Imágenes de muertos y heridos, edificios destruidos y hombres y mujeres llorando ante los cadáveres de sus hijos inundaron las redes sociales de un día para otro. Israel atacó a Gaza y muchos no saben ni por qué.
Dicen que el ataque es injusto, inmoral, desproporcionado, pero pocos se preocupan por buscar que hay más atrás. Alguien que conozco me preguntó hace unos días: ¿Por qué tanto revolú por unos gangueros? Creía, me dijo, que la Franja de Gaza era una banda de pandilleros como la Mara Salvatrucha.
Eso es el colmo. Pero un alto porcentaje de jóvenes estadounidenses no sabría ubicar el territorio palestino en un mapa y mucho menos explicar el origen del conflicto árabe-israelí. No obstante, con la seguridad que les confiere la ignorancia, los jóvenes de Estados Unidos están más predispuestos a condenar a Israel por el ataque a Gaza que sus padres o abuelos.
Según un sondeo de Gallup, solo el 25 por ciento de los jóvenes entre 18 y 29 años cree que el ataque es justificado, y de igual modo el 36 por ciento de los ciudadanos entre 30 y 49 años. En cambio, 55 por ciento de las personas mayores de 65 y 53 por ciento de quienes tienen entre 50 y 54 años, opina lo contrario.
La educación es clave. Una gran mayoría (53 por ciento - 27 por ciento ) de los estadounidenses con nivel académico de posgrado considera que las acciones de Israel están justificadas. Los resultados del sondeo se basan en 1018 entrevistas realizadas por teléfono entre el 22 y 23 de julio.
Es, sin duda, un tema muy polarizado ideológicamente, por lo que no es de extrañar que los debates sean virulentos, preñados de intereses y emociones más que de fundamentos. Podríamos discutir ad infinitum sobre cómo empezó todo y quien tiene la culpa... Hablar, hablar y hablar... Y no llegar jamás a un acuerdo.
Sin embargo, reducir la causa del conflicto al odio religioso, o al secuestro de tres chicos es un disparate. Razonar las posiciones de cada parte en base solo a la crudeza de las imágenes es otro disparate mayor. Para entender esta guerra es imprescindible conocer los hechos y saber dónde estamos parados.
En primer lugar Israel no ataca, se defiende. Segundo, el conflicto no es entre israelíes y palestinos, sino entre Hamás y el gobierno israelí. Hamás no es la autoridad nacional palestina sino un grupo extremista que expulsó a la autoridad nacional palestina reconocida oficialmente, controla de facto la Franja de Gaza, rehúsa reconocer al Estado de Israel y considera que debe ser destruido.
Es cierto que la parte palestina es la que más sufre las consecuencias, principalmente porque carece de la tecnología que posee Israel para proteger a la población civil. La desproporción en el número de víctimas es grande, lo que deteriora la imagen de Israel, que ante la prensa y la opinión pública internacional es el malo de la película.
Muy lamentable porque en realidad hay más razones para apoyar a Israel que para repudiarlo y voy a citar las que varios analistas políticos, como Carlos Alberto Montaner, consideran más importantes.
Primero que todo, Israel es el único país exitoso de la región. Un oasis democrático en medio de un desierto plagado de regímenes fundamentalistas y opresivos. En ninguna nación del Medio Oriente las mujeres musulmanas tienen los mismos derechos de los hombres, ni acceso a la educación sin limitaciones, salvo en Israel donde por cierto, hasta los árabes que detestan al Estado judío votan y pueden formar parte del parlamento.
Con unas condiciones climáticas nada privilegiadas, escasez de recursos naturales y en medio de implacables enemigos, Israel ha logrado en menos de siete décadas de vida independiente, un éxito económico, científico y social admirable. Muchos palestinos de Gaza lo admiten, cuando comparan su situación con el estilo de vida de sus hermanos palestino-israelíes.
Israel es el líder mundial por la cantidad de científicos dentro de su población laboral, muy por encima de Estados Unidos, Japón y Alemania. Tiene el tercer puesto más alto en el mundo tanto en la cifra de universitarios dentro de la fuerza laboral como en número de empresarios.
Cuatro universidades israelíes están entre las cien mejores del mundo: la Universidad Hebrea de Jerusalén, el Instituto Weizmann, la Universidad de Tel Aviv y el Instituto Tecnológico de Israel (Technion). Israel es el segundo país del mundo en lectura de libros por habitante.
Si Gaza fuera Israel florecería gracias al esfuerzo y la inteligencia del pueblo judío. Sería sinónimo de ciencia, cultura, prosperidad. Presumiría de libertad y vida. Protegería a los niños de la guerra, en vez de usarlos primero como escudos humanos y después de muertos, como propaganda. Los terroristas estarían en la cárcel y no en el poder.
La convivencia pacífica entre Israel y Palestina solo es posible si los enemigos del Estado judío acceden a respetar su derecho a existir. Lo que veo difícil, si no imposible, mientras el resto del mundo solamente pretenda tapar la herida poniéndole más gasa encima, en vez de respaldar a Israel sin vacilaciones.
Lo mejor que puede pasarle a Gaza es acabar siendo parte de Israel. No sería una ocupación, sería una liberación. Y a todos nos conviene eliminar a terroristas capaces de provocar una guerra que resultaría catastrófica, no solo para la región sino para el mundo entero.
Detrás de Hamás y Hezbolá están Irán y Siria, dos enemigos furibundos de Occidente. ¿Necesita alguien que le explique qué haría Hamás y Hezbolá si consiguieran derrotar al ejército israelí y dominar el territorio?
