. El Gobierno de Estados Unidos ya ha demostrado su liderazgo al respecto, en su compromiso para luchar contra "la pobreza, el hambre, y la desnutrición" por medio de Feed the Future (Alimentar el Futuro), un programa de asistencia alimentaria mundial presente en diecinueve de los países más pobres del mundo, el cual debe enorgullecer a los ciudadanos de este país, pues muestra lo que se puede lograr cuando la asistencia responde a las realidades concretas y únicas de dada situación. No obstante, la sostenibilidad de tales hazañas como Feed the Future requiere no sólo acción política nacional, sino también una solución a la falta de información que existe por todo el mundo. La necesitamos urgentemente. Sin ella, los obstáculos en el trayecto hacia el fin del hambre aumentan.

Por ende, los próximos pasos en ese trayecto deben pretender expandir nuestro entendimiento de lo que no sabemos acerca de la mujer, su estado, sus necesidades, y el papel que desempeña en la lucha contra el hambre y la pobreza. Lo que sí se sabe es que casi la mitad de los pequeños agricultores son mujeres, con tasas aún más altas en los países en desarrollo, los mismos en los que la falta de información es más severa. Pese a ello, la asistencia para el desarrollo de la producción agrícola hasta hace poco se enfocaba en el hombre. El Índice de Empoderamiento de las Mujeres en la Agricultura está empezando a rellenar estas lagunas de información.

No cabe duda de que los nuevos ODS son emocionantes - y alcanzables. Pero con la falta de información acerca de las mujeres y de las niñas por todo el mundo, nos arriesgamos a olvidar que las metas del fin del hambre y de la igualdad de género están entrelazadas. A pesar de que estos objetivos se enumeren por separado en la lista de los ODS, es imposible abordar uno sin abordar el otro. El fin del hambre sólo se alcanzará cuando a las mujeres se les dé su lugar. Ante la realidad del gran papel que ellas desempeñan en la agricultura, la nutrición, y la seguridad alimentaria, cualquier otro plan pierde de vista el objetivo.

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