Luego de demandar que la gente ahorre agua, Obama juega al golf

¿Qué tiene de malo que juegue al golf?
US President Barack Obama walks to 18th green as he plays golf at Mid-Pacific Country Club in Kailua, Hawaii, on January 1, 2014. The first family is in Hawaii for their annual winter vacation. AFP PHOTO/Jewel SAMAD (Photo credit should read JEWEL SAMAD/AFP/Getty Images)
US President Barack Obama walks to 18th green as he plays golf at Mid-Pacific Country Club in Kailua, Hawaii, on January 1, 2014. The first family is in Hawaii for their annual winter vacation. AFP PHOTO/Jewel SAMAD (Photo credit should read JEWEL SAMAD/AFP/Getty Images)

El Presidente Barack Obama se ha presentado repetidamente - especialmente antes y durante campañas electorales - como el campeón de las causas ecológicas. De esa manera, ha recibido el apoyo de una parte importante del electorado que está preocupada por el deterioro en la calidad del aire, del agua, del suelo, por los ingredientes químicos que se introducen en las comidas, por los tóxicos en la gasolina, en fin, por una larguísima lista de problemas causados por la mala administración de los recursos naturales.

Por eso, solo era natural que el primer mandatario, en su reciente viaje a California, el estado Dorado, se detuviera para tratar de uno de los temas más preocupantes: a causa del cambio climático, en California no llueve. La sequía ha despertado temor de que se necesite limitar por ley el uso de agua, y especialmente que se genere un choque entre quienes usan las mayores cantidades de agua - las corporaciones agrícolas - y quienes dependen del líquido para sobrevivir: los seres humanos, los residentes, los habitantes de las ciudades en la costa.

Entonces, Obama, junto con el popular gobernador demócrata Jerry Brown, exhortaron a la gente a ahorrar agua.

Efectivamente, el 17 de enero, Brown declaró el estado de emergencia de sequía en todo el estado de California. La declaración incluye asesoramiento a quienes confrontan el riesgo de quedarse sin agua y un llamamiento a la gente a que use 20 por ciento menos agua.

"Puede ser una cuestión de que habrá menos y menos agua, y que uno trate de apoderarse de una parte cada vez mayor de esa cantidad decreciente", dijo Obama en la localidad de Los Baños. "En cambio, tenemos que juntarnos y decidir cómo vamos a asegurar que se cumplan las necesidades y solucionen las preocupaciones de la agricultura, las urbanizaciones, las industrias, la conservación natural y la ecología".

Acto seguido, el Presidente contradijo totalmente su predicamento. En vez de enseñar con el ejemplo, mostró las profundidades del cinismo político en estos días.

Durante tres días, Obama se dedicó a uno de sus pasatiempos favoritos: jugar al golf. Lo hizo, dice Zeke J. Miller en la edición del 3 de marzo del Time Magazine, en dos de los más exclusivos campos de golf de la zona: el de Sunnylands, que pertenecía al billonario Walter Annenberg, ya fallecido, y el de Porcupine Creek, de propiedad de Larry Ellison, otro billonario, el fundador de Oracle.

El problema con este deporte de los ricos y famosos es que esos campos consumen gigantescas cantidades de agua, para mostrarse tan rozagantes, verdes, perfectos, en la geografía desértica de California.

Por supuesto que la contradicción sumió en la alegría a los críticos de Obama en el partido Republicano. Solo queda por establecer cuál presidente era más fanático del golf, si el actual o George W. Bush (o Bill Clinton, o George Bush padre...). Lo que no impidió, hace unos meses, la creación de sitios como éste, que cuentan las veces que Obama jugó al golf durante su presidencia (160 hasta el 4 de enero).

El columnista del Time tiene números impresionantes, evidencias de la mala decisión del Presidente: el 1 por ciento del agua de California se desperdicia en mantener los campos de golf verdes. Solo en el caluroso y seco Valle de Coachella, el golf consume 17 por ciento del agua. Cada uno de sus 124 campos de golf usa 1 millón de galones por día, mucho más que establecimientos similares en otras latitudes.

En pocas palabras, Obama logró unir, aunque sea por un instante, a sus críticos en el campo republicano y entre los liberales. Aunque sea en contra suya.

Así no, Obama, así no.

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