Quedaron atrás los años en los que Katy Perry llegaba a la alfombra roja de los Grammy Awards con alas en la espalda o con el cabello azul. Este año, la novia de John Mayer llegó a la gala de los Grammys con un espíritu más sofisticado, aunque sí con un toquecito divertido.
En la alfombra roja del evento la hermosa chica usó un vestido Valentino Couture, de organza blanca, con mucho volumen en la falda, y con un estampado de notas musicales. Había que dejar en claro que lo que se estaba celebrando era precisamente a la música, ¿o no?
Cuando fue su turno de actuar en la entrega de premios, Perry subió al escenario del Staples Center en Los Angeles para interpretar "Dark Horse" en medio de tenebrosos árboles, escobas y mucho fuego. La cantante de 29 años usó entonces un vestido negro con morado, que llevaba una cruz en el pecho. Su cabello quedó suelto y ella lució como una muy sensual bruja.
Tras este alocado show, la cantante se cambió de nuevo y fue vista entonces con un vestido corto de organza marrón que llevaba una serpiente enredada sobre su torso y cintura.
Ya en la after-party de los Grammys Katy volvió a transformarse en una dulce chica y lució un vestido azul que bien podría ser una versión moderna de Cenicienta. De cuello estilo halter y lleno de brillo, este traje fue aderezado con unos aretes de diamantes.
La elección de sus looks para los Grammys vale la pena un aplauso, pero lo que definitivamente no entendemos es cómo Katy Perry aguantó el peso de esa gigantesca trenza en la cabeza prácticamente toda la noche. La belleza cuesta, oh sí.
FOTOS:
Gif vía nikitalolita.tumblr.com.
Before You Go
