En una ocasión una de nuestras artistas nos recriminó el por qué teníamos a una empleada trabajando en nuestra empresa. Quedé sorprendida por la pregunta y pensé que algo había pasado que yo no estaba enterada; sin embargo, le respondí el por qué fue reclutada y, por la confianza que teníamos, le comenté que yo entendía había sido discriminada por su físico y que quería darle una oportunidad. Mi clienta se puso histérica y me respondió: "¡No, no, no... es ella misma la que se discrimina!".
¡Wow, qué fuerte recibí esa respuesta! ¿Cómo nos vamos a discriminarnos nosotros mismos? Acepté su crítica y me di la tarea de no sólo reflexionar sino que comencé a hacer un estudio personal en el que analizaba muy atentamente las acciones y reacciones de la sociedad que me rodea.
Han pasado varios años de ese suceso y hoy tengo que confesar que me uno a su línea de pensamiento y filosofía porque he comprobado que "nosotros mismos nos discriminamos". ¿Por qué? La sociedad actual nos ha llevado a vivir una vida con doble moral, algo que contrario a ayudarnos a reafirmar nuestros valores y ética lo que está haciendo es confundiéndonos al nivel que muchos han perdido su propia identidad.
Esa doble moral la vemos en todas las líneas de pensamientos pero cada vez es más fuerte cuando la relacionamos con quiénes somos y cómo queremos proyectarnos. Sólo basta ver las redes sociales y los carteles que comparten en sus muros disque para motivar y ayudar a quienes nos leen.
Comenzando por muchísimos de los mensajes relacionados con parejas o amorosos, religiosos, raza, preferencia sexual, enfermedades, etc. que intentan incrementar la autoestima pero que si lo analizamos en profundidad lo que llevan es un mensaje totalmente desmoralizante y depresivo. ¡Analícenlo!
Está probado que la autoestima viene de la mano con la manera en que nosotros manejamos y asimilamos las criticas, los acosos y el "bulling", que según los expertos son características principales para la discriminación. ¿Cómo queremos fortalecer la autoestima si no nos aceptamos nosotros mismos? ¿Cómo vamos a aceptar al prójimo cuando rechazamos lo que somos? ¿Cómo intentamos motivar a otros si estamos totalmente desmotivados?
Carteles de niños de raza negra, con Síndrome de Down, personas discapacitadas, con problemas de peso - obesos o con extrema delgadez -, personas con enfermedades crónicas o ancianos, etc. navegan a la velocidad de la luz por el Internet pidiendo aprobación o "likes" para satisfacer esa búsqueda interna de la aceptación.
Muchos de estos mensajes comienzan con la típica frase: "Sé que me vas a ignorar..." ¿Por qué tengo que publicar estas caras para pregonar nuestro "rechazo a la discriminación" si la acción propia de estas solicitudes es una mera forma de propagar la segregación al subliminalmente destacar la diferencia social?
Por ejemplo, siempre me he preguntado el porqué los gays aúnan su estilo de vida con la palabra "comunidad" e incluso he extendido esta pregunta a muchos amigos homosexuales sin obtener una respuesta que no sea auto-discriminatoria. Si vamos a un diccionario "comunidad" es un conjunto de individuos que comparten elementos en común.
Por lo general una comunidad se crea mediante la diferenciación de otros grupos. Mientras, que si vemos "comuna" esta puede ser más separatista al apuntar que es una subdivisión menor. Entonces, ¿cómo entendemos esta doble moral cuando proclaman a los cuatro vientos derechos que por su condición ciudadana ya han adquirido con el resto de la sociedad? ¿No es esto una auto-discriminación?
La propia Constitución - si nos amparamos en las leyes de los Estados Unidos, la democracia y los derechos civiles - nos garantiza una equidad ciudadana cuando recalca "no discriminación o la ausencia de privilegios por motivos de identidad colectiva dentro de un sistema jurídico. El principio de la ley es que todos los seres humanos son iguales, sin que existan privilegios ni prerrogativas".
Por su lado, los derechos civiles dice que "no podrán establecerse restricciones que se basen en diferencias de nacionalidad, raza, sexo o religión" y la ley de igualdad de libertad nos da el derecho a "todo individuo a disfrutar de su libertad individual". Entonces, ¿No es nuestra propia discriminación una rebeldía hacia una Constitución comprometida con la igualdad?
Ahora si queremos ser abogado del diablo y sin desmenuzar la Constitución podemos darle un punto a favor a estas "comunidades" que se abanderan para pedir igualdad y darle peso a mi pensamiento de doble moral ya que la misma ley esconde o excluye - a primera vista - la igualdad por edad, físico y discapacidades.
Pero dejando a un lado lo político y retomando el poder que tenemos como individuo comencemos a trabajar con nosotros mismos.
Aprender a amarnos es vital, con defectos y virtudes. Debemos establecer un plan de acción en el que la primera fase debe ser robustecer un balance entre cuerpo, mente y espíritu.
Apoyémonos en lecturas que van a favor de reencontrarnos con nuestro yo interno, de auto motivación, espiritualismo, pidiendo ayuda a profesionales o hasta fomentando un círculo de amigos con los que obtengamos esa fuerza de grupo que muchos de nosotros necesitamos.
Trabajemos conjuntamente con la tolerancia. Es sumamente importante aprender a ser calmados y pasivos para no emular a los acosadores. Sabemos que la característica principal de los señaladores es la intolerancia, por eso tenemos que erradicar esa palabra de nuestras vidas porque la falta de tolerancia es la incubadora de la discriminación.
No menos importante mantengámonos motivados. Si no mantenemos la motivación activa para realizar todo en nuestras vidas, comienzan a reaparecer episodios de stress, inseguridades y desamor, desenterrando la discriminación.
No saben cuan feliz y triunfadores se van a sentir el día que palpen esa paz interna que adquirimos al despojarnos de todas esas pesadas maletas que acumulamos día a día al dejarnos intoxicar - consciente o inconscientemente - por el medio ambiente.
Despreocupémonos del qué dirán, virtud que automáticamente rechazará o defecará esas críticas malintencionadas provenientes de personas tan vánales que sólo pueden ver lo externo porque no tienen la claridad o luminosidad para ver nuestra verdadera esencia, la espiritualidad.
Veamos al prójimo de adentro hacia afuera, evita juzgar y descarta estereotipos. ¡Rompe los moldes falsamente establecidos!
