Venezuela: ¿consejos cubanos?

Entre las tragedias que vive Venezuela hoy un consejo y solo uno quisiera dar a los muchos amigos chavistas y opositores que tengo allí: no escuchen consejeros cubanos, no importa si de derecha o de izquierda, no importa si de la Habana o Miami. La política cubana es el modelo exacto de lo que deben evitar.
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.

Entre las tragedias que vive Venezuela hoy un consejo y solo uno quisiera dar a los muchos amigos chavistas y opositores que tengo allí: no escuchen consejeros cubanos, no importa si de derecha o de izquierda, no importa si de la Habana o Miami. La política cubana es el modelo exacto de lo que deben evitar.

No importa cuán a favor un grupo de cubanos no comunistas esté de resolver los problemas de Cuba con civilidad y sin injerencia extranjera, el Partido Comunista, "de vanguardia", no hace política ni dialoga ni pacta con ellos en el sentido democrático de la palabra. Están sus seguidores que caen dentro de su dominación total, los confundidos que no ven su luz y pueden ser salvados o no, y los enemigos a derrotar. El gobierno dialoga con la Iglesia, con la sociedad civil no politica cuando decide, pero ningún grupo puede legalmente retar a los comunistas en las urnas ni proponer alternativa a su ejercicio del poder. En esa manera de hacer política no hay diferencias institucionales entre la apostasía y la oposición leal.

El "derecho" a gobernar así - según los comunistas - se los dio una revolución - autentica hay que reconocer - que ocurrió bajo banderas nacionalistas cincuenta años atrás. La propaganda oficial alude, nunca discute, que José Martí, el héroe nacional cubano, creo un solo partido en 1892, "no dos, no tres" - repiten los seguidores del gobierno - para la lucha independentista cubana. Curiosamente, los que enarbolan los postulados democrático-liberales de José Martí, que nunca concibió que la lucha de su único partido independentista terminara en un régimen unipartidista, también quedan "fuera de juego" para usar la frase del poeta revolucionario, luego disidente, Heberto Padilla.

Tal arrogancia de "partido de vanguardia" ha carcomido parte del entusiasmo del que gozó la revolución. La apatía política crece porque muchos cubanos, incluso coincidiendo con el gobierno en metas nacionales compartidas, como el fin del embargo, inmoral, ilegal y contraproducente de EE.UU. contra la isla, no aceptan la obediencia que el comunismo impone.

El presidente Nicolás Maduro, no precisamente el más articulado de los venezolanos, imita mucho la guapería cubana. Maduro no dialoga con sus adversarios pues se comunica a través de silbidos con su "comandante eterno". Quién le silba desde el más allá no tiene la agudeza de Hugo Chávez ni su sentido político del "por ahora". En 2013, el chavismo ganó la presidencia por menos de 2 por ciento de los votos, difícil hablar de un mandato para alterar radicalmente el statu quo. Cuando el PSUV ganó las recientes elecciones regionales en las que la oposición demostró sus claras limitaciones, Maduro tuvo una oportunidad dorada para tender la mano a los opositores moderados. La desperdició.

Después de la elección regional, el gobernador Henrique Capriles afirmó que había que trabajar con el gobierno del PSUV para resolver los problemas de la gente y atender la inseguridad. Lógica democrática, para hacer su propia gestión y reelegirse; los gobernadores y alcaldes necesitan una relación funcional con el gobierno federal venezolano, por los próximos dos años de receso electoral. Pero Maduro convierte cada victoria en revés. En lugar de alabar con civilidad la disposición al servicio del país del candidato que casi lo derrota, Maduro se dedicó a alardear en Miranda de que el gobernador se le había "escapado para Miami" pero lo habia mandado a regresar y "lo tengo trabajando", "lo he metido en el carril".

"Con lo que habéis osado, imposible la has dejado para vos y para mí" - podía decir en el castellano de Zorrilla, Capriles a Maduro. Con el elefante chavista en la cristalería, los sectores más exaltados dentro de la oposición venezolana reunieron la masa crítica para la insurrección. Las protestas estudiantiles fueron el hecho catalítico que Leopoldo López y María Corina Machado esperaban para disputarle a Capriles el liderazgo opositor. El mensaje de López ha sido enfático en que "la salida" es para sacar al presidente Maduro no por elecciones o referendo, como dicta la constitución bolivariana, sino a la brava y desde la calle. Una jugada riesgosa.

Allí es donde entra al escenario venezolano la actitud arrogante de otro grupo de cubanos, gemela de la soberbia dominante en la Habana. López y Machado cuentan con un destacamento entusiasta en el Miami controlado por la derecha cubana. A la Florida huyeron del pueblo chavista las elites venezolanas responsables por el fin de la IV República. Los venezolanos asociados al golpe de 2002 y la cohorte que los acompaña comparten con los cubanos pro-embargo la queja de haber sido "traicionados" por el mundo entero. La falta de civilidad se condimenta con exageraciones y referencias a Hitler al referirse a los Castro, Chávez y ahora a Maduro. El secretario Kerry y Capriles serían los equivalentes de Chamberlain con John McCain y María Corina Machado en el papel de Winston Churchill.

Para más complicaciones, hay varias políticas norteamericanas hacia Venezuela. El departamento de Estado denuncia abusos represivos gubernamentales pero insiste en soluciones constitucionales. Radio Martí, pagada por el contribuyente norteamericano para supuestamente promover la democracia en Cuba alaba el radicalismo de Machado y López frente al "pacifismo" de Capriles. La emisora es un cañón suelto de la derecha cubano-americana para hacer su política exterior hacia América Latina. La ranchera de José Alfredo Jiménez, "Con dinero o sin dinero hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley" dicta el accionar de Carlos García, el director de la emisora.

La lógica de la derecha pro-embargo es simple: la oposición venezolana es carne de cañón para crear inestabilidad en el país sudamericano y escasez en Cuba, y el resto es la misma matraca descrita por Yoani Sanchez de que "lo bueno que tiene esto es lo malo que se está poniendo", que hayan "cortes electricos, colapso del transporte, ausencia de alimentos". Ya Ud. sabe, el estallido social por hambre y los líderes de la derecha cubana en Miami entrando a la Habana como salvadores de la misma crisis que ellos crean.

La democracia moderna es el gobierno del pueblo a través de instituciones republicanas, no de la turba callejera. Motivos para protestar en Venezuela sobran y la protesta civil es un derecho. Tumbar al gobierno, cerrando calles a la brava, no. Si los venezolanos que apoyan al gobierno desean un sistema político funcional donde prevalezca la soberanía del pueblo sobre el partido revolucionario, deben exigirle a Maduro y a Cabello una política dialogante hacia sus adversarios. Otro tanto sucede en la oposición. No tomen ningún consejo cubano de derecha, mucho menos el de favorecer un embargo contra Venezuela. A no ser que quieran pasarse cincuenta años de exilio. Con casi dos millones de cubanos por el mundo, incluidos muchos de los que apoyaron la revolución, el mejor consejo cubano a los venezolanos es que no repitan su experiencia.

Popular in the Community

Close

What's Hot