Hoy día, todos quieren opinar sobre la voluptuosidad. Que si está muy gorda para cual o tal ropa, que si su cuerpo no es representativo para esta posición, que si qué pena que este tan gordita con esa voz, etc. Muchos se hacen abanderados en pro de los cuerpos rollizos mientras la mayoría a viva voz se enorgullecen de sus ofensas hacia las personas corpulentas.
El tema no es si estás en contra o a favor de las personas que han decidido vivir este estilo de vida o que tengan algún problema médico que los mantenga dentro de estas estadísticas. El argumento va más allá.
Viene a mi mente una cita del reconocido pintor colombiano Fernando Botero quien al cuestionársele porque plasmaba en sus pinturas sólo gente obesa este aseguró, "No pinto gordas, le doy protagonismo al volumen". Y es que este artista de arte moderno asegura que lo que busca con sus obras es hacer MÁS GRANDE el sentido y el mensaje que lleva cada uno de sus trabajos.
Esta estilización en sus obras - cotizadas mundialmente en millones de dólares - tiene como propósito el comunicar los motivos que llevan a un individuo o a un grupo social a seleccionar expresiones particulares a un análisis del discurso crítico. Entonces, dejando a un lado toda disputa clínica o estética, tengo que reafirmarme en una conclusión personal que las personas de tallas grandes, más allá de lucir un cuerpo voluminoso, son las protagonistas de algún mensaje interno que con la anchura de su cuerpo vociferan a la sociedad.
En mi caso particular, siempre he dicho que parte de mi robustez es una rebeldía de ser distinta al resto de la sociedad. Mis allegados pueden corroborarlo. Desde muy chica he tenido gustos diferentes a la mayoría, me gusta mucho la originalidad y siempre he desarrollado más mi yo interno e intelectual revelándome así a la estética corporal.
Mi protesta va mucho más allá del simple atractivo físico y se refleja hasta en mis gustos cotidianos como la decoración o quizás hasta en la bisutería que utilizo. Por ejemplo, no resisto comprar los tradicionales juegos de muebles que te imponen hasta la mesa que tienes que utilizar ni tampoco me gusta utilizar joyas o bisutería que combinan aretes, pulseras y gargantilla. Y aunque quizás mi gustos me contradigan un poco por mi pasión por la belleza y la simetría lo cierto es que mi prioridad siempre ha sido destacar un estilo único que represente quien soy realmente.
Quizás un sicólogo podría analizar esta complejidad en cuanto a mis ideologías y abundar mucho más de la condición de mi psiquis, pero mientras llega ese especialista voluntario y contrario a los que muchos puedan imaginar probablemente he sido más feliz y "normal" que la gran mayoría de la sociedad. Una humanidad que por siglos se ha dedicado a señalar al prójimo en vez de cultivarse ellos mismos para prevalecer positivamente dentro de su hábitat, uno muy reglamentario lleno de figurillas que más bien parecen clones que seres libres y desarrollados.
No saben cuánto me rio de esa ignorancia colectiva, pero les confieso que muchas veces la impotencia también se presenta a modo de tristeza y decepción. Día a día vemos como la sociedad, con sus ínfulas de estar en todas e imponer moda, "ataca" y habla tanto del 'bullying' y sus consecuencias, pero esa misma colectividad con su doble moral son los principales acosadores e incitadores alimentando el 'bullying' a estadísticas sin precedentes.
Me pregunto, ¿no tendríamos un mundo mejor si esas personas que tanto fiscalizan los estandartes físicos de otros utilizarán sus energías para ser protagonistas de su propio volumen enriqueciéndose internamente para luego atesorar su "correcta" sociedad?
Yo, me siento orgullosa de haber sabido crear un balance en mi vida y ser una verdadera "protagonista del volumen" porque esta actitud no solo me ha ayudado a encontrarme conmigo misma y ser autónoma sino que me ha servido de manera positiva a eliminar muchas palabras en mi diccionario como el complejo, discriminar y la envidia ya que nunca he aspirado a tener lo que tienen los demás.
¡Qué maravilloso es meditar y visualizarnos tal cual somos, sin maquillaje ni apariencia! Una sensación que debemos perseguir porque de alguna manera exteriorizamos o desnudamos lo extraordinario que tenemos dentro del corazón y que nos da la luz de esa estrella única que todos tenemos y que pocas veces conseguimos exponer en el firmamento para hacerla brillar.
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