El Tea Party prepara la crisis que se viene

La próxima crisis: qué es y adónde va el Tea Party
WASHINGTON, DC - SEPTEMBER 10: Tea Party activists recite the Pledge of Allegiance at the beginning of the 'Exempt America from Obamacare' rally, on Capitol Hill, September 10, 2013 in Washington, DC. Some conservative lawmakers are making a push to try to defund the health care law as part of the debates over the budget and funding the federal government. (Photo by Drew Angerer/Getty Images)
WASHINGTON, DC - SEPTEMBER 10: Tea Party activists recite the Pledge of Allegiance at the beginning of the 'Exempt America from Obamacare' rally, on Capitol Hill, September 10, 2013 in Washington, DC. Some conservative lawmakers are making a push to try to defund the health care law as part of the debates over the budget and funding the federal government. (Photo by Drew Angerer/Getty Images)

Llevó pocas horas. Quizás minutos. Una vez que ambas cámaras del Congreso, aprobaron por amplias mayorías cesar el estado de beligerancia con el poder ejecutivo, reabrieron las agencias federales y permitieron que el país pague sus deudas, la máscara de unidad dentro del partido Republicano cayó y las diferencias entre las facciones se hizo más evidente que nunca.

Y será aún más patente en enero, cuando se deba nuevamente decidir el funcionamiento del gobierno y el pago de la deuda. Esa es la crisis que se viene.

Es común que surjan grietas en partidos, países e incluso equipos deportivos, cuando pierden como perdieron esta semana los republicanos. Porque después de paralizar al gobierno por 16 días, hacer perder al erario 24,000 millones de dólares, dañar el nombre del país en los mercados financieros y atraer la antipatía de millones de potenciales votantes, el partido se quedó sin nada. Es común que haya recriminaciones y dedos acusadores.

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Pero las grietas surgidas esta vez son más hondas, porque vienen de antes. La crisis fiscal solamente disipó el polvo encima de las diferencias y dejó que todos viesen: una confrontación en crescendo que desde hace años se tapa, se tapa afanosamente bajo el lema unitario de luchar contra Barack Obama.

Los representantes del ala tradicional republicana expresaron la división al criticar por vez primera abiertamente a sus colegas que representan al movimiento populista, radical e intransigente Tea Party.

Pero los adherentes de éste no les fueron en zaga.

Por el contrario.

La reacción del Tea Party a su propia debacle en el muy criticado intento de anular, suspender o enmendar la Ley de Cuidado Médico de Bajo Costo - que llaman Obamacare - fue y es como sus representantes: inmediata, veloz, certera, implacable, estentórea, en un mundo blanco y negro, sin dudas y sin arrepentimientos.

El movimiento, a través de organizaciones que los financian en muchos millones de dólares, anunció que presentará a sus propios candidatos en elecciones primarias (vale decir, internas, partidarias, previas) a lo largo del país, contra aquellos republicanos que votaron en favor del acuerdo. Quienes son vulnerables. Aquellos cuyo patriotismo o pureza conservadora pueden ellos poner en duda.

Así, nos cuenta el Huffington Post que dos grupos conservadores anunciaron este jueves su apoyo a un candidato opositor del senador federal Thad Cochran de Mississippi: el Comité de Acción Política (PAC) Club for Growth, el Madison Project, y el Fondo Conservador Senatorial, según anunció Hattiesburg American. Lo mismo hizo Heritage Action, el principal grupo que canaliza el apoyo financiero a los centenares de grupos del Tea Party en todo el país.

Pero el caso de Mississippi, en donde el actual senador lleva las de perder con una marcada desventaja en la recolección de fondos electorales, fue sólo el primero.

