Sara Montiel: detrás de una diva había una mujer real

Desperté con una noticia muy triste, se nos fue la eterna violetera. A pesar que haber trabajado con tantos artistas y celebridades doña Sara Montiel fue para nosotras una persona muy especial porque empero a su fama y el divismo que se le atribuye a las superestrellas descubrimos a la verdadera mujer que convirtió esa fama en cliché; sin embargo, su sola presencia destilaba una magia impresionante.
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sara montiel

Desperté con una noticia muy triste, se nos fue la eterna violetera. A pesar que haber trabajado con tantos artistas y celebridades doña Sara Montiel fue para nosotras una persona muy especial porque empero a su fama y el divismo que se le atribuye a las superestrellas descubrimos a la verdadera mujer que convirtió esa fama en cliché; sin embargo, su sola presencia destilaba una magia impresionante.

La Sara que conocimos era real, muy centrada y sencilla. A puerta cerrada no representaba aquella diva que todos admiraban, por el contrario una mujer muy natural a la que le encantaba recorrer su casa en ropón de dormir y sin nada de maquillaje.

Sin embargo, siempre desplegaba una innata coquetería y sensualidad que sin duda fue lo que cautivó a España y la hizo brillar en Hollywood así como en todo el mundo. En sus tiempos de gloria, la belleza de La Saritísima, la registró como una de las actrices más taquilleras del mundo.

Las vivencias y las anécdotas de la protagonista de "El último cuplé" eran incontables y nosotras aprovechamos cada momento para extraerle cuentos. ¡Cómo nos divertimos con sus ocurrencias y sus comentarios! Disfrutamos cada una de sus pláticas, aprendimos mucho de sus historias y asimilamos sus consejos. Nos sorprendió la claridad con la que recordaba las cosas, no había lagunas mentales, su dialogo era pausado pero fuerte y siempre apoyado por sus distintivos ademanes.

A pesar que jamás la vimos enojada sí nos ponía carácter cuando veía que en su agenda de trabajo incluíamos algún evento en la mañana. ¡Doña Sara odiaba levantarse temprano! Ella nos decía, "Me niego a volver a madrugar. Por tantos años he tenido que levantarme tan temprano que dije una vez, nunca más". Así que a ajustar calendarios, algo que entendía perfectamente porque el madrugar no se nos da a todos y como yo también padezco de noctambulismo pues nos organizamos a la perfección.

Ya a sus ochenta y tantos años a doña Sara le encantaba disfrutar su casa. Pasaba largas temporadas en Miami en su residencia ubicada en el Sur de la ciudad. Una casa que reflejaba su autenticidad como persona, donde imponía un estilo elegante y de buen gusto pero quizás o sin querer también reflejaba la humildad de aquella joven que a los 13 años abandonó su natal Campo de Criptana - un pueblo de agricultores - para abrirse paso en la capital siendo analfabeta hasta los 19 años.

Ella reconocía que su belleza física fue factor importante para abrirse paso dentro de la industria y nos contaba cómo le sacó partido a su belleza; sin embargo, no se dejó deslumbrar por el glamur de la época de Hollywood a pesar que llegó a cotizarse por más de un millón de dólares por película.

"En Hollywood hice grandes amigos pero no era para mí por eso decidí regresar a mis raíces algo de lo cual nunca me he arrepentido. Este es mi lugar," nos aseveraba esta diva que en esos años se aseguraba que su belleza había embrujado a grandes celebridades vinculándola románticamente con galanes como Gary Cooper, Marlon Brando, James Dean, Ernest Hemingway y hasta con Richard Burton.

De esos galanes disfrutaba contar sus encuentros pero negaba su relación con Burton ya que según nos decía, Elizabeth Taylor fue una de las amigas que conservó de Hollywood. "Elizabeth era guapísima, poseía una gran belleza".

Naturalizada mexicana, Sarita era comparada con otras grandes divas de su época y muchos resaltaban su rivalidad con María Félix, "La Doña". Ella se reía de eso, "María y yo no éramos intimas amigas pero si nos admirábamos mutuamente. Yo conocí mujeres hermosas e impactantes en toda mi carrera pero tengo que decirte que María era la más hermosa de todas, era una mujer de una belleza única e imponente", nos decía.

sara montiel cuadro

De esos recuerdos de La Doña ella acentuaba como una vez que ambas compartieron en México, María la miró fija a los ojos y le dijo, "Sara tú eres la mujer más bella que he conocido". "¡Dios mío como una mujer tan hermosa podía destacar mi belleza, eso fue un gran halago!", nos confesó.

No saben cuánto disfrutaba ver como ella misma se peinaba y se maquillaba. Nunca permitió que nadie la arreglara, quizás algún retoque para no hacer sentir mal a los demás. Mientras hacían efecto sus rulos en el cabello doña Sarita intensificaba su belleza con un fuerte maquillaje.

Le encantaban las sombras en tonos negros y violetas, al igual que a mí, sus ojos los ahumaba para resaltar su tonalidad verde y su boca la llevaba siempre bien delineada. Como ella sabía que yo era maquilladora pasamos largos ratos hablando de ese tema y me decía, "tus ojos me recuerdan a Liz Taylor", ¡Wow, esos comentarios viniendo de una mujer con tanta belleza me hinchaban el pecho!

A doña Sara tuvimos la oportunidad de verla como Dios la trajo al mundo y podemos asegurar que a sus años poseía un cuerpo envidiable. Adornado por más de un centenar de pecas sobre su piel blanca y unos pechos pequeños y erguidos, esa belleza de Sara contrastaba grandemente con su naturaleza de mujer rubia, la imagen a la que nos tenía acostumbrados en sus más de cincuenta largometrajes era otra.

Las lentejuelas y el brillo no podían faltar a la hora de presentarse en público así como sus excéntricas joyas y su inseparable tabaco. La intérprete de "Fumando espero" decidía qué iba a vestir y cómo quería proyectarse. Por su cabellera roja le encantaba vestir de negro así como de tonos azules porque esos colores la hacían "realzar".

Además, de sus dos hijos - Thais y Zeus - de quien Sara siempre hablaba con gran orgullo resaltando sus talentos y sus atributos, una de las pasiones de la diva española era el arte. Su casa estaba llena de obras de arte así como de fotografías que ella atesoraba con el alma.

Siempre nos llamó la atención una de esas obras que se imponía sobre las demás, un hermoso lienzo que daba la bienvenida a la segunda planta de la residencia en el que quedó plasmada la belleza de sus años dorados y en la que se resalta su torso desnudo abrazando una guitarra acústica.

Cuando el destino te da la oportunidad de trabajar y vivir a lado de figuras tan grandes como tan únicas como lo fue doña Sara Montiel sólo podemos dar gracias a la vida por cruzarnos en el camino y por la enseñanza que nos da. Nada en este mundo es inalcanzable y las personas son más reales de lo que muchos pensamos.

¡Nunca te olvidaremos, qué descanse en paz nuestra Saritísima!

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Sarita Montiel

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