El Senador Marco Rubio: ¿Un líder para la reforma migratoria?

El Senador Marco Rubio: ¿Un líder para la reforma migratoria?
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rubio

Después del nocaut que la comunidad hispana propinó al partido republicano en las últimas elecciones,un sector del mismo ha llamado a reparar su imagen con los votantes latinos. El senador Marco Rubio,que desperdició su discurso en la Convención de Tampa, sin mencionar la necesidad de una reformamigratoria, ha llamado a los radicales de su partido a mirar a los indocumentados, como personasconcretas. "Equivocarse es de hombres, rectificar es de sabios"- reza un dicho.

En la comunidad cubana, tanto los ancianos que aun respaldan el embargo, sin viajar a Cuba, como los jóvenes que al año de arribar a Miami se aprestan a visitar la ciudad donde crecieron, reconocen el sacrificio y espíritu trabajador de cada amigo que emigró. Hay que tener aspiraciones y coraje para empezar una nueva vida en otro país. La emigración es dura. Ninguna de las ventajas recibidas por la Ley de Ajuste Cubano, es la explicación fundamental de que muchos cubanos hayan prosperado en EE.UU.

El Senador Rubio tiene razón al reconocer el esfuerzo de sus padres inmigrantes.

La migración internacional es parte de la globalización. El abaratamiento del comercio, las
comunicaciones y el transporte incentivan los movimientos poblacionales. La urbanización y el aumentodel ingreso, y la educación seguirán incitando a los individuos a emigrar. Es cierto que EE.UU tiene queestablecer control sobre quien cruza sus fronteras, pero la presencia de más de una decena de millonesde indocumentados es mera demostración de que las políticas públicas adoptadas son sub-optimas.

La mayoría de los norteamericanos que discute el tema migratorio desde un centro sensible y racional,apoya la legalización de los indocumentados. Muchas propuestas incluyen que el legalizado hableingles, que pague una penalidad y que se ubique en la fila de los que ya han solicitado la emigración legal. Muchos de los encuestados apoyan un mejor control para la frontera y que la solución adoptada no incentive a otros emigrantes a venir al país sin la debida autorización. Dicho esto, más del sesenta por ciento de los norteamericanos está a favor de la legalización de los indocumentados.

Tres cuartaspartes del electorado demócrata lo respalda y algo más que la mitad de los votantes por Mitt Rommeytambién.

No es justo, en este tema, culpar por igual a los dos partidos, o al congreso en general por la parálisis. La responsabilidad central por el obstruccionismo, incluso después de la victoria electoral demócrata corresponde a los republicanos. Es positivo que el senador Rubio apoye ahora legislaciones para resolver problemas parciales de la cuestión migratoria, pero un verdadero liderazgo demanda que encabece la campaña para una reforma comprehensiva e integral. Después del descalabro republicano con el voto latino en 2012, Rubio se sumó al llamado grupo de los ocho liderado por los senadores Schummer (D-NY) y McCain (R-Az) para proponer un plan bipartidista de reforma migratoria en el Senado. Sin embargo, ahora, el senador floridano con aspiraciones presidenciales parece sucumbir a las dudas, valorando el costo político de apoyar una reforma comprehensiva migratoria de cara a las primarias republicanas dentro de tres años.

El problema republicano no es solo demográfico, es de ideología. Además de que los latinos son el bloque electoral de más rápido crecimiento, sucede que el partido republicano ha legitimado en sus filas un discurso deshumanizado y racista. John McCain, que promovió un proyecto de reforma migratoria en el 2006, fue forzado en la primaria presidencial republicana del 2008 a decir que bajo ninguna circunstancia votaría por lo que él mismo propuso. Ese cambio de casaca hirió de muerte los esfuerzos de Mel Martínez y George W. Bush por revivir la reforma migratoria en el 2007.

Aquellos vientos trajeron la tempestad del 2012. Muchos spots publicitarios republicanos, y los ejemplos que usan Rush Limbaugh y otros comentaristas radiales conservadores demuestran que la principal razón de oposición a una reforma migratoria es el prejuicio racista. En los debates de la primaria presidencial republicana del pasado año, un sector del público aplaudió desaforado el discurso de la "auto-deportación", y los ataques contra el gobernador de Texas Rick Perry y el ex presidente de la Cámara de representantes Newt Gingrich por defender la humanidad de la abuela latina que va a la Iglesia cada domingo o el joven indocumentado que fue traído a EE.UU por sus padres.

EE.UU ha cambiado no solo demográficamente sino en actitud, es más intolerante con la intolerancia y el racismo. Claro que en la próxima primaria republicana, los sectores racistas seguirán siendo un sector importante y castigarán a quien se les enfrente. El senador Rubio puede seguir con ambigüedades, antes diciendo que la ley de Arizona era buena para aquel estado, y ahora pidiendo reformas parciales.

Es el camino de McCain y Rommey. Sacrificaron sus principios para buscar la presidencia, terminando sin la una ni los otros.

Hay otro camino: Rubio puede ser líder apoyando con decisión una reforma migratoria integral, y
encabezar un grupo de republicanos dispuestos a priorizar el sentido humanitario y los intereses
nacionales. Para ello no basta con demostrar la conveniencia de un lenguaje menos hostil hacia
los hispanos, y los emigrantes. Es tiempo de presentar un plan para la legalización para los
indocumentados. ¿Propondrá alguno el Senador Rubio?

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