¿Contrato matrimonial de términos renovables?

Contrato matrimonial de términos renovables: ¿es para ti?

¿Te casarías en términos renovables? La idea del contrato matrimonial renovable con límites de tiempo asusta de primera intención. Pero quién sabe si reduciría la alta tasa de divorcios y le daría nuevos aires al matrimonio. Sabemos que la tasa de divorcios excede el 50% en los Estados Unidos, la industria legal de divorcios genera más de $3 mil millones al año, el porcentaje de parejas que cohabitan sin casarse va en aumento y haber convivido no garantiza que si te casas no te vas a divorciar. Y el divorcio sigue siendo un destructor emocional y financiero de adultos y de niños inocentes.

En un mundo donde todo evoluciona a diario, tal vez lo único que se ha pretendido mantener sin cambios es la institución matrimonial, que el que ha estado casado sabe que no funciona solo por amor, ni por una varita mágica. Es lógico pensar que la fórmula convencional del matrimonio ya no da resultados y tiene que evolucionar. No se trata de no casarse, sino de cómo casarse para que el matrimonio perdure.

Cuando nos casamos, dejamos que nos ciegue el amor y juramos amor hasta que la muerte nos separe. Repetimos eso como el papagayo en todas las ceremonias. Unos lo repiten sin pensar, dictado por el oficiante; otros lo dicen sabiendo que no van a cumplir con lo de “para toda la vida”; y otros lo dicen creyendo el cuento de hadas de que así va a ser. En pleno Siglo 21, todos, hombres y mujeres, se quieren creer y se creen el cuento de hadas y las novelitas rosas. Se tropiezan con la realidad de la vida matrimonial, sus pros y sus contras, y no saben manejarla. La mayoría de las parejas se mercadean entre sí, pero realmente no se conocen. Se esconden muchas cosas y a la hora de la verdad oímos frases como “él (o ella) ha cambiado tanto” (mentira, siempre fue igual, es que tú no quisiste verlo) o “yo sé que él va a cambiar, yo voy a lograr cambiarlo” (otra mentira; nadie cambia a nadie).

En el camino del “amor”, olvidamos que el matrimonio es un contrato legal al que no se le da el valor de una relación contractual, aunque nos compromete de por vida. Es el único contrato o pacto que las partes firman automáticamente sin leer y sin exigir cláusulas que les garanticen, legal y moralmente, que la otra parte va a cumplir con lo que le corresponde. Eso es como firmar un contrato en blanco. ¿Firmarías un contrato en blanco que te comprometa de por vida, sin garantías, estipulaciones ni penalidades? Se supone que no. ¿Por qué hacerlo cuando te casas?

Dave Shields se divorció del “amor de su vida” y es padre de 4 hijas que él describe como víctimas de ese divorcio, que por lo que él cuenta, fue contencioso, difícil y lleno de sacrificios para él y sus hijas. Se asoció con Brad Brown, un amigo divorciado tres veces, y escribieron un libro proponiendo que el matrimonio evolucione a un contrato renovable de términos estipulados y límites de tiempo. No se conformaron con escribir un libro, sino crearon todo un movimiento y red de ayuda para los que interesen poner en práctica este estilo matrimonial. Mencionamos de paso que en México, en el año 2011, se intentó aprobar una legislación similar a este concepto.

En entrevista con Dave Shields para Huffpost Voces, él asegura que, distinto a la creencia general, esta propuesta basada en la honestidad, la verdad y el conocimiento sincero y real de las expectativas de ambas partes, tiene mayores probabilidades de garantizar un matrimonio más sólido, estable, duradero, feliz, con la satisfacción mutua de las necesidades individuales de cada cónyuge.

A grandes rasgos, el primer paso de este estilo de casarse empieza con reunirse, conversar honestamente sobre los siguientes temas y escribir las respuestas:

  1. ¿Qué quieres de una relación matrimonial? ¿Para qué y por qué te quieres casar? Al responder, omite las respuestas románticas; sé real con tus respuestas.
  2. ¿Por qué quieres casarte con esa persona en específico? ¿Qué esperas recibir de él o de ella?
  3. ¿Qué necesidades tienes que quieres y esperas que ella satisfaga? Sé sincero (a). Debes decir desde lo financiero, social, hasta lo sexual.
  4. ¿Qué estilo de vida quieres llevar? Por ejemplo, ¿pretendes levantarte tan tarde en el fin de semana que no les dé tiempo ni para ir a la playa? ¿Te gusta estar en la casa todo el tiempo o en las barras todos los viernes? Entre otras cosas, la respuesta a esta pregunta deja ver si la persona pretende retener su vida de soltera después de casada.
  5. Como tú vives ahora, ¿qué costumbres tienes? Por ejemplo, ¿dejas la ropa tirada donde te la quitas? ¿No friegas ni un plato?
  6. ¿Cómo eres en realidad? ¿Qué puedes tolerar y qué no?
  7. ¿Cómo reaccionas cuando estás bajo presión?
  8. ¿Qué necesidades de las que menciona tu pareja estás dispuesta(o) satisfacer? ¿Cuáles no?
  9. ¿Qué esperas o quieres recibir de tu pareja?

