México nunca fue el mismo después de las 7:19 am del 19 de septiembre de 1985. Un terremoto de 8.1 grados Richter sacudió a la república, con especial afectación en la Ciudad de México, donde el derrumbe de grandes edificios cobró la vida de miles de personas y fracturó el corazón del país.
Se cumplen 30 años del fenómeno natural más devastador en la historia de esta nación y aún no se sabe con exactitud el número de víctimas fatales. El gobierno fijó la cifra en 10,000 muertos, pero otros organismos como la Coordinadora Única de Damnificados habla de 45,000.
Para la sociedad mexicana el sismo marcó un antes y un después. La torpe e ineficaz respuesta del gobierno encabezado entonces por el priísta Miguel de la Madrid, orilló a los ciudadanos a tomar en sus manos las acciones de rescate y reconstrucción, en un gesto de solidaridad pocas veces visto en alguna parte del mundo.
La sociedad civil se organizó para las labores de rescate ante la paralización del estado mexicano, encabezado por el entonces presidente Miguel de la Madrid.
"Durante tres o cuatro días hubo un vacío de poder. La gente se encargó de la organización de la ciudad", recordó en una entrevista con Proceso en 2005, Alejandro Varas, de la Unión de Vecinos y Damnificados 19 de Septiembre.
Esta tragedia marcó el nacimiento de la sociedad civil y sentó un precedente en la cultura de la protección y la prevención. Miles de rescatistas improvisados arriesgaron sus vidas entrando a las ruinas por completos desconocidos, a los que les unía un lazo de solidaridad.
"Eran cientos de vecinos ayudando. Una cosa muy hermosa fue que se formaron cadenas humanas, los que estaban adentro de los escombros llenaban las cubetas para abrir camino a donde se oían las voces y las pasaban de mano en mano. Es increíble, pero media hora después del sismo ya había una organización", dijo a Proceso Cuauhtémoc Abarca, residente de Tlatelolco y a la postre, dirigente de los damnificados, en una de las zonas residenciales más afectadas.
El gobierno estima que murieron 10,000 personas durante los sismos de septiembre de 1985, cifras extraoficiales manejan 45,000.
La noche del 20 de septiembre otro sismo remeció los escombros e incrementó la magnitud del desastre. Esta vez fue de 7.9 grados Richter y puso a prueba la resistencia del espíritu de los ciudadanos.
De entre el polvo y los edificios devastados también surgieron historias de supervivencia y tenacidad, como el "bebé milagro", un recién nacido rescatado debajo de los escombros del Hospital Juárez, cinco días después.
No hay un precedente en la destrucción que causó el terremoto de 1985 en la Ciudad de México y otras localidades de la República.
"De niño me resultaba raro tener dos papás y seis abuelos, entonces ellos me explicaron que eran mis tíos y me habían adoptado, aunque está claro que son mis verdaderos padres", explica Jesús Francisco Rodríguez, ahora con 30 años y abogado de profesión. Su madre murió por el derrumbe del nosocomio.
La noche del 20 de septiembre, otro sismo de gran intensidad volvió a azotar a la Ciudad de México.
Los efectos del terremoto fueron múltiples, tocaron hasta la estructura de la legislatura laboral. Y es que más de 600 costureras perdieron la vida tras el derrumbe de un edificio de talleres donde trabajaban en condiciones de hacinamiento.
"Nos abrieron los ojos. Tuvimos que ver toda esa sangre para nosotras podernos defender", dijo a la agencia EFE Guadalupe Conde, sobreviviente y líder de la Asociación Costureras y Costureros 19 de Septiembre.
Cientos de edificios colapsaron en la urbe más grande de América Latina.
"Muchas costureras murieron porque para evitar robos los jefes cerraban la puerta con llave y no pudieron escapar. Muchos edificios que albergaban talleres cayeron al no estar preparados para soportar el peso de la maquinaria de costura y, sobre todo, de los enormes rollos de tela.", recuerda EFE en un reportaje a propósito del 30 aniversario de los sucesos.
A partir de ese funesto 19 de septiembre los simulacros ante temblores se volvieron un hábito entre los capitalinos. Surgieron grupos de rescate especializados como "Los Topos", reconocidos a nivel mundial y que asisten voluntariamente en eventos similares como hace unos años en el tsunami de Indonesia o el terremoto en Haití.
Voluntarios del grupo de rescate mexicano "Los Topos" ayudan en las labores de rescate el 4 de enero de 2005 en Indonesia, tras el gran tsunami que cobró la vida de 94,000 personas en la región.
Los reglamentos de construcción cambiaron para siempre, había quedado claro que la geología de la Ciudad de México era un blanco fácil para los terremotos. Se regularon los materiales y la altura de los edificios. Sin embargo con el paso de los años y la evolución de la tecnología, el panorama de la gran urbe ha vuelto a incluir rascacielos, especialmente en la zona de Chapultepec y Santa Fe.
Tres décadas después se vuelven a observar grandes edificios modernos en el centro de la Ciudad de México. Los ingenieros aseguran que son seguros.
Incluso en el ámbito político México renació. El sismo hizo la primera grieta al régimen priísta, omnipotente y omnipresente en todo el país por décadas. El pobre desempeño de las autoridades ante la tragedia originó la debacle del PRI. En las votaciones de 1988 tuvo que recurrir a un fraude electoral para imponer al candidato Carlos Salinas de Gortari.
Los simulacros son una constante en la vida cotidiana de los habitantes de la Ciudad de México. Escuelas y centros de trabajo tiene la obligación de llevarlos a cabo periódicamente, así como designar áreas de reunión.
Desde que la Ciudad de México elige democráticamente a su Jefe de Gobierno, nunca ha ganado un candidato del PRI. De hecho es la tercera fuerza política, por detrás del PRD y PAN. Ahora con la aparición de Morena, partido encabezado por Andrés Manuel López Obrador, ha caído hasta el cuarto lugar.
A tres décadas de distancia, el terremoto cambió la fisonomía de un país que sabe unirse en los momentos difíciles, como recuerda el sobreviviente Andrés Jiménez.
“Fue inesperado y de consecuencias brutales. Demostró la estupidez del gobierno, que sigue igual, y la solidaridad de un pueblo que sufrió el crudo recuerdo de que la naturaleza manda”.
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