El ganador de las elecciones será

Independientemente de quien sea el ganador, resulta imposible cambiar el estado de las cosas en un país con atrasos históricos en prácticamente todos los rubros de mayor importancia para el desarrollo de una nación.
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México será el mismo la mañana del 2 de julio, las votaciones del domingo no cambiarán absolutamente nada. La magia es para los magos, la ilusión es para los políticos.

Independientemente de quien sea el ganador, resulta imposible cambiar el estado de las cosas en un país con atrasos históricos en prácticamente todos los rubros de mayor importancia para el desarrollo de una nación.

El encono y la división que se ha generado durante este proceso electoral, no se ha limitado al ámbito de los Partidos Políticos, ha permeado hasta el corazón de las familias, ha roto amistades en la vida cotidiana, ah y también en facebook.

Una de las razones por las que la sociedad mexicana no avanza, es la falta de análisis y razonamiento adecuado de lo que necesita, esto puede tener un origen también en la opacidad con la que se maneja la información en México, cada quien maneja sus cifras, cada quien hace las cuentas a su modo.

El punto en concreto es que vivimos bajo la falsa pretensión de que México puede reinventarse cada 6 años; no hay visión de mediano o largo plazo, los tiempos los marcan intereses personales o de grupo, políticos y empresariales, no existe un compromiso real con la sociedad, ni siquiera de los mismos ciudadanos.

Y es que no se trata de política, para cambiar el rumbo de una ciudad, un estado o pequeño pueblo, se requiere educación, planeación, ciudadanos preparados y dispuestos; en parte, la situación de México no es solo por lo que han hecho los políticos, sino más bien por lo que han dejado de hacer los ciudadanos, comenzando por el propio núcleo familiar.

No se trata tampoco de razas, creencias religiosas o estratos sociales, porque a final de cuentas a todos nos aplica la necesidad de dar educación a nuestros hijos, pagar la hipoteca, comprar los alimentos de la semana, garantizar el vestido y afrontar los imprevistos que siempre surgen en la vida diaria.

Si estamos esperando que el próximo Presidente de México y el nuevo Congreso de la Unión resuelvan los problemas del país, podemos esperar sentados pues definitivamente eso no va a suceder.

Lo que preocupa es que independientemente de que adoptemos una postura neutral, o de que nos desagrade la política, no podemos ignorar que el triunfo de una persona o de un Partido impactará nuestra vida cotidiana, nuestra economía, nuestra tranquilidad.

A partir del 2 de julio la interpretación de la comunidad internacional, pero particularmente de los Estados Unidos, sobre los resultados electorales en México, puede lastimar seriamente la confianza en las acciones que se realicen en el próximo sexenio en contra de la delincuencia organizada y el narcotráfico.

Y no es que Estados Unidos sea el mejor aliado de México en la lucha contra las drogas, para nada, pero si nos haría un objetivo contante, directo, de acusaciones y señalamientos, de dudas sobre el compromiso con la justicia al nivel de los altos mandos.

Lo mismo puede suceder con la economía, si el próximo Presidente (hombre o mujer) intenta cumplir la serie de promesas incongruentes que se plantearon durante la campaña, ¿revivir el Sindicato de Luz y Fuerza del Centro?, ¿bajar tarifas de energía eléctrica?, ¿vales de medicinas para toda la población?, muy bien, pero a qué precio, a costa de quién.

De qué le sirve una computadora a un niño sino tiene buenos maestros, sino está bien alimentado; de qué le sirve a la sociedad un gobierno que solo le de opio; una despensa con la imagen del candidato no dura ni un día, así de efímera puede ser la realidad y así de frágil se puede desmoronar la estabilidad de un México que se sostenga sobre cuentas equivocadas.

Ni el movimiento #YoSoy132 es el movimiento del 68, ni López Obrador es el Che Guevara, ni Peña Nieto es Kennedy, ni Josefina es la Madre Teresa; hay que ver la realidad de la vida diaria y actuar en consecuencia, no es política, es quizás una lógica de supervivencia.

México requiere conciencia y memoria colectiva, no repetir los mismos errores, no reinventarse cada 6 años, que alguien dice que acabará con la corrupción, que bueno, pero eso no sucede ni en los comics.

Qué tal si la verdadera ganadora de las elecciones es una mujer, que tal si es Elba Esther, todos hablan del que gana, pero sería bueno preguntarnos quién perderá realmente. Los candidatos no.

De los efectos ya hablaremos después, por lo pronto hoy las preocupaciones son fundadas, la libertad de expresión corre peligro, nuestra vida cotidiana será sacudida por las decisiones de otros, qué pasará mañana, qué será de nuestras familias.

Suficiente para saber que el ganador de las elecciones será...

Imágenes de las campañas:

Campañas presidenciales en México

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