Los buenos gestos y las buenas personas todavía existen. Un momento tan trivial como un juego de béisbol lo demuestra.
Sucedió en el juego entre los Cachorros de Chicago y los Marlins de Miami, cuando un fanático perdió la oportunidad de quedarse con una pelota de foul. Tuvo la esférica en la mano pero no pudo mantenerla, su rabieta fue motivo suficiente para que un seguidor de los rivales se compadeciera y le obsequiara la bola.
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Lo más sorprendente llegó al final, cuando el ganador fue un pequeño niño, testigo de todo lo que sucedió.
Mira el video arriba, vale la pena.
La otra cara de la moneda son estos fanáticos, que están en la lista de la vergüenza.