Tener un corazón con hambre de sueños

Ayer, justo antes de dormirme, como casi siempre me puse a pensar larga y pausadamente en mi vida. Es una experiencia harto común y que sin duda alguna tú mismo, amigo mío, habrás tenido muchas veces. La cosa es que a diferencia de otras muchas ocasiones, anoche tuve la sensación de haber dado con una verdad: "entre menos sueños se tienen, entre más conforme se está con la vida que se tiene en el momento presente, más cerca se está de caer en un estado de aburrimiento vital".
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Ayer, justo antes de dormirme, como casi siempre me puse a pensar larga y pausadamente en mi vida. Es una experiencia harto común y que sin duda alguna tú mismo, amigo mío, habrás tenido muchas veces. La cosa es que a diferencia de otras muchas ocasiones, anoche tuve la sensación de haber dado con una verdad: "entre menos sueños se tienen, entre más conforme se está con la vida que se tiene en el momento presente, más cerca se está de caer en un estado de aburrimiento vital".

Los sueños, que son deseos muy elaborados y específicos que brotan de la intimidad misma de nuestro ser, son una especie de combustible que nos ayuda a caminar hacia delante en el viaje de nuestra vida. Quien suele soñar a borbotones habrá de encontrar siempre la forma de hacer que esos sueños -u otros que irá descubriendo por el camino- se vuelvan realidad, no me cabe la menor duda.

En cambio, quien se acomode en la pasividad burguesa de un confort justa o injustamente logrado, o quien se arroje al suelo a maldecir como un desesperado su propia existencia, seguramente se encontrará muy lejos de conocer la plenitud de alma que sólo pueden experimentar aquellos que trabajan apasionada y creativamente por aquello que más desean. Algo más: creo que acariciar sueños, luchar por ellos y urdirlos con vehemencia cotidiana tiene un efecto salutífero. Nuestro estado de ánimo se afianza y progresa en los hermosos retos que la vida tiene para nosotros.

No vengo a dar consejos a nadie, sobre todo cuando no me los han pedido; sin embargo, tengo una fe ciega en todo lo que acabo de decir y por ello lo comparto, porque creo que existe en estas cuantas palabras una semilla de trascendencia, una pasión común que nos humaniza y dignifica. Que no te den pena tus sueños, que lo único que debe abochornarnos es el no tener las agallas para defenderlos con la propia vida.

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