Colosio mitificado y la ciudadanía pendiente, a 20 años de distancia

La imagen de Colosio es muy fuerte en el imaginario colectivo mexicano. A raíz de su asesinato, la figura política de Luis Donaldo Colosio ha quedado idealizada en la opinión pública, ya que además, miembros de prácticamente todo el espectro de la clase política le han brindado elogios, desde su deceso hasta el día de hoy.
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La imagen de Colosio es muy fuerte en el imaginario colectivo mexicano. A raíz de su asesinato, la figura política de Luis Donaldo Colosio ha quedado idealizada en la opinión pública, ya que además, miembros de prácticamente todo el espectro de la clase política le han brindado elogios, desde su deceso hasta el día de hoy.

Colosio es, de alguna manera, sinónimo de muchas de las virtudes políticas que se desean para el país, empezando por conceptos que enfatizaba como bandera política (temas como la participación ciudadana y social, la inclusión, etc.), pero siguiendo y llegando a aspectos y preceptos axiológicos mucho más grandes, generales y aspiracionales, como la Justicia, la Democracia plena, la erradicación total de la Pobreza.

Su famoso y gran discurso del 6 de marzo, sin duda uno de los más memorables de la historia política mexicana en las últimas décadas, es tomado, por ejemplo, sin embargo, mucho más allá que un muy buen discurso de campaña electoral, sino como una realidad política lograda sólo por él.

Ante la ausencia de Colosio, incluso muchas de esos y otros conceptos políticos más, se le suelen atribuir a su figura, con la intención frecuente y no siempre genuina de elogiar honestamente su legado, sino de que el político que las nombre y rememora sea percibido como ligado a ellos y a él.

Por otro lado, difícilmente alguien recordará o debatirá algún error o falla de Colosio, ya que en reglas no escritas, es un tema de mal gusto político, que causaría un gran descrédito a quien lo haga.

Tanto el PRI como los partidos de oposición a él, han tenido, pues, desde el lamentable deceso de Luis Donaldo Colosio incentivos políticos para mitificar su imagen, más que recordar al político de carne y hueso, labor que ha quedado más en el periodismo o en esfuerzos aislados.

Sin embargo, en el mismo juego político, quien sea percibido como que busca "lucrar" ya de una manera muy abierta con su imagen, puede de la misma forma, sufrir gran descrédito y pagar un alto precio político, por lo que ese intento de vaivén y balance sutil suele ser la constante en el escenario político nacional.

Poca ganancia tiene, no obstante, la ciudadanía mexicana de tener en sus vitrinas un héroe más hecho figura de cera o estatua de bronce.

Será más provechoso "desmitificar" a Colosio y fomentar como sociedad el escrutinio informado, real y a fondo no sólo de las figuras y momentos históricos, sino de los actuales.

A la clase política le conviene que el acercamiento ciudadano a figuras como Colosio, y a la historia en general, sea sólo de generalizaciones y impresiones idealizadas, en vez de detalles y aprendizajes concretos. A la ciudadanía, en cambio, le conviene la particularización, el contraste, la revisión, la exigencia de rendición de cuentas.

De otra manera, anhelos de una sociedad más justa, equitativa, plenamente democrática etc., como los que se le suelen atribuir en la percepción pública a la figura de Colosio, quedarán sólo en eso: "sueños" que esperan a que un "líder" llegue y los cumpla, en vez de seguir avanzando gracias al impulso participativo y coordinado de la ciudadanía activa.

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