Inmigración: Urge seguridad en la otra frontera sur

La definición misma de una frontera segura está a debate. Obviamente la discusión entre los senadores se ha enfocado en la frontera con México dejando a un lado el espinoso y urgente tema de la seguridad en la otra frontera sur: la franja fronteriza entre México y Guatemala.
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La seguridad de la frontera entre México y Estados Unidos se ha convertido en el tema más candente del debate en el Senado sobre la iniciativa de reforma migratoria. La definición misma de una frontera segura está a debate. Obviamente la discusión entre los senadores se ha enfocado en la frontera con México dejando a un lado el espinoso y urgente tema de la seguridad en la otra frontera sur: la franja fronteriza entre México y Guatemala.

Esa frontera es un territorio por donde cruzan contrabandistas, narcotraficantes y un número cada vez mayor de migrantes centroamericanos en ruta a los Estados Unidos. Las economías centroamericanas han estado estancadas al tiempo que los cárteles mexicanos de la droga se expanden en América Central. San Pedro Sula es considerada la ciudad más peligrosa del mundo. Guatemala y El Salvador enfrentan también el impacto del narcotráfico y las pandillas.

El número de centroamericanos que cruzan por territorio mexicano con el fin de llegar a Estados Unidos va en aumento. Según reveló recientemente The New York Times, el número de cruces de migrantes provenientes de Honduras, El Salvador y Guatemala se duplicaron en la frontera sur de Estados Unidos llegando a 94, 532.

Esto contrasta con el hecho de que la migración mexicana ha descendido a niveles históricos. Los mexicanos han dejado de arriesgarse a cruzar "al otro lado" debido a la crisis económica estadounidense, al incremento en la seguridad fronteriza y los peligros que representan los cárteles de la droga del lado mexicano.

El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto se ha comprometido a ejercer mayor control en la frontera de México con Guatemala. Sin embargo, está por verse hasta qué punto las autoridades mexicas logran asegurar una vasta frontera que se caracteriza por su porosidad, peligros y la corrupción de las autoridades mexicanas.

Controlar la otra frontera sur es un asunto de seguridad nacional tanto para México como para los Estados Unidos. Los cárteles de la droga han logrado incrementar su presencia en territorio centroamericano para controlar las rutas de distribución. Esto ha traído como inevitable consecuencia el aumento de la violencia sobre todo en ciudades de Guatemala, Honduras y El Salvador. Como en México, los narcos han expandido en América Central sus operaciones a otros rubros criminales como la extorsión, el secuestro y el tráfico humano.

No sorprende entonces que el flujo migratorio de centroamericanos a los Estados Unidos se haya incrementado a pesar de los enormes peligros que representa el viaje y no obstante el hecho de que la economía norteamericana todavía no se recupera de la crisis. De continuar, la migración masiva de centroamericanos tendrá consecuencias desastrosas para México y los Estados Unidos.

La economía mexicana no puede absorber a miles de migrantes centroamericanos que no logran cruzar a Estados Unidos y se ven obligados a permanecer en México. Tampoco la economía norteamericana está en condiciones de recibir a este flujo de mano de obra. Legisladores estadounidenses han expresado también su preocupación por la falta de seguridad en la frontera entre México y Guatemala que podría ser aprovechada por grupos terroristas.

Al continuar el debate sobre una reforma migratoria, el Congreso estadounidense debe exigir garantías de que el gobierno de Peña Nieto mejore la seguridad en su frontera sur, no sólo para controlar el flujo de migrantes centroamericanos sino también para garantizar que se respeten sus derechos humanos.

Las autoridades norteamericanas han colocado carteles en la zona fronteriza de Guatemala para advertir a los posibles migrantes sobre los peligros de cruzar a México para intentar llegar Estados Unidos. Es una medida loable pero ineficaz.

Urge que la administración del presidente Barack Obama exija a su contraparte Peña Nieto resultados concretos para garantizar la seguridad en la otra frontera sur.

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