¿Muy bonita para ser monja?

Cuando le digo a la gente que voy a ser monja, quedan en 'shock'. Las cejas levantadas, las quijadas abiertas, su cerveza derramada en el bar.
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Praying pretty nun over dark background
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Cuando le digo a la gente que voy a ser monja, quedan en shock. Las cejas levantadas, las quijadas abiertas, su cerveza derramada en el bar.

"Eres muy normal como para ser monja", dicen.

"Eres muy lista".

"¡Eres muy bonita!".

Esta última fue la que me tomó con mayor sorpresa -como si el acné o una nariz grande fueran requisitos para ser monja.

Mi apariencia incluso ha sido abordada por las comunidades religiosas que he visitado en busca de mi hogar espiritual. Tres distintas órdenes se aprovecharon de mi nombre, Angela, ¡para llamarme Angelina Jolie!

A la gente le desconcierta que mi exterior -una chica de 27 años que solía trabajar en Clinique y que busca inspiración de moda en Pinterest- pueda reflejar un deseo interior de una vida consagrada y sus aparentemente anticuados votos de celibato, pobreza y obediencia.

Sus preguntas me han obligado a confrontar mi propia imagen. ¿A quién veo en el espejo? ¿Cómo me veo ante los ojos de Dios? ¿Cómo afecta una cosa a la otra?

Cuando vivía con las monjas de Poor Clare en Belleville, Ill., descubrí que su monasterio no tenía espejos. Al principio, fue una conmoción para esta adicta a los cosméticos, pero se convirtió en algo increíblemente liberador. Me sentí libre de ser quien Dios me había designado a ser y más plenamente en sintonía con las personas que me rodean. Podía verter la energía que solía invertir en mi apariencia -preocupándome por el reflejo en el espejo, tratando de alterarlo- en mi vida espiritual.

Ahora estoy mejor preparada para responder cuando, invariablemente, alguien dice sarcásticamente que soy muy bonita para el convento. "¡Gracias!", respondo. "Pero no existe un molde. ¡Dios llama a todos! No importa cómo luzcas, de dónde seas o a quién conozcas".

Trato de ser amable. Tomo esos comentarios a la ligera, sabiendo que se trata más de ellos que de mí. Y con el tiempo, he llegado a apreciar ese inicio de conversación como una oportunidad para disipar los estereotipos acerca de las monjas. Eso es por lo que estoy agradecida en cuanto a la creación de la National Catholic Sisters Week (del 8 al 14 de marzo), una adición oficial al National Women's History Month. Sirve para un propósito muy necesario, sensibilizando y creando entendimiento sobre las hermanas católicas.

En marzo pasado fue la celebración inaugural de la NCSW, y me uní a una gran cantidad de hermanas católicas y mujeres universitarias en la St. Catherine University en St. Paul, Minn., para un fin de semana especial de lanzamiento. Fue tan alentador conocer a otras mujeres jóvenes perspicaces sobre la vida religiosa -en sus años 20s, que usan aros en la nariz y medallas de María, que están encima de la justicia social y la televisión de reality shows, que están enamoradas de Ryan Gosling y del papa Francisco pero que en última instancia tienen la esperanza de ser la esposa de Cristo, ofreciendo todas nuestras obsesiones y esperanzas del siglo XXI en el altar.

Existen 1,000 mujeres estadounidenses en alguna etapa de formación para convertirse en hermanas católicas. ¡Es hora de contar nuestras historias!

Yo empezaré. Fui criada en un amoroso hogar católico en Belleville, Ill. Me imaginaba un futuro luminoso de matrimonio y maternidad, e incluso en algún punto estuve comprometida. Pero siempre estaba buscando algo más. En muchos sentidos, mi atracción por la vida consagrada es una reacción contra las trampas de la vida secular moderna. Añoro el servicio y la vida sencilla. Anhelo una hermandad centrada en mis más profundos valores, y no una hermandad basada en chicos y alcohol. He tenido el privilegio de visitar conventos alrededor del país buscando el sistema más adecuado, y me reúno regularmente con un director espiritual para que me guíe en lo que determino mi siguiente paso.

Tal vez no luzca como una monja, pero mi corazón está hecho para esta vocación. Veo a la vida religiosa como una aventura que superará mis sueños más salvajes.

angela svec

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