Los sueños: una puerta hacia el interior de uno mismo

Los sueños: cuánto soñamos y qué hacer para recordarlo

"Si deseas que tus sueños se hagan realidad, ¡despierta!" - Ambrose Bierce

Los sueños son un misterio. Pasamos buena parte de nuestras noches soñando, y no sabemos por qué, ni para qué soñamos. En nuestros sueños se esconden deseos, emociones, temores que muchas veces cuesta admitir como propios, y que al ser rechazados durante la vigilia, nos visitan durante la noche.

Los sueños han ocupado un espacio importante a lo largo de la historia de la Humanidad. Los primeros pueblos primitivos, les otorgaban un poder profético. Los egipcios por ejemplo, sostenían que su origen era divino, y eran portadores de mensajes útiles para la vida de vigilia. Otras culturas del pasado creían que por medio de los sueños entramos en contacto con otro mundo desde el cual se reciben mensajes enviados por la Divinidad.

En la Edad Media en cambio, el Concilio de Trento prohibió en el siglo VI D.C., todas las creencias relacionadas con lo onírico, por juzgarlas pecaminosas. Durante varios siglos, las personas quedaron privadas de expresar libremente sus sueños, salvo los relatados por santos y mártires.

Hoy, sabemos que los seres humanos soñamos tres a cuatro veces por las noches, también se ha comprobado que sueñan los mamíferos, y ciertas aves. Los sueños casi nunca siguen las leyes de la razón y la lógica, tampoco tienen moral. Vemos a personas muertas como si siguieran vivas, tenemos encuentros sexuales con desconocidos, o celebridades, hablamos con animales y otras veces se nos presentan monstruos aterradores.

Los sueños, para muchos, han sido premonitorios, reveladores, anticipatorios, creativos y hasta terapéuticos. Mientras soñamos, la mente es más libre y creativa, son frecuentes las revelaciones.

Si bien se conocen muchas teorías que explican por qué soñamos, investigadores prominentes, sugieren que los sueños cumplen distintas funciones. Algunos advierten y previenen sobre determinados acontecimientos, mientras que muchos otros, sirven para ayudar a que cada persona se conozca más. Aprender a recordar e interpretar nuestros sueños es una herramienta muy valiosa para lograr objetivos personales.

Para recordar los sueños:

  • Es ideal mantener un horario regular para dormir, tratar de acostarse siempre a la misma hora, no despertar con alarmas con música o sonidos fuertes.
  • Tener siempre junto a la cama un cuaderno destinado al registro de los sueños y un bolígrafo. Tomar nota de todos los sueños: los bellos, feos, los que causan tristeza o temor; es importante anotar los sentimientos que sugiere el sueño: temor, alegría, amor, curiosidad, etc.
  • Escribir rápidamente los números, calles, nombres, o cosas que se mencionen en el sueño, ya que se olvidan muy rápidamente.

La mayoría de los sueños se olvidan a los 10 minutos, así que, ni bien despertamos, hay que comenzar a escribir. El momento de escritura es a los fines de recordar, si el sueño ha quedado bien registrado en el cuaderno, ha llegado la hora de su análisis.

Al igual que el hombre, los sueños han evolucionado, antiguamente, su propósito era consultarlos como a un oráculo para conocer el futuro. Hoy su finalidad es otra, la de orientar nuestras vidas, encontrar soluciones que no podemos ver en estado de vigilia, y alcanzar una vida más plena.

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