Durante los últimos años la ciudad de Caracas ha sido un caos. El caraqueño promedio puede perder 3 ó 4 horas de su vida atrapado en el tráfico. Este 7 de marzo del 2013 todo es diferente, la ciudad está prácticamente desierta, la mayoría de los comercios y establecimientos comerciales están cerrados y el tráfico, que tango agobia a los habitantes de este valle, simplemente no existe. Una gran parte de los caraqueños tiene una cita, una cita impostergable, una cita a la que no pueden dejar de acudir. La gran mayoría de los caraqueños tiene una cita en la Academia Militar para despedir al Presidente de la República, Hugo Chávez.
Chávez falleció el 5 de marzo a las 4:25 de la tarde, luego de luchar durante dos años contra un cáncer al que no pudo vencer. Aquel caudillo que se veía y sentía invencible siempre que se presentaba a unas elecciones, no pudo ganar la batalla por su vida, aunque nadie puede negar que dio la pelea.
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Yo estuve este 7 de marzo recorriendo las inmediaciones de la Academia Militar. Como periodista, quise documentar ese momento; como opositor, quise presentar mi respeto hacia el Presidente. Lo que viví sólo puedo describirlo de la siguiente manera: fue algo impresionante.
En la calle vendían fotos del Presidente en mejores épocas. También vendían camisas, estampitas, gorras y brazaletes. Toda la mercancía era alusiva a la revolución boliviariana o a gestas importantes donde Chávez participó, como el fallido golpe de estado del 4 de febrero de 1992.
La cola para poder ver el cuerpo del presidente Chávez, que se exhibe en Capilla Ardiente, era de casi 10 kilómetros. Ríos y ríos de gente podían esperar un poco más de 9 horas para poder ingresar dentro del recinto. Pero eso a sus partidarios, a sus seguidores, no les importaba. Tampoco les importaba el asfixiante calor o la desorganización, de allí no los movía nadie hasta que pudieran ver a Chávez. Un grupo de personas había viajado 14 horas por carretera desde un estado lejano a la capital, y se encontraban haciendo la cola desde las 4 de la mañana. Eso es amor, el mismo tipo de amor que expresó el Presidente de Bolivia, Evo Morales, el 6 de marzo al acompañar el féretro de su amigo Chávez durante las 7 horas que duró el recorrido del Hospital militar (donde falleció el Presidente), hasta la Academia Militar, donde son velados sus restos.
A lo largo de la cola que atraviesa el llamado Paseo de Los Próceres de Caracas, en varias cornetas se podía escuchar la voz de Chávez cantando el himno nacional, además del himno de la Academia Militar (lugar del cual se graduó con el grado de subteniente en 1975), y canciones propias del llano venezolano.
Los seguidores del presidente gritaban consignas como: "Chávez vive, la revolución no muere", y "Con Chávez y Maduro, el pueblo está seguro", ésta última haciendo alusión al presidente encargado de Venezuela, Nicolás Maduro, quien será el candidato del gobierno en las venideras elecciones presidenciales y quien con toda seguridad será el próximo presidente de Venezuela.
Chávez, en su última cadena de radio y televisión el 8 de diciembre del 2012, le dijo a sus seguidores que si a él le sucedía algo, ellos tenían que votar por Nicolás Maduro como el próximo presidente. Está claro que sus seguidores cumplirán al pie de la letra la última orden impartida por su comandante.
Pero mientras llega ese momento, el pueblo chavista está de luto; un luto que no se viste de negro, sino de rojo; un luto en el que se recuerda al héroe caído entre lágrimas, pero con la esperanza de que la revolución continuará; un luto en el que se hacen horas y horas de cola para darle el último adiós al comandante presidente.
Yo quería que el presidente Chávez perdiera por los votos, no que le ganara un cáncer. Y en estos últimos días he pensado en él como un Mandela que pudo haber sido, pero que no fue. Una verdadera lástima porque el legado de Hugo Chávez sería grande si se hubiera dedicado a unir al pueblo en lugar de dividirlo.
Hugo Chávez
Hugo Chávez: El padre
