El gobierno mexicano y el perverso juego de la economía

El 2013 fue un muy buen año para el Presidente mexicano Enrique Peña Nieto pero pésimo año para la economía mexicana.
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El 2013 fue un muy buen año para el Presidente mexicano Enrique Peña Nieto pero pésimo año para la economía mexicana. Luego de crecer durante los últimos tres años al 5 y 4% anual, en el 2013 apenas se llegó a superar el 1 por ciento (1.3%), muy lejos del 3.5% que el nuevo gobierno había pronosticado, y aún más de las tasas de 5 y 6% que había prometido Peña como candidato.

Lo más grave del asunto es que el estancamiento de la economía mexicana se debe en gran parte a las acciones del propio gobierno mexicano. Tanto el FMI como especialistas internacionales y mexicanos han expresado que, entre los factores que afectaron el crecimiento del país uno vital fue local y directamente imputable al gobierno: el freno o subejercicio del gasto público.

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En efecto, al menos 28 mil millones de pesos, según la propia Secretaría de Hacienda (aunque algunos estiman una cifra de 60 mil millones) que el gobierno tenía que invertir no se ejercieron durante los primeros tres trimestres del 2013, afectando el impulso de la cadena económica.

La pregunta es: ¿por qué el gobierno mexicano dejaría de ejercer esa inversión, siendo que iba a afectar notablemente al bienestar de los ciudadanos mexicanos y a los resultados y conducción de su propia administración?

Sea impericia o malicia, es un tema que no deja nada bien al gobierno. La respuesta oficial, ha sido que se debió a la fase de transición del nuevo gobierno en el poder, sin que se den muchas más explicaciones al respecto, abonando a la tesis de la impericia.

En círculos políticos y económicos, sin embargo, también ha rondado fuertemente la idea de que se trató también de un tema de manejo político de la economía. La malicia, pues.

En noviembre, René Delgado, director del influyente diario Reforma, recapitulaba: "por razones aún hoy insuficientemente explicadas, se frenó el gasto público provocando la desaceleración de la economía. Mil y un versiones corren sobre el motivo y ninguna de ellas deja bien parado al gobierno".

Lo cierto es que la prioridad del gobierno de Peña Nieto era lograr aprobar como fuera las llamadas "reformas" constitucionales como la de telecomunicaciones, la fiscal, la de derechos laborales de los docentes y, por supuesto, la de la apertura a los capitales privados del sector energético petrolero, eléctrico y de gas. Todo parece haber quedado supeditado a eso.

Cuando los partidos PAN y PRD (integrantes del llamado "Pacto por México" para impulsar las "reformas" junto con el PRI en el gobierno) exigieron a Peña Nieto dejar de utilizar el gasto de ayuda social para uso electoral en comicios estatales, (luego de unos videos que exhibían al gobierno federal y al gobierno del estado local de Veracruz en esas prácticas) el gobierno parece haberse espantado ante la posibilidad de no lograr sus reformas.

Al parecer, sin embargo, el gobierno no frenó temporalmente solo los usos ilegales del gasto oficial, sino como es evidente frenó incluso gran parte del gasto oficial mismo en muchos rubros, provocando el subejercicio y el atorón a sectores de la economía.

Por otra parte, ya en estado casi de recesión, rumbo al final del año, el gobierno aprovechó también la situación de la economía deteriorada para vender en spots más promesas de que con la "Reforma Energética" (la "madre de todas las reformas" como la había llamado la prensa internacional) ahora sí habrá empleos y una mejor situación económica para todos.

Un manejo político calculado para "cerrar" y "abrir" la llave económica a conveniencia de intereses políticos particulares había sido denunciado desde mayo por el entonces director del Diario 24 Horas, y ex director de los periódicos Milenio y El Universal, Raymundo Rivapalacio, quien acusaba en su columna sobre la actuación del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray:

"Videgaray está haciendo en la tesorería nacional lo mismo que hizo durante los dos primeros años como responsable de la tesorería del Estado de México en el Gobierno local de Peña Nieto, cuando deshidrató la economía para que todos se apretaran el cinturón y, medio año antes de las elecciones federales intermedias, abrió la llave del presupuesto".

Por su parte, en Agosto, Samuel García, director de la revista especializada en economía, Arena Pública, y ex director de Negocios de los diarios Reforma y El Universal, opinaba que más allá de malicia política, la impericia era más grave:

"La pregunta no es por qué el gobierno no adivinó la mala trayectoria de la economía, sino por qué -ante todos estos crujidos externos e internos que avisaban que podría darse un sismo económico de estas dimensiones- no se aceleró el ejercicio del gasto público aunque éste fuera el primer año del gobierno. (...) Si el énfasis era cuidar al máximo el Pacto por México y la ruta política hacia las reformas estructurales -que se prevé darán resultados en el mediano plazo- ello no era pretexto para desatender las urgentes medidas económicas que se requerían en el corto plazo".

Al final, las "reformas" fueron aprobadas y ya en este año, las renovadas promesas de que, ahora sí, México podría crecer al 5% anual, parecen haber convencido a la calificadora Moody's, que elevó su calificación del país, y a la revista Time, que en su edición internacional le otorga por estos días su portada al Presidente Peña Nieto con el título: "Saving Mexico".

Falta, eso sí, sólo convencer a los millones de mexicanos que sufrieron una economía estancada 2013, mientras el gobierno hacía política y relaciones públicas. Perversos juegos de la administración pública.

Fotos de Enrique Peña Nieto

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