Todos nos caemos, pero no todos nos levantamos

Un buen día, un mal día, debo decir, te caes: todo lo que habías construido con tanto esfuerzo se viene al suelo y quedas ahí, sin que a nadie le importe, más sólo que nunca y con el corazón machacado. Es el rostro de la derrota.
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mejoramiento personal

Un buen día, un mal día, debo decir, te caes: todo lo que habías construido con tanto esfuerzo se viene al suelo y quedas ahí, sin que a nadie le importe, más sólo que nunca y con el corazón machacado. Es el rostro de la derrota.

Quien ha caído se encuentra en la mitad de un desierto, tan solo como el primer hombre, desorientado y pobre, sin saber a dónde ir o qué hacer. Lloras, te desesperas y al final todo permanece igual: sientes que te has mudado a una pesadilla y que por más esfuerzos que haces para despertar, todo es en vano: te has mudado al mismísimo infierno.

Cuando fracasamos todo parece desdibujarse a nuestro alrededor. Nos sentimos vacíos porque, ya que hemos depositado toda nuestra energía en cumplir una meta, el no conseguirla nos hace perder todo sentido. No existe dolor más grande que tener que seguir vivos cuando todos los sueños se han quebrado.

Por eso creo que es fundamental recuperar el sentido, sólo así podemos sobrevivir tras los tropiezos naturales de la vida. Creo que para lograr esto debemos ser capaces de comprender que la vida es el don más grandioso y total que existe, que mientras respiremos habrá para nosotros una esperanza, que el día de mañana, por terrible y oscuro que sea elpresente, no habrá de ser como el de hoy.

Es necesario que el derrotado se vuelque a los demás. Los seres humanos tenemos en la entrega y el trabajo colaborativo la fuente más inmediata y segura de esperanza. Además, en un plano meramente práctico, debemos pensar que las respuestas a muchas de nuestras preguntas no se encuentran en nuestras manos sino en las de los demás; es preciso ser humilde para abandonar nuestra cerrazón personal y salir al encuentro de las otras personas. No pocas veces la soberbia ha prolongado innecesariamente el sufrimiento de un derrotado.

Estoy hablando de cambiar el paradigma, de expandir nuestras miras, nuestros horizontes. Si vamos a realizar grandes empresas, no lo lograremos sin caernos; es simplemente imposible pensar que las grandes metras se consiguen sin contratiempos. Trabajemos, pues, en nuestra actitud, confiando siempre en la vida y sus poderes: creo que no existe nada más sabio que aceptar, porque sólo quien acepta puede ser feliz en la adversidad y en la victoria. Sigamos caminando siempre, no renunciemos, no vale la pena.

Les deseo un buen día

Por Diana, la astróloga

Milagros de la vida cotidiana

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