Tijuana: de Casa del Migrante a Casa del Deportado

La Casa del Migrante de Tijuana alberga los sueños rotos
A man, left, waits to see a doctor as others eat dinner at the Casa del Migrante shelter for migrants in Tijuana, Mexico, Monday, July 30, 2007. The crackdown on undocumented workers, increased border security and growing U.S. hostilities toward the country's immigrant population has begun to show that Mexicans are increasingly giving up on the American dream and staying home. (AP Photo/David Muang)
A man, left, waits to see a doctor as others eat dinner at the Casa del Migrante shelter for migrants in Tijuana, Mexico, Monday, July 30, 2007. The crackdown on undocumented workers, increased border security and growing U.S. hostilities toward the country's immigrant population has begun to show that Mexicans are increasingly giving up on the American dream and staying home. (AP Photo/David Muang)

Hace una década llegaban allí con un el único objetivo de cruzar la peligrosa frontera, no importa qué hubiera que burlar, incluso arriesgando la propia vida. El fin era llegar a Estados Unidos. El paso, casi obligado, era la

Era el punto indispensable para recibir una cobija, para tener una cama con la que enfrentar las gélidas noches del norte de México y un plato de comida caliente. Llegaban muchos enfermos y, sin pedirles nada a cambio, los curaban hasta que pudieran estar listos para la peligrosa ruta camino al norte.

Pero la realidad ha cambiado.

Ante el endurecimiento de las leyes migratorias en Estados Unidos y la mayor vigilancia en la frontera, ahora el 90 por ciento de los que llegan a a la Casa del Migrante de Tijuana, perteneciente a los Misioneros de San Carlos Scalabrinianos, son inmigrantes deportados desde Estados Unidos.

La red del Centro Scalabrini o Casa del Migrante fue fundada en 1985 con el fin de ayudar a miles de migrantes, trabajadores indocumentados o deportados que pasaban por Tijuana por poco tiempo, en busca de las nuevas oportunidades en el Norte. Eran de toda México, o provenían de los países de Centroamérica.

Desde hace 26 años, la Casa del Migrante de Tijuana ha ofrecido ayuda a alrededor de 8,000 migrantes al año, dice el padre Pat Murphy, quien desde el 1 de mayo del 2013 fue nombrado como el nuevo director de la institución. Murphy quien reemplazó al padre Luiz Kendziersky, quien por décadas se dedicó a esta misión humanitaria.

¿QUÉ PIENSAS? SI TIENES ALGO QUE DECIR, HAZ CLICK AQUÍ: NOS INTERESA TU COMENTARIO

La Casa del Migrante ayuda de 90 a 100 personas cada día de la semana y lo hace por un período que debe limitar, para poder así auxiliar a otros que necesitan de los servicios.

Mayra Ceballos, Secretaria Ejecutiva de la Casa del Migrante de Tijuana, explicó a Huffpost Voces, la dura realidad de quienes llegan deportados de Estados Unidos, y que a veces sufren las barreras del idioma.

"Una gran mayoría lleva toda su vida viviendo en Estados Unidos y el español lo hablan a medias. Llegan sin nada porque simplemente los de Inmigración llegan a sus casas, los sacan con solo la pijama puesta, los llevaron en camiones hasta la línea fronteriza, los sacan caminando hasta un módulo de deportación donde les dan una hoja indicando que son deportados. Y luego los cruzan, suponiendo que México los ayudará a regresar a sus lugares de orígenes".

"El migrante que teníamos antes, un 90 por ciento venía del sur tratando de hacerla en el norte [...] Venían con sueños y esperanzas, pero ahora los que llegan son deportados que dejaron a sus familias en Estados Unidos. Algunos de ellos que tienen más de 60 años de edad... esos no van a intentar regresar ya", añade Ceballos.

El padre Luiz compartió con Huffpost Voces meses antes de finalizar su misión en Tijuana que el sentimiento que trae el inmigrante deportado es muy diferente al que busca intentar una nueva vida.

"El inmigrante deportado trae consigo el sueño roto. Ser deportado es una experiencia fuerte, traumatizante y aquí tratamos de estimular al inmigrante a iniciar su nueva vida en México [...] La mayoría ni siquiera piensa o intenta un regreso ante la amenaza de parar en la cárcel por lo que el miedo también les influye mucho y los paraliza", explica el padre Luiz Kendziersky.

Juan Velez tiene 25 años y su abuelo, Narciso, quien llevaba más de 40 años viviendo en Fresno, fue deportado hace siete meses. Actualmente está en un asilo en México y la posibilidad de que regrese a la familia que dejó en Estados Unidos es casi nula.

"Tenía unas cuantas infracciones de tráfico y en la última ni siquiera consideraron su edad, lo deportaron, casi ni nos pudimos despedir de él. Va a cumplir 67 años y tiene unos cuantos hermanos en México con los que perdió contacto por lo que tuvieron que ayudarlo a ingresar a un asilo de ancianos en Tijuana, y ahí es donde vive [...] Nosotros no podemos visitarlo porque tampoco tenemos en regla nuestra situación", compartió el joven con Huffpost Voces.

Ceballos aclara que casos como el de la familia Velez no abundan, pero tienen que lidiar también con esta "cruel y dura realidad".

"Cuando son personas de 70 a 80 años los mandamos a asilos y las personas con problemas psicológicos tratamos que los admitan en hospitales de salud mental".

"Hemos tenido casos de jóvenes que vinieron aquí hace 10 años intentando lograr el sueño americano, lograron pasar, y ahora los deportan pero ya son señores, padres de familia, que han dejado atrás la familia rota", enfatiza Mayra Ceballos.

La primera Casa del Migrante Scalabrini se fundó en Tijuana y posteriormente abrirían otras en Ciudad Juárez, Chihuahua, Tecún Umán en Guatemala, Tapachula, Chiapas, Ciudad de Guatemala y Agua Prieta, Sonora.

Before You Go

 Casas del Migrante Scalabrini

Casa del Migrante Tijuana

Popular in the Community

Close

What's Hot