El arte de despertar

Desde hace tiempo, hace años quizás, realizo cada mañana una práctica que me beneficia mucho y cuyos efectos positivos se extienden a lo largo del día.
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Desde hace tiempo, hace años quizás, realizo cada mañana una práctica que me beneficia mucho y cuyos efectos positivos se extienden a lo largo del día.

De hecho, tengo que decir que el asunto comienza desde la noche anterior, cuando me voy a la cama: procuro siempre irme a descansar cuando aún es temprano, más o menos antes de las diez de la noche. Las primeras horas de oscuridad suelen ser las más provechosas en materia de descanso.

Por la mañana, pues, cuando despierto, prolongo lo más que puedo el momento. Me demoro largamente tratando de que mi cuerpo, mi mente y mi espíritu pacten de nuevo después de la dispersión del sueño. Por supuesto que para poder realizar esta ritual matutino tengo que despertar muy temprano, cuando todavía está oscuro; de otra manera me sería imposible despertar "lento" y terminaría, como tantas veces lo hice antes, corriendo de un lado para otro acosado por la prisa. Si no te alcanza el tiempo de un día, si sientes que te falta energía para hacer lo que tienes que hacer, entonces quizás tengas que levantarte más temprano. Una buena jornada comienza a forjarse durante la noche previa.

Un día descubrí algo que vale oro: la pausa nos ayuda a llegar lejos.

Cuando abro los ojos me dejo llenar por la alegría de la vida. Me gusta estar vivo y tener un día por delante. Saboreo como si se tratara de un postre esa bendita sensación de la conciencia que me dice que sigo siendo y que en mis manos tengo el poder de hacer cosas.

Comienzo a pensar en lo que debo hacer, en cómo lo debo hacer y en lo mucho que me voy a divertir haciéndolo. Entonces me voy llenando de unas ganas locas de salir a la calle a vivir: doy el salto de la cama y pongo los dos pies bien plantados en el mundo.

No todo es color de rosa. Hay ocasiones en que tengo que lidiar con las preocupaciones, el miedo y la duda, pero con el paso de los años y la práctica cotidiana del agradecimiento, esas sensaciones negativas han disminuido considerablemente. Sé que la vida es una y que es responsabilidad mía el llenarla de sentido y de fe. Sé también que vivir una vida buena y rica es resultado del trabajo diario y no veo mejor manera de comenzar esa tarea cotidiana que despertando con alegría.

El miedo consume grandes cantidades de energía psíquica y nos reduce, nos quita el poder de hacer los cambios de raíz que destruyan la fuente que lo alimenta. Se trata de un círculo vicioso que no es posible romper sino con la confianza en Dios y en nosotros, en los demás y en la vida.

Un estado de ánimo positivo y propositivo se construye. Una vida feliz comienza en nuestros pensamientos y palabras, en la forma libre y humana en que decidamos ver esta experiencia compleja e inconmensurable que llamamos mundo.

Te mando un abrazo.

-alx

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