El tiempo, ese misterio

Este día amanecí con una buena noticia: una anciana mexicana de cien años acaba de conseguir su certificado de educación primaria. La mujer, una oaxaqueña pequeñita, no pudo nunca estudiar nada debido a su pobreza, nos dice. Se llama Manuela y se queja de lo cansado de sus ojos-no es para menos, la mujer ha vivido un siglo-, pero no se raja: sigue su camino sin preocuparse mucho por lo que vendrá.
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.

Este día amanecí con una buena noticia: una anciana mexicana de cien años acaba de conseguir su certificado de educación primaria. La mujer, una oaxaqueña pequeñita, no pudo nunca estudiar nada debido a su pobreza, nos dice. Se llama Manuela y se queja de lo cansado de sus ojos-no es para menos, la mujer ha vivido un siglo-, pero no se raja: sigue su camino sin preocuparse mucho por lo que vendrá.

El tiempo, queridos amigos, es un asunto curioso: es un martirio para quienes lo tienen de más y un sueño imposible para quienes lo han malgastado. Ansiamos toda la vida hacer algo y cuando tenemos la posibilidad de hacerlo, lo postergamos o simplemente lo olvidamos porque el sueño ya no es lo que era.

El mundo es aquí, ahora, en este preciso instante en el que hablamos. Nuestra obligación habrá de ser la de completar las tareas de nuestra jornada, con alegría, con fe y esperanza. Nada más. No vale la pena sufrir porlo que todavía no es o lamentarse por lo que se ha perdido para siempre. A veces pienso, y perdonen que me ponga denso, que la vida es esto, un eterno momento presente que siempre ha de ser del color que nosotros queramos.

El trabajo todo lo vence, afirma un dicho latino, y yo lo creo, Manuela también lo cree. No hay mejor momento para iniciar un proyecto que ahora mismo, ni obstáculo capaz de convertirse en límite si yo así lo decido. Quejarnos o justificarnos echándole la culpa a los demás o a las circunstancias no nos habrá de llevar nunca a ninguna parte; nuestra obligación -y creo que esla más alta- es seguir a pesar de todo, caminando y construyendo, elaborando siempre una mejor vida para nosotros mismos y para quienes nos acompañan. Sé bien lo que digo: yo mismo soy un prófugo de las cárceles de un pesimismo enfermo que ahora me avergüenza confesar en público. Todos habremos de morir, es verdad, pero no todos tendremos, llegado el momento final, el privilegio de haber vivido intensamente.

Les deseo un feliz día.

-alx

Popular in the Community

Close

What's Hot