El crecimiento se desacelera: Perspectivas para América Latina y el Caribe

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Las proyecciones de crecimiento para América Latina y el Caribe se han revisado aún más a la baja --al 0,5 por ciento en 2015-- lo cual supone una desaceleración de la actividad por quinto año consecutivo.

La última edición de Perspectivas económicas: Las Américas publicada en abril de 2015 se centró en las diferencias entre el Norte y el Sur de la región, donde se registró una vigorosa actividad económica en el Norte, neutralizada en parte por el débil crecimiento en América del Sur. En general, estas mismas fuerzas siguen estando presentes en la actualización de nuestras perspectivas para la región.

Sin embargo, el crecimiento más débil de lo previsto en Estados Unidos al comienzo del año ha empujado a la baja las perspectivas de crecimiento en México, América Central y el Caribe, mientras que el persistente descenso de los precios de las materias primas ha debilitado aún más el entorno externo para la mayoría de los países de América del Sur. Al mismo tiempo, algunos factores internos se han sumado a las dificultades de carácter externo, contribuyendo a debilitar la confianza de las empresas y los consumidores y, por lo tanto, a reducir la demanda privada (gráficos 1 y 2). Además, la moderación de los precios de las materias primas y el alto nivel de apalancamiento de las empresas implican que la inversión probablemente seguirá siendo débil durante un período prolongado.

En conjunto, estos factores apuntan a que las perspectivas económicas en la región se enfriarán aún más. Además de las proyecciones de crecimiento más bajo para este año, prevemos un repunte más débil en 2016.

Cifras de crecimiento decepcionantes en el Sur

En Brasil el PIB real se contrajo durante los primeros tres meses del año. Los datos preliminares para el segundo trimestre apuntan a un mayor deterioro del entorno económico, incluido el mercado de trabajo, aun cuando la inflación se mantiene en un nivel inquietantemente elevado. Prevemos ahora una mayor contracción en 2015, de alrededor del 1½ por ciento (una tasa de crecimiento ½ punto porcentual menor que en nuestras proyecciones de abril). Esto refleja una contracción significativa de la inversión privada y un descenso moderado del consumo privado, debido al deterioro de la confianza atribuible principalmente a factores internos. Se prevé que la economía brasileña registre una ligera recuperación de alrededor de ¾ por ciento en 2016.

Se espera que otros países del Sur crezcan más rápidamente en 2015 que en 2014, pero a una tasa más baja de lo previsto anteriormente. Perú es un buen ejemplo, con un crecimiento vigoroso en 2015, aunque ½ punto porcentual más bajo de lo proyectado en abril. Análogamente, en Chile, la demanda privada se ha mantenido relativamente débil a pesar del impulso derivado del apoyo fiscal, por lo que hemos reducido nuestras proyecciones de crecimiento al 2,5 por ciento en 2015 y 3,1 por ciento en 2016. En Colombia proyectamos una desaceleración más profunda de la actividad económica, aunque aún prevemos que el país crezca un 3 por ciento en 2015 (alrededor de ½ punto porcentual menos de lo proyectado en abril). Como dato positivo y en virtud de que las expectativas inflacionarias se encuentran bien ancladas, estos países han podido mantener una política monetaria acomodaticia a pesar de que la inflación se sitúa por encima de la meta. Esto ha ayudado a contener una desaceleración de la demanda interna mayor de lo previsto. En estos países, prevemos que el crecimiento sea más vigoroso el próximo año. En Argentina, en tanto, se prevé que la actividad económica se mantenga estancada en 2015 y 2016.

El debilitamiento de los precios de las materias primas también está afectando a otros países exportadores de materias primas de la región. En particular, el impacto de la caída de los precios de las materias primas en Venezuela se ha visto magnificado tras varios años de políticas macroeconómicas insostenibles y de fuerte intervención microeconómica. Venezuela sigue experimentando una profunda recesión, y se proyecta una contracción del PIB del 7 por ciento y una tasa de inflación superior al 100 por ciento en 2015.

Crecimiento moderado en el Norte

En México proyectamos que este año la economía crecerá en alrededor del 2½ por ciento, es decir, aproximadamente ½ punto porcentual menos de lo proyectado en abril; esta revisión puede atribuirse en gran medida al debilitamiento económico transitorio observado en Estados Unidos durante el primer trimestre de 2015 y a una caída de la producción petrolera. El crecimiento del consumo privado y la inversión también han decepcionado por el momento. No obstante, las perspectivas de la economía mexicana siguen siendo más favorables que las de muchos de sus vecinos en el Sur, dado que se prevé que la recuperación en Estados Unidos cobre impulso en el futuro.

Análogamente, en el caso de América Central hemos revisado ligeramente a la baja nuestras proyecciones de abril en virtud de la expansión más lenta de lo previsto en Estados Unidos en lo que va del año. Ahora prevemos que la región crezca a alrededor del 4 por ciento en 2015. En tanto, se espera que las economías de la región del Caribe repunten en 2015-16, gracias, entre otros factores, al aumento de la llegada de turistas.

Múltiples riesgos

La región se enfrenta a varios riesgos. La persistente desaceleración de la actividad económica en China y su impacto en los precios de los contratos de futuros para materias primas sigue siendo el principal riesgo externo para la región. Al mismo tiempo, las negociaciones sobre Grecia todavía podrían tener implicancias negativas para América Latina, aunque hasta ahora los efectos de contagio en los precios de los activos (y, por lo tanto, en la actividad económica) en la región han permanecido contenidos. Por otra parte, Estados Unidos ha señalado el comienzo de un ciclo de aumento de las tasas de interés antes de finales de año. Esto podría intensificar la volatilidad del mercado y las presiones cambiarias en América Latina y plantear desafíos para la formulación de la política económica en la región. Por el lado positivo, sin embargo, se prevé que el estímulo al comercio generado por el robusto crecimiento en Estados Unidos, que tendría lugar si la Reserva Federal decidiera elevar las tasas de interés, impulse la actividad económica, especialmente en México y América Central.

Los riesgos internos son igualmente preocupantes. En particular, el alto nivel de deuda corporativa en el contexto de un deterioro de las condiciones financieras externas podría ser un obstáculo para la inversión mucho mayor de lo previsto actualmente. Además, a más largo plazo, el repunte proyectado de la actividad económica en 2016 y en adelante no se materializará si la confianza de las empresas y los consumidores permanece estancada en los bajos niveles actuales (o incluso retrocede aún más).

Reforzar la capacidad de resistencia de la región

De cara al futuro, la aplicación de reformas estructurales --especialmente una integración comercial más profunda-- y la focalización del gasto público en infraestructura fomentarían la productividad, fortaleciendo así el crecimiento potencial. Análogamente, la mejora de los saldos fiscales aseguraría la sostenibilidad de la deuda a largo plazo, contribuyendo al mismo tiempo a generar mayor espacio fiscal para la aplicación de políticas contracíclicas cuando sea necesario. El espacio fiscal también es necesario para consolidar los avances sociales alcanzados en los últimos años, como la reducción de la pobreza y la desigualdad.

La flexibilidad cambiaria sigue siendo fundamental para absorber los shocks externos, en particular en un contexto mundial más volátil. Los marcos de política monetaria que anclen efectivamente las expectativas inflacionarias ayudarán a contener las fluctuaciones excesivas a corto plazo de la actividad económica.

En conjunto, estas políticas también apuntalarán la confianza en la región e impulsarán aún más la actividad económica en el futuro.

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