Derecho de Admisión: libertad vs libertinaje digital

En la actualidad y con las múltiples opciones que la tecnología nos brinda, cualquiera puede convertirse en un líder de opinión, y no solo eso, sino incluso en el más sabio entre los sabios, periodista en potencia, juez implacable, erudito, analista y conocedor de todo lo que sucede a su alrededor.
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libertad libertinaje digital

En la actualidad y con las múltiples opciones que la tecnología nos brinda, cualquiera puede convertirse en un líder de opinión, y no solo eso, incluso en el más sabio entre los sabios, periodista en potencia, juez implacable, erudito, analista y conocedor de todo lo que sucede a su alrededor.

Pero como tanta perfección no existe, solo basta resguardarse en el anonimato del internet y las redes sociales para que algunas personas liberen al dictador que llevan dentro; imponiendo "su verdad" sin argumentos, sedientos de atención y reflectores, merodean por aquí y por allá secuestrando la razón.

En internet a quien realiza este tipo de acciones se le denomina "Troll" y su conducta es un fenómeno social y mundial, prácticamente imposible de acabar, no obstante, estas manifestaciones pueden contenerse e incluso reducirse mediante códigos de ética y reglas claras sobre la utilización de ciertos canales de comunicación en la red.

No se trata de censurar, ni de limitar la libertad de expresión o el derecho a la información, se trata de hacer valer la responsabilidad social y ética que poseen los medios de comunicación, la cual muchos de ellos han preferido dejar de lado, bajo el supuesto argumento de "dar voz" a la sociedad.

Basta con abrir cualquier sitio de noticias para encontrar en el espacio dedicado a comentarios, una serie de difamaciones, agresiones y mentiras sobre diversos temas, provocando que la nota o el trabajo periodístico reduzca su valor y lo transfiera a estos comentarios que se convierten en una "verdad a medias".

El protagonismo entonces ya no recae en la investigación profesional, sino en las ocurrencias de algún "Troll" que desea divertirse un rato o de alguna persona, o grupo de personas, con un interés particular o político que encuentran en estos espacios, un camino sin restricciones para la difamación.

Si cualquiera puede hacer un blog, abrir una cuenta de correo, de Facebook o Twitter falsa, si el internet es ilimitado, tan grande como para dar cabida a quienes sueñan con dominar la opinión pública, quiere decir que el acto de regular un canal de comunicación personal o institucional es una opción válida.

En 2008, Tijuana, conocida como la frontera más grande del mundo, sufría las condiciones de violencia más intensas de que se tuviera memoria; secuestros, asesinatos, enfrentamientos, cuerpos descuartizados y hasta colgados de puentes en plena luz del día eran noticia común.

La información adquirió el color de la sangre que corría por las calles y se transformo en sensacionalismo, las fotografías de los cuerpos mutilados se mostraban en portada y entre más sangrientas mejor.

Pero la verdadera guerra se daba en los espacios de comentarios de los sitios de internet de los propios medios, ahí todos eran testigos y daban detalles sobre ejecuciones, los narcos se mandaban amenazas de muerte entre si y en contra de las autoridades, ahí la regulación no existía, los medios se convertían en plataforma de la violencia y lo aceptaban.

Le causó tanto daño a Tijuana la violencia en las calles, como la violencia que corría libremente por internet en portales respaldados no por el anonimato, sino por empresas de comunicación bien establecidas.

Hoy Tijuana es una ciudad distinta, superó la adversidad, el turismo y las inversiones internacionales regresaron, las familias pueden salir a la calle, pasear y disfrutar de sus parques, pero la regulación nunca llegó.

En principio creo que la decisión de establecer códigos de ética para la comunicación digital, corresponde a las empresas de medios de comunicación y a los periodistas, pero no a un gobierno o poder del Estado que pretenda imponer o manipular a conveniencia la opinión pública, mediante leyes que atenten contra el derecho a la información o a la libertad de expresión.

Apenas el pasado 5 de julio, el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) emitió una resolución histórica, reconociendo por primera vez el derecho de las personas a la libertad de expresión en internet y solicitando además a todos los países protegerla y promoverla.

La sociedad avanza rápidamente hacia el mundo digital, si lo que vivimos ahora nos parece mucho, no tendrá comparación con lo que experimentaremos en cinco años, la gente se conoce, conversa, se enoja y se enamora en redes sociales, es una nueva forma de convivencia social nos agrade o no.
Si somos parte de ese mundo debe existir un mínimo de orden; en la vida real o en la de Facebook, difamar, mentir o agredir, deber ser igual de negativo.

Sencillamente no hay que confundir libertad con libertinaje.

Para millones de personas el chat, Messenger, Facebook, Twitter y Linkedin, entre otras redes, son espacios de relación tan comunes como la sala de su casa, pero no por ello se tiene la obligación de aceptar y compartir todo, la convivencia se mide por el respeto y bien podemos aplicar nuestro Derecho de Admisión.

Cada persona, empresa o institución puede establecer límites éticos que nos conduzcan a todos hacia una convivencia más sana en el mundo digital.

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