La infame 'Pareja Imperial' de Iguala terminó sus días de poder de una manera muy distinta a la opulencia en la que vivieron durante años.
José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda, presuntos autores intelectuales de la desaparición de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, fueron detenidos la madrugada del martes por la policía federal mexicana en uno de los barrios más populares de la capital azteca.
En una morada humilde de Iztapalapa, que a simple vista parecía abandonada, se escondía el ex alcalde, prófugo de la justicia por 35 días. Las crónicas hablan de un ambiente austero en extremo al interior de la vivienda, sólo con un colchón y unos cuantos galones de agua.
Los últimos momentos de libertad de Abarca y su mujer, contrastan con la riqueza que lograron acumular a través del abuso del poder, desvío de recursos y complicidad con grupos criminales.
Las propiedades del matrimonio se cuentan por decenas y destacan una plaza comercial cuya construcción costó más de 300 millones de pesos, joyerías y la universidad más importante de la localidad.
El cargo de Abarca era el de Presidente Municipal de Iguala, Guerrero. El estado es uno de los más aquejados por la pobreza en el país, ocupa el lugar 22 en la aportación al PIB nacional con 1.5% según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Un informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), situó a Guerrero como la segunda entidad con mayor porcentaje de personas en pobreza extrema en el país.
En este contexto, Abarca logró amasar su fortuna, con un suelo de 109 mil pesos mensuales. Pasó de ser un vendedor de sombreros en el mercado público, a un millonario poderoso, al amparo del servicio público.
María de los Ángeles Pineda, esposa de Abarca, está íntimamente ligada al narcotráfico: Sus padres están recluidos por asociación a un cartel de las drogas, dos de sus hermanos fueron abatidos por bandas rivales y otro más está preso. Así, se mantuvo en el poder, sin que algún aparato del estado investigara su enriquecimiento y las denuncias en su contra.
Las autoridades informaron que la pareja ordenó a la policía y al grupo criminal, Guerreros Unidos, atacaran a los jóvenes estudiantes la noche del 26 de septiembre, pues no querían que su protesta en las calles de Iguala, interfiriera con una fiesta que la señora Pineda presidía.
Se espera que con su detención, se aceleren las pesquisas para dar con el paradero de los 43 normalistas, y que se desmadeje la red de corrupción que les permitió convertirse en millonarios, en un cargo de poca relevancia, en el segundo estado más pobre de México.
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