Un buen gobierno mal querido, por un mal gobierno muy querido (II)

Una cosa es que la mayoría no quiera al Presidente Sebastián Piñera, a quien ven como un ente lejano y apático, y otra que no se reconozcan sus logros alcanzados.
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sebastian chile

Nos referíamos someramente en el artículo anterior (primera parte) a lo nefasto del gobierno de Michelle Bachelet y a lo prolífico del gobierno de Sebastián Piñera, cuya principal virtud es haber bajado la pobreza, aunque la ciudadanía chilena ni siquiera se había enterado, a decir de las encuesta divulgadas hasta la fecha.

A manera de citar algunos ejemplos, en materia económica, el actual gobierno chileno aumentó sosteniblemente los niveles de empleo, mientras Bachelet los bajó; Piñera hizo crecer la economía aproximadamente en un 6%, Bachelet apenas llegó al 2.7%; Piñera bajó la inflación, Bachelet la subió.

No se trata de meras especulaciones, opiniones parciales o huecas loas a una gestión presidencial. Son números, cifras, obras. Una cosa es que la mayoría no quiera al Presidente, a quien ven como un ente lejano y apático, y otra que no se reconozcan sus logros alcanzados.

En materia de salud, las larguísimas e interminables colas para conseguir un cupo de atención disminuyeron radicalmente con él, con Bachelet la gente sufría lo indecible, reconstrucción casi al 100% de los destruido por el terremoto y tsunami del 2010, rebaja en las tasas de interés a estudiantes, post natal de 6 meses y sigue. Pero tampoco eso se reconoce.

La desidia poblacional ha sido muy bien canalizada por los detractores políticos, o sea la Concertación, eufemísticamente llamada ahora como Nueva Mayoría, la cual le ha bastado mantener la hoguera de críticas aprovechando el sentir general que simple y llanamente no le simpatiza el primer mandatario.

Un clarísimo ejemplo es el paro de funcionarios municipales, quienes, a una semana de las elecciones presidenciales, han seguido las consignas de sus líderes, los que, en contubernio con la oposición, le están propinando la estocada final al bueno pero sin atractivo gobierno del derechista Piñera.

Es lo que se llama la prepotencia, arrogancia y radicalización de la izquierda. Ello es resultado de la tibieza política del gobierno actual, que ha tratado de congraciarse con sus opositores sometiéndose en más de una ocasión a los designios nada angelicales de los partidarios y seguidores chilenos de Marx, Lenin, Mao y a otras mezclas locales con fuerte influencia en las decisiones políticas de la Concertación.
Cuando se tiene techo de paja o de vidrio, poco es lo que se puede hacer. Basta preguntarle a los radicales para que se ufanen de haber traído abajo a un gobierno con la constante emisión de mensajes respecto del golpe de estado de 1973 y la violación de derechos humanos por parte de la dictadura de Pinochet, cada vez que Piñera hacía algo bueno.

Claro está, el tema de DD.HH. siempre en favor de la izquierda, porque cuando se trata de reconocer sus propios asesinatos hacia miembros de la policía o fuerzas armadas, ahí la cosa cambia. Para ellos eso se llama defensa.

Las últimas apariciones públicas de Piñera han sido para destacar su labor al frente de una nación en pleno desarrollo y progreso y, también, para apoyar la candidatura oficial de Evelyn Matthei.

Ha reafirmado lo que se sabe pero no se reconoce: inscripción automática y voto voluntario, becas a buenos estudiantes de Pedagogía, 60 nuevos colegios de excelencia, reforma tributaria para educación, cambio de las normas ambientales a las termoeléctricas, instauración del ingreso ético familiar, Ley Antidiscriminación, bono bodas de oro, subsidio de vivienda a la clase media, restauró los niveles del fondo del cobre, reestructuración de la Onemi (institución dedicada a la prevención de los desastres naturales) que será tristemente recordada por no haber hecho nada durante el tsunami y en cuyo accionar estuvo directamente implicada la ex presidenta Bachelet.

Y seguimos: creación del Sernac financiero y del fondo de desarrollo de comunas mineras, eliminación de la ley de fondos reservados del cobre, mejoramiento del Transantiago y del EFE, aprobación de la Ley de Primarias, rescate de la Enap y 400 mil becas de educación superior.

Sebastián Piñera, adicionalmente, propició la ley de tolerancia cero al alcohol, mil nuevos carabineros, nueva ley de pesca, aumento del royalty minero, cambios a la ley de Dicom para salud y educación, cifra récord de exportaciones, incorporación creciente de la mujer al campo laboral, nuevos estadios deportivos, Superintendencia de Educación, ley contra comida chatarra, reanudación de la carretera austral, licitación del puente Chacao, inscripción automática voto voluntario, etc., tal como lo señalan, igualmente, especialistas en el tema.

Sebastián Piñera, Presidente, multimillonario, de derecha, duro, pragmático, serio, antipático, hosco y todos los adjetivos que le podamos endilgar, pero deja un buen gobierno no querido.

En detrimento para Chile, si las cábalas y predicciones electorales se cumplen, Bachelet, podría volver a la presidencia, quizás para tratar de superar los bonos que dio durante su fallido gobierno o la reforma de pensiones solidarias o la construcción de salas cunas (kindergarten´s).

¿Se nos escapa algo? Tal vez su extrema simpatía y su equipo de márquetin que se seguro volverán con ella.
Si no es Matthei la que ofrezca lucha a Bachelet, podría ser Marco Enríquez-Ominami. Si ambos pasan a la segunda vuelta, cualquier cosa puede pasar con los jóvenes chilenos que pudieran decidir la balanza por su par.

Hay que recordar que "El mayor enemigo de un gobierno, es un pueblo culto".

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