Si eres de las que pone una alarma para despertarte y cuando suena sales como disparada de la cama, ¡detente! Las horas más comunes para ataques del corazón son en las mañanas, entre 6 am y 12 pm, y son los más serios y de peores consecuencias, como por ejemplo, un 20% de muerte de tejido cardiaco.
Ese intérvalo de tiempo y durante la última fase del sueño son también los más peligrosos para otras emergencias cardiovasculares como muerte súbita, ruptura o aneurisma de la aorta, embolia pulmonar y derrame cerebral. Un grupo de Harvard estimó que, en promedio, el riesgo extra de sufrir un ataque al corazón entre 6 am y 12 del mediodía es de 40%. Si se calculan las primeras 3 horas después de despertarse, el riesgo se triplica.
El sistema cardiovascular necesita más sangre y oxígeno para comenzar el día porque ha estado en descanso, y los vasos sanguíneos están más comprimidos. El ataque al corazón es resultado de un desbalance entre una mayor necesidad de oxígeno y una provisión reducida. Las funciones de las primeras horas del día requieren más oxígeno porque ocurre todo esto: tienes que pararte, caminar, empezar actividades físicas, y al despertarte, suben el cortisol, la presión arterial, los niveles de azúcar, el ritmo cardiaco y la adrenalina. El cuerpo necesita tiempo para hacer la transición del descanso a la actividad.
Así se empieza el día, aunque esto requiera despertar media hora antes:
- En vez de un despertador estridente, usa como alarma una música suave y tranquilizante o un sonido agradable como las olas del mar, por ejemplo.
- No te levantes en seguida que despiertes. Regodéate, da vueltas en la cama y cuando te sientas muy despierta, levántate con calma y no como quien va a apagar un fuego.
- Busca tu café y tu desayuno y preferiblemente siéntate en la cama a comerlo, si posible viendo la televisión o conversando con tu pareja.
- Al pararte de la cama entonces, haz 5 minutos de ejercicios de estiramiento. Según la Clínica Mayo, estirarse por las mañanas es un instinto natural que aporta varios beneficios saludables: mayor flexibilidad, mejor movimiento de las articulaciones, mejor circulación, buena postura, alivio de estrés y una óptima coordinación muscular. Empieza por el cuello, los hombros, brazos, espalda inferior y, finalmente, las piernas.
Ahora tu corazón y tu cuerpo están listos para enfrentarse al día. ¿Harás el cambio?