Enfrentando el 'bullying' en las escuelas

'Bullying': Conoce el peligro al que se enfrentan tus hijos
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bullying niños escuela

Cerrando la temporada de regreso a la escuela, o back to school, quiero dedicar este espacio para crear conciencia sobre el famoso bullying dentro de los centros educativos. La violencia entre niños y jóvenes se ha convertido en un problema muy grave que no sólo deja secuelas físicas y mentales en la víctima, sino que puede costarles la vida a tus hijos.

Antes de entrar más a fondo sobre vivencias y experiencias, quiero destacar el significado de bullying, una palabra que en español se traduce como acoso escolar. Pero el bullying no se circunscribe sólo a los planteles, sino este incremento alarmante de persecución, comportamiento violento y agresiones, muchas veces aterradoras, está presente en cualquier lugar o sector social.

Estos acechos, según los expertos, pueden calificarse en varios aspectos, como el sexual que incluye asedio, inducción o abuso. La separación social basada en chismes, situaciones vergonzosas, o puede presentarse cuando se ignora, aísla o se excluye a un individuo de un grupo. El verbal que vemos frecuentemente a modo de burla, sobrenombres, intimidación, amenazas, extorsión o en expresiones sexista.

El sicológico que hostiga, amedrenta, extorsiona, manipula y coacciona. El físico en el que se recurre a agredir a la víctima con golpes o empujones, se le escupe, daña alguna propiedad o se le roba haciendo que el victimario se sienta superior, esto muchas veces apoyado por otros agresores. Y el más moderno, el acoso electrónico o cyberbullying en el que se usa el Internet, el correo electrónico o mensajes de textos para amenazar, dañar, señalar, avergonzar, propagar y/o develar secretos de otros.

Daños que no se limitan a comentarios, vergüenzas o ataques físicos sino que dejan marcadas a las víctimas con severos deterioros sicológicos.

Remontándome a mis años escolares como estudiante de un prestigioso colegio católico, donde estudié desde mi kindergarten hasta graduarme de escuela superior, fui testigo de toda clase de humillaciones que desgraciadamente no sólo provenían de los mismos estudiantes, sino también del personal docente. En mis memorias quedaron grabados, a pesar de la estricta formación religiosa y reputación de esta institución, la práctica de lo que en esa época veíamos como normal. Eran frecuentes las burlas hacia estudiantes aventajados que humillaban tildándolos de estofones o nerds ocasionando una inmediata segregación de grupo.

Igualmente, vi como se acosaba a los menos aventajados intelectualmente, a los chicos de color, los exiliados, los que teníamos físicos diferentes, los que padecían de alguna discapacidad física, o incluso a estudiantes que padecían de enfermedades tan comunes como quizás una simple psoriasis, acné o asma bronquial, llevando a estos alumnos a vivir en un mismísimo calvario.

Es por eso que desde muy temprana edad comencé a entender la crueldad de la sociedad. El cómo gente real sufría situaciones que ahora defino como inhumanas e insensibles, avaladas por recurrentes ataques y discriminaciones. Lo triste del caso es que los mismos religiosos que dirigían el plantel incentivaban esas segregaciones y distinciones. Vi como "mi prestigioso entorno educativo" apoyaba este tipo de conductas, marginando ellos mismos a estudiantes por sus clases sociales, económicas, raza, preferencias sexuales, políticas y hasta académicas, incrementando un bullying colectivo, que tanto el estudiantado como la docencia e incluso los propios padres veían como algo común que simplemente pasaban por alto.

¿La justificación? Hoy lo veo como ignorancia social. Quisiera no juzgar y pensar que sus impávidas acciones eran el efecto del miedo a la propia segregación, por no reconocer los derechos, o quizás por no poseer la bravura necesaria para alzar la voz. Sin embargo, inconscientemente esos mismos adultos de mi época se distinguieron por protagonizar una rebeldía que marcó cambios importantes dentro de la sociedad moderna en temas como la tecnología, el sexo, las drogas, la liberación femenina, y otras ideologías que causaron una revolución-evolución mundial. Pero, aún seguimos luchando con el acoso.

Según los especialistas, ignorar el bullying sólo conduce a agravar el problema. Los padres de niños que presentan características de acosadores tienen el deber de vigilar sus actividades, actuaciones y las amistades de su hijo, así como crear una confianza y comunicación abierta - sin violencia - que estimule a una plática efectiva sobre su errada conducta.

El agresor puede actuar violentamente como consecuencia de un ambiente familiar carente de amor y afecto como puede ser la violencia intrafamiliar. El atacante, además de no saber adaptarse a su entorno, presenta una falta de control físico y respeto que provoca estas acciones poniendo al descubierto una falta total de valores y reglas de convivencia, llevando a estos bravucones a convertirse en potenciales delincuentes.

Distraer a este tipo de niños con actividades extracurriculares que involucren las artes o el deporte es una buena alternativa ya que de esta manera transmutan estas energías en gusto y placer, convirtiendo su conducta agresiva a una saludable. Educarle sobre lo que está haciendo mal y desarrollar sus buenos modales también son opciones. Enséñale a pedir disculpas y aceptar sus errores. Elogia sus buenas acciones. Los padres también deberán incluir en su dinámica de ayuda consejeros escolares así como a sicólogos para trabajar juntos el problema.

Mientras, si tu hijo es la víctima, debes hablar con sus amigos más cercanos y familiares. Observa señales como una baja autoestima, si inventa excusas para no ir a la escuela como que está enfermo, presenta pobre productividad académica, tiene golpes o moretones, miedos, depresiones o muestra inclinaciones suicidas. ¡Ojo! Estos signos de alerta te advierten que debes tomar acción rápida.

Apoya al niño y dale confianza para que se sienta cómodo en hablar del problema. ¡Escúchalo! Nunca lo hagas culpable de la situación ni engendres violencia para resolverlo. Infórmales a los maestros, solicítale su colaboración y supervisión. Si el acoso persiste, recurre a instituciones gubernamentales, ayudas en línea, a las leyes escolares, y consulta a tu abogado.

Por sus graves efectos, organizaciones de la salud han emito un alerta en el que hasta los defensores de los derechos civiles han solicitado al gobierno de los Estados Unidos el implementar una ley federal para convertir este acto en un delito, estatuto con el que se podrá castigar a los acosadores. De acuerdo con la Asociación Nacional de las Juntas Estatales de Educación (NSBAE) 47, estados de la nación americana han aprobado legislaciones que obligan a las autoridades escolares a implementar estrategias preventivas.

Si eres padre de una víctima o de un victimario recuerda que los valores comienzan en casa. ¡La comunicación es vital en ambos escenarios! Demándale a tu hijo disciplina, es primordial implantar normas y reglamentos. Da el ejemplo inculcándole el respeto al prójimo, enséñale la igualdad y foméntale el amor tanto hacia su entorno como a la diversidad social. Evita que tu hogar se convierta en uno hostil o demasiado pasivo de esta manera evitarás que tu hijo se convierta en el terror de la escuela o peor aún, en un criminal.

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