Alerta para sibaritas: encontramos los mejores 'gnocchis' del mundo

Llegué a Donato por casualidad, por esa especie de suerte milagrosa que te pone en el lugar y el momento exactos. Acabábamos de comer una pizza (bastante buena) cuando un hombre se acercó a mí y a mis dos amigas...
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Llegué a Donato por casualidad, por esa especie de suerte milagrosa que te pone en el lugar y el momento exactos. Acabábamos de comer una pizza (bastante buena) cuando un hombre se acercó a mí y a mis dos amigas para decirnos, "perdón que las moleste pero me he dado cuenta de que hablan español y no puedo dejar de contarles que están en el sitio donde sirven los mejores gnocchis del mundo...". En eso llegó la cuenta. "¿En serio? Pero, ¡cómo nos dices eso cuando ya hemos terminado!", le respondimos con cara de amarga resignación. "Me dio pena interrumpirlas pero si pueden vuelvan y pregunten por el dueño, se llama Donato y las va a atender de maravilla. Yo soy piloto y viajo siempre desde México a Dakar pero pido hacer la escala en Roma sólo para venir a este restaurante. Conozco lugares por todo el mundo. Les juro que me he corrido Asia de cabo a rabo y ni qué decir de Europa y nunca he probado algo como estos gnocchis", nos aseguró.

Mis amigas tuvieron que volver esa noche a Madrid, pero yo, afortunada, me quedé un par de días más y por supuesto que me di tiempo para ir a Il Falchetto a cenar. Siguiendo las indicaciones de Sergio me presenté en el Restaurante y pregunté por Donato. Un señor de pelo cano, con una amable sonrisa y actitud de buena persona salió de la cocina para recibirme. "Soy amiga de Sergio y me dijo que preguntara por ti, que tú sabrías lo que darme de cenar", le dije. "Ahhh, por supuesto, siéntate aquí que te vamos a tratar muy bien", me respondió con una sonrisa auténtica.

"¡No olvides los gnocchis Donato!, que me ha dicho Sergio que son los mejores del mundo", le comenté, por aquello de que no quería correr riesgos e irme sin probarlos. Después, me dejé llevar.

¡Mamma mía! La sinfonía de sabores empezó a entonarse delante de mí con platillos maravillosos. De primero, Donato me trajo una ensalada de frutos del mar: pulpo, camarones y salmón perfectos, frescos, idealmente cocinados, en su punto. Para acompañar, un vino blanco de la región. Cuando mi paladar estaba en éxtasis aparecieron los gnocchis, ¡ay los gnocchis! Eran sublimes. Toda la pasta que sirven en el Restaurante, según me contó Donato, es hecha en casa por Gina, su mujer. Tienen el tamaño y la consistencia perfecta, de hecho, se te deshacen en la boca. La salsa está elaborada a base del mejor queso gorgonzola que se encuentra en el mercado. La combinación... ¡perfecta!

Cuando pensé que ya no podía haber nada mejor llegó el postre: un tiramisú de pistache a la altura de las circunstancias. Éste lo hace su hijo Gerry, encargado de la repostería del Restaurante pues en Il Falchetto todo está hecho artesanalmente, hasta los biscottis que te sirven al final con el limoncello como digestivo.

Y es que si algo sabe Donato es de cocina pues según me contó lleva dedicándose a esto toda su vida. Por si fuera poco, poseer este Restaurante era su sueño, pues es uno de los comedores con más historia de Roma al ser fundado en 1888. De hecho, el famoso poeta romano Trilussa escribió entre estas cuatro paredes sus primeros versos pues desde que abrió el restaurante y hasta 1950 que murió, fue cliente habitual y acudía sin falta cada domingo.

Il Falchetto también ha visto y sigue viendo pasar a muchos políticos importantes. La foto de Donato recibiendo al Presidente Sandro Pertini ilustra bien esos momentos de gloria gastronómica. Y según me cuenta el orgulloso chef, no hay Presidente de Italia que no haya hecho una visita a este lugar al menos una vez en su vida. Entre los comensales que no faltan a su cita con los gnocchis se encuentran muchos senadores italianos, entre ellos, el reconocido D´Ubaldo a quién el Restaurante ha dedicado una sala privada en su honor.

Después de comer y beber como si el mundo se fuera acabar al día siguiente (y como si importara después de semejante banquete), terminó la charla con este fascinante cocinero y sibarita. Al despedirnos y bajar por el callejón empedrado me fue imposible no girar la vista para quedarme en la memoria ese lugar al que sin duda hay que volver y que cualquiera que viaje a Roma debe visitar. Y desde ahí, a lo lejos, comprobé lo que me decía Donato y es que en ese preciso rincón de la callejuela en la que se encuentra Il Falchetto se rodó nada menos que la película El ladrón de bicicletas, de Antonio De Sicca... En serio, ¿se puede pedir más?

Il Falchetto da Donato. Vía Montecatini, 12. Roma (Vía del Corso). Tel. 39 06 6791160. 06 6798590. www.ristoranteilfalchetto.it - info@ristoraneilfalchetto.it

Los mejores gnocchis del mundo

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