El éxito de este intercambio está en las respuestas honestas que revelen los estilos de vida, las expectativas realistas, los buenos y malos hábitos, tolerancias, costumbres, pensamientos y sentimientos sin estrategias de mercadeo. Es el momento de saber si puedes convivir con el otro y de tener la valentía de romper la relación si sensatamente concluyes que en el diario vivir no son el uno para el otro. Es hora de dejar atrás el cuento de hadas, las mariposas en el estómago, el “amor de mi vida”, “el que me mueve el piso” o el suspiro por el “tremendo amante” porque el matrimonio es un contrato a largo plazo con demasiadas variantes como para arriesgarte a fracasar.

Supongamos que después de esa realista y profunda conversación escrita, todavía piensas que puedes casarte. El segundo paso es redactar un contrato escrito, serio, notarizado que contenga varias partes. Una debe incluir todo lo que cada cual espera que el otro haga y eso incluye reglas de conducta, tareas, responsabilidades y necesidades a llenar. Otra parte debe incluir las penalidades por faltar a cada uno de esos requisitos y el límite de veces que cada cual está dispuesto a tolerar esas faltas. Otra cláusula debe incluir las causas irreversibles para divorcio inmediato. Otra sección es el límite de tiempo del contrato, fecha de terminación que también debe ser fecha de renovación. La última parte es la cláusula de división de bienes y condiciones de la separación si no se renueva el contrato.

Cuando se acerca la fecha de renovación, debe haber una nueva reunión para examinar el contrato. Primero se evalúa el cumplimiento y los niveles de satisfacción en los pasados años. Ese es el momento de terminar el matrimonio o de renovar el contrato por otro plazo, bajo las mismas o nuevas cláusulas, dependiendo de los niveles de satisfacción. En el caso de que haya hijos, los contratos deben tener una cláusula de aceleración que garantice el bienestar de los hijos hasta que cumplan los 18 años de edad.

¿Ventajas de la propuesta?

Si las conversaciones son honestas y realistas, cada uno va al matrimonio con una idea clara y establecida de lo que puede esperar y de lo que no debe esperar del otro. Se reducen las sorpresas desagradables y se eliminan las presunciones y expectativas irracionales.

Cada cual sabe de seguro lo que tiene que hacer para satisfacer al otro (no tiene que adivinar) y aumenta la probabilidad de que sean felices. Cada cual también sabe lo que le molesta al otro y las acciones que el otro no está dispuesto a tolerar.

La pareja llega al matrimonio con la buena costumbre de dialogar, enfrentarse y negociar, y con una mente clara de que cada cual tiene unas necesidades que espera llenar.

Cuando se acerca el término de vencimiento del contrato, cada cual hace su “campaña re-eleccionaria” para renovar el contrato. Conociendo el género humano, si ambos han cumplido bastante con sus compromisos, seguramente se esforzarán en que el otro desee continuar casado y hay excusa para otra luna de miel. Si han vivido situaciones insalvables, no renuevan el contrato y ya establecieron cómo terminar la relación.

Según Brown y Shields, el matrimonio tradicional pasa por las siguientes etapas:

  • Compromiso mutuo
  • Boda
  • Luna de miel
  • Consejería y descubrimiento para enfrentarse a problemas
  • Crear un carísimo acuerdo de divorcio
  • Pagar manutención y pensión alimentaria
  • Pelear por los derechos de visita de los niños, custodia y patria potestad
  • Complicarse la vida
  • Buscar otra pareja
  • Repetir ese ciclo

Las etapas del matrimonio renovable de términos limitados tiene esta secuencia:

  • Compromiso mutuo
  • Consejería y descubrimiento para determinar necesidades
  • Crear un contrato (barato) de términos y límites
  • Boda
  • Luna de miel
  • Renovación de contrato al término
  • Luna de miel
  • Renovación de contrato al segundo término
  • Luna de Miel
  • Repetir los últimos dos pasos todo el tiempo que se considere necesario.

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