Ni corta ni perezosa, Sarah Palin - la excandidata vicepresidencial en 2008, la exgobernadora de Alaska y la favorita de la extrema derecha hizo su comparecencia sugiriendo a través de su cuenta de Facebook, en donde tiene casi cuatro millones de “amigos”, cuatro estados en donde el Tea Party puede tomar ventaja de legisladores “moderados” débiles y así conquistar el partido. Aquí están:

“Sean enérgicos”, dijo Palin. “Vamos a sacudir las cosas en 2014. Descansen bien esta noche, porque pronto tenemos que centrarnos en importantes contiendas en el Senado y la Cámara de Representanes. Empecemos con Kentucky… muy cerca de Carolina del Sur, Tennessee y Mississippi”, agregó, para finalizar con un verso de canción patriota: “from sea to shining sea”... “de mar a mar brillante no vamos a renunciar, apenas hemos empezado a luchar”.

Estos primeros salvos indican la dirección del movimiento Tea Party en los próximos meses y hasta el 4 de noviembre, fecha de las elecciones nacionales: establecer candidatos en las primarias estatales para puestos en la Cámara de Representantes y el Senado y destituir de ellos a los republicanos tradicionales, para presentar un partido aún más radical e intransigente y controlarlo.

¿Y las esperanzas de ganar? Para la mayoría de los expertos, cuanto más extremo el partido Republicano aparece ante el público, menos apoyo obtiene. Especialmente ahora, cuando todas encuestas lo hacen responsable de la reciente e innecesaria crisis. En el ámbito nacional, dicen, se alejan las probabilidades de un republicano de conquistar la Casa Blanca en 2016.

Pero para los expertos alrededor del Tea Party el camino a la victoria electoral no pasa por el medio, y ni siquiera por la arena nacional.

En cambio, pasa por estimular a un sector de ciudadanos blancos, evangélicos, especialmente en los estados del Sur. Son de los que pocas veces votan: por apatía, porque no hallan a quienes representen sus ideales, o porque son pobres y están más preocupados por el diario vivir.

Si logran llevar a que esta gente vote, razonan, ganarán.

La suya es una estrategia a largo plazo. Irán conquistando legislaturas estatales y puestos de gobernador, y especialmente cargos en la Cámara Baja, donde cada congresista representa un distrito de alrededor de 700,000 personas y en donde toda la política es local.

El Tea Party es hoy un movimiento popular, populista, de base, de raíces profundas en un importante sector del pueblo. Consta de centenares de asociaciones y grupos autónomos en todo el país. No tiene jerarquía ni centro nacional. Su unidad es ideológica y demográfica.

Pero está lejos de ser un fenómeno espontáneo.

Fue, como analiza entre otros el New York Times, la creación de algunos de los financistas más ricos del país y el mundo: los hermanos Koch (número tres en riqueza en Estados Unidos) tal como lo reveló ya en 2009 el New Yorker; Rupert Murdoch (magnate de medios de comunicación, dueño del Wall Street Journal, de FoxNews y muchos más).

El Tea Party fue entre otros, creado por dos organizaciones: Americans for Prosperity y FreedomWorks, con la ayuda de especialistas en mercadotecnia, y que a su vez constituían en 1984 la organización Citizens for a Sound Economy (CSE), creada por los Koch para luchar contra los impuestos al tabaco y la regulación de los carcinógenos.

En estos grupos, el 85 por ciento de los fondos provienen de corporaciones, dice Brendan DeMelle en el Huffington Post.

¿Para qué? Nuevamente, el Tea Party espera adueñarse del partido Republicano y que su estrategia de insistencia ideológica e intransigencia finalmente tome el poder.

Mientras que el otro sector del partido republicano llama a la conciliación, el diálogo y la unidad, la gente del Tea Party sigue con su objetivo de arrollar con la presente conducción y reemplazarla por la propia.

Y para muestra, un botón: el senador Ted Cruz de Texas, principal instigador de la crisis que recién se superó y héroe popular en las filas de ese movimiento, dio una conferencia de prensa criticando el acuerdo bipartito y prometiendo no dejar de luchar, precisamente en el momento en que el líder republicano del Senado Mitch McConnell pronunciaba su propio discurso en el pleno en donde hablaba de la unidad republicana. Cruz así eclipsó la presentación de su rival y atrajo los reflectores.

Y al mismo McConnell le espera una difícil campaña de reelección en su estado de Kentucky contra un candidato montado por el Tea Party.

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