Chile Perú en La Haya: El cholito resentido vs el matón del barrio (I)

A menos de una semana del trascendental fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ, por sus siglas en inglés) que dirimirá las pretensiones limítrofes marítimas entre Perú y Chile, las aguas no están precisamente en calma en ambos países.
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A menos de una semana del trascendental fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya (CIJ, por sus siglas en inglés) que dirimirá las pretensiones limítrofes marítimas entre Perú y Chile, las aguas no están precisamente en calma en ambos países.

Mientras en la nación que alberga la maravillosa cultura Inca todo es algarabía y felicidad por lo que suponen un triunfo legal, en la de los perseguidos y vapuleados mapuches, la desazón y tristeza se abre paso desesperadamente.

Y todo por 37, 900 kilómetros cuadrados de aguas del Océano Pacífico. El Perú sostiene que el límite debe fijarse desde el denominado "Punto Concordia" siguiendo una línea equidistante imaginaria a las costas hasta una distancia de 200 millas marinas y no desde el "Hito 1" que Chile asegura fue delimitado en los tratados de 1952 y 1954.

La Declaración de Santiago (52) y el Convenio sobre Zona Especial Fronteriza Marítima (54) firmado por Perú con Chile y Ecuador solamente tratan acuerdos pesqueros artesanales para que éstos puedan sacar provecho de sus costas y no otras naciones.

Esta diferencia crea la zona de disputa o controversia. La porción de mar, hoy, y hace mucho tiempo se encuentra bajo soberanía chilena. Por más que Perú quiso solucionar el espinoso tema vía cauces diplomáticos, Chile se negó a toda conversación alegando que no habían temas pendientes y sabedor de su potencia militar.

Hace años que hubo intenciones de arreglar el histórico desaguisado, pero no se arribó a una solución acordadas diplomáticamente. Chile impuso el lema de su bandera: "la fuerza" y Perú agachó la cabeza sabiéndose inferior en armas por lo que llevó el caso a la CIJ, porque no perdía nada y no le quedaba otra alternativa.

ENEMISTAD
Las cosas no son fáciles, para ninguno de los dos estados que comparten una frontera común llena de sangre y flagrantes violaciones a los derechos humanos, que constituyen, sin duda alguna, crímenes de lesa humanidad.

La historia pesa mucho. En 1879, ambos países se enfrascaron en una innecesaria guerra, en la que Bolivia también tuvo participación, de la que sacó la peor parte y salió perdiendo su territorio de salida al mar.

Chile fue el ganador en detrimento de vastas extensiones de tierra de Perú y Bolivia,. Contra todo pronóstico, porque tenía un escuálido ejército, pero con la ayuda de la entonces y aún colonial Inglaterra, se anexó gran parte de lo que es hoy su territorio norte.

Perú, por ende, modificó necesariamente su mapa geográfico. Y le iba a ir peor, pero la valerosa Tacna decidió quedarse como parte integrante, mientras que Arica pasó a tierras enemigas.

Antes de los enfrentamientos bélicos de la segunda parte del siglo 18, Perú y Chile eran pueblos hermanos. Con Bolivia se compartía vida en común, así que siendo casi un mismo país llamado Perú, las escaramuzas eran realmente domésticas.

De hecho, Chile casi ni existía, porque el Virreynato del Perú llegó hasta lo que es el Río Loa y no pasó más allá debido a que los araucanos y mapuches (los mismos que hoy son cruelmente minimizados y discriminados) batallaron y lo impidieron.

Posterior a la Guerra del Pacífico, la situación es absolutamente diferente. Desde aquellos tiempos, las relaciones no son más buenas, cordiales y menos amables. Tampoco lo serán.

Más allá de las naturales consecuencias de una guerra cualquiera (pérdida de tierras y muerte de militares), lo que no comprenden los peruanos (ni ayer, hoy ni nunca) es la barbarie actitud de los chilenos contra la población civil peruana: sin miramiento alguno, asesinaron a mujeres, hombres y niños.

Mención aparte merece la sistemática violación de miles de mujeres peruanas, sobre todo indígenas, a las que después le era cegada su vida y las que tenían mejor suerte, vivían con graves secuelas sanitarias.

GENOCIDIO
Fue realmente un genocidio. Hubo crímenes que, actualmente, serían calificados como de lesa humanidad, tal cual pasó en los Balcanes o la política de exterminio del dictador Augusto Pinochet contra sus propios compatriotas.

Ello resiente el concepto de los peruanos hacia los chilenos, mientras que éstos, hasta la fecha, elevan su ego, orgullo y petulancia. Aún actualmente los chilenos se ufanan míseramente de estas atrocidades.

Precisamente ello es lo que los peruanos no disculpan ni perdonan, aparte de perder las ancestrales tierras. Ellos no puede tener, en general, una buena opinión de sus vecinos, debido a esta realidad histórica.

Por ser países con frontera común y con una desquiciada guerra donde hubo un feroz vencedor, las relaciones siempre serán difíciles. Nunca serán normales, porque habrá un perdedor y un ganador.

Lo de relaciones normales, son palabritas de buena crianza de los políticos. No es que anhelemos odios. Patentamos la realidad. Nada más. Pesa el factor histórico, manipulado por medios e historiadores y tragados por los comunes y corrientes.

La esperanza es que el fallo de La Haya contribuya a terminar la disputa entre los dos estados y, así, tratar de cerrar este capítulo de la historia. El paso natural siguiente sería confianza e integración.

Lamentablemente es una utopía pensar que algún día, nuevas generaciones de peruanos y chilenos crezcan sin resentimientos. Eso no pasará mientras los chilenos continúen tratando a los peruanos como "cholos resentidos" demostrando ser los matones del barrio por su poderío militar.

Tampoco habrá entera amistad hasta que Chile pida perdón por los crímenes de lesa humanidad cometidas en la Guerra del Pacífico y le devuelva tierras a Bolivia.

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